El monumento del Cerro de la Gloria, la obra de escultura más grande conocida

La historia e importancia del icónico monumento mendocino, en la pluma de Carlos Parma.

Carlos Parma
Miembro de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza

El monumento al Ejército de los Andes fue inaugurado el 12 de febrero de 1914, en el 97.º aniversario de la batalla de Chacabuco, que fue la primer victoria de San Martín en tierras realistas de Chile.

Esta obra del arte universal se destaca por su belleza, por su estilo, por su precisión y ,sobre todo, por su simbología. Nadie podía haber hecho semejante hermosura, sólo Juan Manuel Ferrari pudo haberlo hecho. Este genial joven escultor uruguayo nació con la impronta de la inmortalidad para él y para ese ejército libertador. De los 74 proyectos internacionales, él presentó dos (Ismael y Tabaré fueron sus seudónimos), la comisión de expertos y notables a sugerencia del perito Francisco Moreno, le pidió fusionar estos proyectos.

Abonó sus conocimientos sobre San Martín con lectura profunda, directa y fecunda. El libro de Espejo, Mitre, Olazabal y la propia hija de San Martín con cartas donadas, le servían de inspiración, pero según Edmundo Correas nada lo influenció más que "Nido de Cóndores" de Olegario V. Andrade. Aparece así un protagonista central, distinto, observador, único: el San Martín humano, pensativo.... aquel al que solo le preocupaban las montañas, como atravesarlas con ese ejército.

El monumento del Cerro de la Gloria, la obra de escultura más grande conocida

Ferrari era hijo de un destacado escultor italiano. Tuvo la oportunidad de estudiar en Italia bajo las órdenes de Anatole Ferrari. Es decir que conoció la mejor escuela artística del mundo en su momento. Sus colaboradores eran Oliva Navarro, Garino, Guastini, Cerini, y Calistvi.

Si bien existían distintos lugares donde el monumento se pensaba hacer (Plaza Independencia, Alameda, etc.), Ferrari tenía una premonición, sentía un "llamado". Castillo lo llevó al Cerro del Pilar y emocionado el Maestro exclamó: "Éste es mi montículo, mi mandado hacer" .

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Las mezquinas críticas llovían de todos los lugares, sobre todo el mordaz ataque del Diario Los Andes. Ferrari soportó el vendaval y explicó una genialidad: "El monumento será una prolongación del cerro, no es una cosa postiza, es la misma cordillera de los Andes". Así mandó a traer piedras de la cordillera para hacer el promontorio, aunque la piedra basal sería un ladrillo de la mismísima Pirámide de Mayo.

Las fundiciones no daban abasto, la cantidad de bronce superó las 14 toneladas. Se trabajaba sin descanso. El abuelo de la hoy Reina de Holanda administraba un tren que iba de calle Juan B. Justo a la cima del ahora llamado "Cerro de la Gloria", llevando el material. Las carretas hacían el transporte por un viejo camino sinuoso.

El tren que subía al Cerro de la Gloria.

El tren que subía al Cerro de la Gloria.

Esta magistral obra tiene características escultóricas: la estatua ecuestre de San Martín se encuentra en el frente del monumento. A los lados de la estatua, hay dos grupos de cinco Granaderos a Caballo.

En la parte posterior, hay tres frisos que narran sucesos de la formación del ejército: en la pared norte, se encuentra el escudo argentino; en la pared oeste, se encuentra el escudo chileno; en la pared este, se encuentra el escudo peruano. En la parte superior, se encuentra la figura de la Libertad, con cadenas rotas en sus manos. Rodeando a la Libertad, hay un grupo de Granaderos a Caballo en posición de ataque. Hay un cóndor en pleno vuelo (a la izquierda) que pone equilibrio a la escultura.

Todo está puesto de manera muy significativa: San Martín está a caballo con los brazos cruzados. Como anticipé, está muy pensativo, preocupado. Si cupiera ver la dirección de su vista, ésta apunta a un antiguo lugar huarpe: Canota . Por allí iría el grueso del Ejército que comenzaría el ascenso a través de la Estancia homónima. Hoy allí hay un hemiciclo recordatorio de color blanco. 

El Libertador tiene una capota que denota el viento de la Cordillera y esa imagen es similar a la que hace de Napoleón Ernest Meissonier en la Campagne de France, 1814.  Atrás de San Martín hay un ejército, con soldados de infantería al ataque, negros, morenos, zambos. Queda de resalto en el centro su fuerza elite: los Granaderos a Caballo. Hay bravura, coraje. Los caballos están prácticamente desbocados al toque del clarín, dando así una sensación de realidad que alarma. Hasta las riendas eran de cuero. En el centro está el joven valiente Mariano Necochea (el colaborador de Ferrari, Garino, fue quien hizo en la ciudad de Necochea una escultura similar).

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Necochea había sido héroe en Chacabuco y Maipú. Un ejemplo de valentía por donde se lo mire, el Coronel Necochea fue el primer patriota que pisó las perfumadas y libres calles de Lima. La imagen es típica de Necochea con el sable al viento, llegando el recuerdo de la defensa de la frontera de Salta junto a las fuerzas de Güemes.

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En la parte izquierda se encuentra el imponente Cóndor andino. Con sus alas al viento éste se encuentra por debajo de la línea del Ejército, pues éste cruza los Andes, en tanto el Cóndor no lo hace.

Sólo la Libertad está por encima de todo. También allí está el escudo argentino. En total la altura del monumento llega a 16 metros. Los distintos pasajes de la epopeya libertadora está en los bajos relieves y frisos. El que da al este es llamativo. El motor, el músculo del ejército está allí muy bien conducido por quien fue el gran héroe invisible: Fray Luis Beltrán. Químico, tornero, físico, orfebre, carpintero, matemático. Mecánico y enorme conocedor del dominio de las fraguas y los yunques. Entró a Lima junto a San Martín el día de la independencia. Este monje franciscano merece reivindicación humana, religiosa e histórica. 

El rehacer el ejército después de la derrota de Cancha Rayada en tan poco tiempo es un mérito que debe ser recordado mucho más. La maestranza está en pleno labor, los carpinteros aserran y tornean maderas, los fundidores elaboran pernos, hacen cañones, municiones y cadenas. Hay una sensación que el hierro se encuentra encendido, al rojo vivo. En el medio de esas condiciones prácticamente inhumanas de trabajo, Beltrán da directrices, es vigoroso, su precio físico será alto y morirá enfermo y muy joven en el año 1827. 

La perfección de la forma física en relieve se ve a la izquierda de este friso con un herrero en plena labor. El friso que da al sur tiene una descripción perfecta de la conformación del ejército. Los datos son muy confiables. Damas mendocinas donando sus joyas y se destaca en el otro extremo una mujer muy humilde donando una piedra que se utiliza para filtrar agua. Toda una verdadera muestra que el pueblo dio todo lo poco o mucho que tenía para esa gesta

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Es curioso que el bajo relieve sea tan realista que hay una silla que una persona podría sentarse en ella. El friso que está ubicado al oeste le dio muchos dolores de cabeza a Ferrari. Moreno lo defendió. Allí está el convoy de guerra: los gauchos, los arrieros (el tropero Sosa entre ellos dando indicaciones), un perro que llora la partida de su dueño, mujeres con niños en brazos, gente que nunca más va a volver a ver a sus seres queridos. Hay bueyes, carros de artillería. Se nota que Ferrari conocía las costumbres de la época hasta en el modo de atalar las mulas cargueras. Se arriba a un excelso existencialismo humanista que transmite el compromiso del pueblo. Esta parte se la objetó la comisión porque entendía que el monumento es festejo, es ejemplar. Ferrari dijo: "Esto también es la guerra: dolor". Mantuvo su trabajo sin hesitación. Nueve años pasaron para un pequeño puñado de soldados retornase a la patria de la mano de Félix Bogado.

Más de 25.000 personas estuvieron en su inauguración. Políticos y gobernantes por todos lados. Dos aviadores (Casale y Fels) hicieron pasajes sobre el monumento. Hubo un desfile. La cena nocturna fue en el Club Regatas.A partir de este momento histórico, Mendoza no fue igual.

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