Pinot Noir: indomable y exquisito

Un varietal de elegancia caprichosa que cautiva desde Napoleón hasta nuestros días.

Juan Marcelo Calabria

Nos encontrarnos una vez más en este espacio donde destacamos las bondades de nuestra bella tierra mendocina y los encantos de la vitivinicultura y gastronomía. Continuamos transitando Agosto: un mes que nos invita a recordar las efemérides y celebrar la identidad desde el ancestral abrazo a la Pachamama que honramos el primer día, hasta la Semana del Bonarda que vistió de fiesta nuestro querido este mendocino, junto al mes sanmartiniano por excelencia. Pero entre tantas fechas importantes, hay una que no queríamos dejar pasar y que nos convoca a levantar la copa con una elegancia singular, 18 de agosto en que el mundo entero festeja el Día Internacional del Pinot Noir, y estas semanas diferentes encuentros y presentaciones han recordado dicha suceso del vino.

El Pinot Noir, es una cepa que despierta interés y hasta fascinación en muchos de sus seguidores, y nos regala un nombre tan refinado como descriptivo aludiendo a la compacta forma de sus racimos, similares a una piña de color oscuro. Si bien en Argentina y en Mendoza en particular, no es un varietal ampliamente extendido, su preeminencia en el mundo, comienza a sentirse también en nuestras regiones vitivinícolas. La esencia de esta cepa reside en su naturaleza, a menudo descrita como "caprichosa" e "indómita". Con su piel fina y delicada, es una uva que exige una devoción casi artesanal, tanto en los viñedos, donde cada racimo es tratado con extremo celo, como en la bodega, donde el enólogo se convierte en un verdadero custodio de su expresión más pura de este varietal.

Se la considera una de las cepas más antiguas, con orígenes que se remontan a más de dos mil años, cultivándose en Borgoña desde la Edad Media, donde ha sido desarrollada con maestría durante siglos, dando vida a algunas de las etiquetas más famosas y costosas del planeta. En aquella tierra francesa, los monjes borgoñones desempeñaron un papel fundamental, perfeccionando su cultivo y vinificación hasta establecer los célebres "climats", que hoy son sinónimo de la más pura expresión de terroir.

 Pinot Noir: indomable y exquisito

Grandes figuras históricas cayeron rendidas a sus encantos. El mismísimo emperador Napoleón Bonaparte, un buen conocedor de vinos, y claro "buen tomador", aunque no tanto como su hermano "Pepe botella", tenía como favorito el Gevrey-Chambertin, un Pinot Noir de Borgoña. Dicho vino, elaborado con uvas de la región de Gevrey-Chambertin, fue su fiel compañero en campañas militares y hasta en su exilio en Santa Elena, incluso aún hoy se sostiene la versión que fue la copa diaria de su Chambertin, el instrumento mortal donde le aplicaban la dosis de cianuro que lo llevó a la tumba. El Gevrey-Chambertin tiene su origen y denominación en los "Campos de Bertin", en honor al viticultor pionero de la zona, y su fama fue tal que en el siglo XIX el alcalde de Gevrey decidió incorporarlo al nombre del pueblo.

El linaje, de larga data del pinot noir, reforzó esa singularidad que tanto apreciaron en el pasado y que hoy destacan los expertos, convirtiéndola en un verdadero testamento de la paciencia y el arte vitivinícola. Propia de los climas más bien fríos se extendió por diversas latitudes, afincándose en Nueva Zelanda, Chile, Sudáfrica, Australia y claro Argentina. Si bien la Patagonia, con los fríos vientos de Neuquén y Río Negro, se presenta como el terruño excepcional para este varietal, es en nuestra provincia, especialmente en las regiones de más altura y días frescos como el Valle de Uco y los pies de la Cordillera, alcanza una expresión de frescura y complejidad inigualables. Es, de hecho, Mendoza quien atesora la mayor superficie cultivada de Pinot Noir en el país, testimonio de la pasión y adaptabilidad de nuestra vitivinicultura y la visión de los hacedores de nuestra tierra.

Pero dejemos un poco su historia y sus orígenes. Y con la opinión de los especialistas descubramos ¿Qué nos depara el Pinot Noir en la copa? Así nos refieren que visualmente, se presenta con un delicado color rubí, más bien translúcido, que ya sugiere su ligereza y gracia. Al acercar la copa a la nariz, nos envuelve un abanico de frutas rojas frescas, como cerezas maduras y frutillas, entrelazadas con sutiles toques florales, terrosos o incluso ese misterioso dejo a hongos que lo distingue en los ejemplares más complejos. En boca, su suavidad y sutileza son su carta de presentación: una acidez vivaz y taninos aterciopelados acarician el paladar, ofreciendo un sorbo amable y envolvente. Es, sin duda, un vino que redefine la elegancia entre los caldos tintos, priorizando la delicadeza sobre la concentración, una verdadera joya para los sentidos, según sostienen muchos expertos.

Además de su elegancia y distinción, se destaca por su versatilidad gastronómica es tan notable como su perfil enológico, lo que lo convierte en un auténtico comodín en la mesa. Es ideal como aperitivo, pero también se luce acompañando carnes rojas, cerdo, pescados grasos, e incluso aves asadas. Su delicadeza lo hace perfecto para armonizar con un risotto, o una tabla de fiambres, y sorprende gratamente con la cocina de sabores e identidad de diversos orígenes con pastas o arroces, que piden un vino ligero y fresco.

 Pinot Noir: indomable y exquisito

En el afán de esta columna por acercarles siempre experiencias memorables y en sintonía con la elegancia que el Pinot Noir representa, no podemos dejar de destacar una propuesta que sintetiza a la perfección la esencia de esta cepa en nuestra tierra. Es por ello que terminamos estas efemérides del vino, como siempre, con una recomendación, en esta oportunidad referimos: Reserva Pinot Noir 2023 de Terrazas de Los Andes. Este vino es un fiel testamento del arduo trabajo y el compromiso de nuestro terruño con la calidad y la sostenibilidad, reflejando el alma misma de nuestros Andes. Producido meticulosamente en los viñedos de altura, Caicayén y El Espinillo, ubicados en el Valle de Uco a 1230 m y 1650 m., refleja la esencia de las prácticas de cultivo regenerativas y la riqueza de los terroirs de montaña.

Así "nuestro mendocino" de hoy, nos regala una intensa expresión aromática con notas de fruta fresca y crujiente, donde sobresalen la cereza, la guinda y la frutilla, con un sutil toque de kirsch - jugo de cerezas silvestres - que le aporta profundidad y complejidad. En boca, su acidez aporta una frescura vibrante, con un paso jugoso y envolvente que culmina en un final suave y sedoso, invitando a un equilibrio placentero. Este es, sin lugar a dudas, el recomendado de esta semana por Vinos y Comidas, un vino de montaña que promete dejar una huella imborrable en su paladar.

Queridos amigos y amantes del vino y la gastronomía, en el mes del Pinot Noir, los invitamos a sumergirse en la magia de esta cepa excepcional. Ya sea para una cena especial o para compartir un momento distendido con amigos y seres queridos, brindando responsablemente con un placer inigualable en cada sorbo. Es una invitación a celebrar la vida, los afectos y el incansable espíritu de quienes, con su pasión, hacen de Mendoza un faro de excelencia en el universo del vino, y que siempre nos permite recorrer nuestra identidad, porque como siempre decimos: nada mejor con un buen vino para contar una buena historia. ¡A descorchar y a brindar por la magia del Pinot Noir! ¡Salud y a disfrutar Mendoza!



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