La Ley IVE y sus consecuencias: Historia de un filicidio y de un suicidio

El Dr. Eduardo Da Viá y una fuerte crítica a la ley que financia el aborto con recursos del Estado.

Eduardo Da Viá

Ella, Virginia, tenía 15 fresquitos años y cursaba segundo año de la Escuela del Magisterio; él, Rodrigo, hacía lo propio en tercer año del Liceo Militar.

Un verdadera belleza la niña con sus formas de mujer ya desarrolladas, y un adonis él, alto musculoso, sabedor del influjo que producía en las chicas.

Vero era una de las pocas vírgenes del curso, y estaba decidida a que esa noche fuese memorable.

Se conocieron para el día del estudiante que celebraron en la casa paterna de Virginia, cuyos padres viajaban a Chile en tour de compras y los acompañaba el único hermano que quería adquirir el último modelo de celular.

Gente de dinero y de grandes vinculaciones sociales, verdadero modelo de una familia de alcurnia.

A la fiesta concurrieron algunas compañeritas de la anfitriona y un grupo de cadetes del Liceo Militar, amigos de una amiga.

A poco de comenzar la música, los tragos, casi todo alcohol, y los "snacks", Rodrigo con vista de águila ubicó a Virginia, que a decir verdad esta resplandeciente con una diminuta minifalda y un top muy escotado que mostraba más de lo ocultaba, sabedora la dueña de la calidad de lo que exhibía.

Como al pasar, el cadete con dos copas en la mano se acercó a la niña y la preguntó ¿Me acompañás? Y ella con un dejo de orgullo por la elección, evidentemente precedida de una selección, le dijo que bueno.

Luego de algunas palabras vacuas, como suele ser la regla en la juventud actual, comenzaron a bailar, si es que así puede llamarse a saltar y contornearse alocadamente; claro, en un momento dado, un poco por cansancio y otro porque este tipo de baile no facilita un contacto estable de los cuerpos, pasaron a bailar lento, y con ello la mano izquierda del mozo fue descendiendo lentamente hasta hacer clara presa de la nalga derecha de la damisela, que si bien dio un respingo, no ofreció resistencia alguna; luego hubo besos y más caricias en zonas anatómicas prominentes.

Advertido el muchacho del visto bueno de la chica, le propuso ir a un lugar más íntimo, pero la madre había dejado a la empleada doméstica de cancerbero con la estricta consigna de que nadie subía a los dormitorios ni a los baños. Solo se podía utilizar el pequeño baño de cortesía de la sala en planta baja, atiborrada por otra parte de jóvenes ya afectados por el alcohol, y donde el olor a marihuana apestaba sin pudor

La pareja intentó subir la escalera pero la guardiana mujer corpulenta, de brazos cruzados, espetó: - ¡Nadie arribaaa!

Ruborizados ambos pidieron disculpas y continuaron con las demostraciones de sus deseos delante de los demás que a estas horas, quién más quien menos, estaba haciendo lo mismo.

Sin amilanarse y contando evidentemente con experiencia al respecto, le propuso a la chica ir a charlar al auto, ella nuevamente aceptó pero se sorprendió al arribar al vehículo estacionado lejos de la casa, detrás de una de las paredes de la cancha de paddle, en vez de abrir las puertas delanteras el entusiasta guía le dijo: Más cómodo atrás

Ella aceptó y entonces el deseo compartido terminó en una cópula algo violenta que significó la pérdida de virginidad para la adolescente.

Quedaron en llamarse a la brevedad; él no lo hizo.

Virginia decidió no hacerlo tampoco, un poco por dignidad y otro temiendo que el episodio hubiese sido uno de tantos en el palmarés del apuesto cadete...

Pasaron los días sin novedades hasta que la joven, sorprendida, advirtió que la regla no había llegado siendo normalmente muy regular.

Al principio se consoló pensando que quizás la primera relación sexual había cambiado su ciclo; pero al cabo de casi un mes empezó a pensar lo que tanto temía y en el fondo de su ser rechazaba, ¿estaría embarazada? Confesó el problema a una amiga íntima coetánea que ya había pasado por el mismo trance, quien le dijo que comprara un test de embarazo y siguiera estrictamente las instrucciones, muy sencillas por cierto.

Llegada a casa y con el corazón en la boca se introdujo en su baño y procedió con la prueba.

Y lo que tanto temía se confirmó, estaba embarazada...

Habitualmente la verdad choquea a la causante que durante un par de días anduvo como ausente, cometiendo torpezas no comunes en ella, tal como salir sin llevarse las llaves etc.

Esto no pasó inadvertido para su madre, quien a pesar del escaso contacto con su hija le extrañó su proceder por lo que le preguntó qué le sucedía, a lo que ésta respondió que nada, solo la incomprensión de algunos temas de matemáticas.

Volvió a contactar a su confidente quien le dijo que en el caso de ella fue falsa alarma, pero que debía decidir si seguir adelante con el embarazo o practicarse un aborto, que desde la puesta en marcha de la Ley IVE enviada al Congreso por el ex presidente Alberto Fernández y aprobada por mayoría, incluido el voto de un médico legislador, que traicionando un principio moral básico como lo es respetar la vida DESDE EL MOMENTO DE LA CONCEPCIÓN, pero fiel a sus entrañas kirchneristas, votó a favor; como dije gracias a la Ley IVE podía proceder por su cuenta en cualquier hospital público sin necesidad de permiso parental.

Sorprendida la novata por lo dicho por su amiga, acudió presta a su internet del teléfono y en escasos segundos tuvo confirmación en presencia de su amiga, quien a su vez, experta ya, le aconsejó hacerse una ecografía para mayor seguridad, ofreciéndole acompañarla al consultorio de un conocido de ella.

Aprovecharon el día que correspondía prácticas deportivas, que no se realizaban en la escuela sino en un camping al que debían concurrir por sus propios medios, obstáculo inexistente para nuestra heroína que por cierto disponía de movilidad propia.

El trámite en el consultorio del ecografista fue bastante rápido a pesar de atender previamente a otras tres adolescentes con cara de circunstancia todas ellas, seguro con el mismo problema.

El examen no hizo sino confirmar la gesta con gran desazón de la niña a la que la realidad se le plantaba frente a sus narices sin duda alguna.

¿Qué hacer? He ahí la cuestión diría Hamlet.

La gesta era ahora de dos meses y debía proceder antes de los tres meses para invocar la famosa ley.

Intertanto el espíritu maternal se hizo presente y comenzó a acariciarse el bajo abdomen mientras canturreaba una especie de arrorró, junto con algunas lágrimas incontenibles y un tremendo cargo de conciencia que la torturaba noche y día.

A todo esto, el ser que albergaba en sus entrañas, captaba la presión de la mano de su madre a la vez que percibía la vibración que el canto materno producía en los tejidos que lo rodeaban.

Ambas sensaciones le conferían algo muy parecido a lo que llamamos confort, aun cuando la ciencia, imperfecta por cierto, no lo haya podido demostrar; pero eso al niño/a no le importaba, lo sentía y punto.

La ecografía, además de confirmar el embarazo había detectado el correcto sonido de su corazón latiendo, y que se le aceleraba ante el contacto con la mano materna.

Pasó otra semana y el final del primer trimestre se acercaba; debía tomar una decisión.

Continuar un embarazo no deseado con su producto final, un niño sin padre, causaría a no dudarlo un tremendo conflicto familiar y social, aspecto éste muy importante para el encumbrado matrimonio que constituían sus padres; además sería el fin de su adolescencia, su educación, de muchas de sus amistades que no abrían dudado en abortar y sobre todo de su libertad de accionar. Tendría que dedicarse a su función materna, tarea todo tiempo y sin final a avizorar.

Y tomó la decisión: aborto.

Pero por más que lo ocultara, y solo su amiga íntima como sabedora, había alguien más involucrado: su hijo a quien debía informar pensando que no se daría por enterado dada su corta edad y lo que decían los libros.

Conforme a ello, durante una de sus frecuentes sesiones de caricias, acercó su boca a su propio abdomen y susurrando le confesó: No voy a poder tenerte mi amor

A pesar de la voz casi inaudible y de un temblor en su mano acariciadora, el nuevo ser captó el mensaje y le respondió desde su cerebro en desarrollo:

¿Entonces qué será de mí mamita?........

Silencio y no más caricias.

¿Mami, qué pasa que no me hablás ni me acariciás más?

Mami, mami repetía a la par que su corazoncito se aceleraba y experimentaba por primera vez la tremenda sensación de miedo.

Ella percibió algo extraño en su vientre, un movimiento tal vez, o era solo el sentimiento de culpa y pretendió no darle importancia; sin embargo al cabo de un rato, de nuevo la sensación.

Con el rostro desencajado se subió a su auto y partió al consultorio del abortero particular contratado, no era su día pero le urgía terminar con el tormento.

Vale la pena acotar que desistió del procedimiento gratuito en algún hospital público por la posible exposición que eso implicaba; el abortero en cambio, sabedor de que su éxito en la tarea de asesinar diminutos seres humanos dependía en gran medida del secreto y la privacidad, fue la elección obvia dado que, además no tenía problemas en pagar el abultado honorario que el criminal cobraba, mitad al solicitar el turno y mitad el día de la intervención, antes de realizarla.

Sabía por experiencia de niñas que a último momento entraban en pánico y literalmente huían de la camilla sobre la cual ya había sido posicionada.

Llegó, bajó corriendo del auto sin siquiera conectar la alarma e irrumpió en la sala de espera ante la mirada inquisidora de la secretaria y la sorpresa de una parejita que aguardaba para el mismo atroz procedimiento.

¡Señorita! ¿Qué le ocurre?

No puedo esperar al lunes, tiene que ser ahora o nunca y si no lo denuncio respondió a los gritos.

Pero está la paciente programada para hoy Argumentó la secretaria con voz melosa y levantándose de su silla la tomó por los hombros en un gesto de comprensión, falso por cierto.

Virginia se sacudió los brazos y a los gritos y con los brazos en jarra repitió: ¡AHORA!!!!!!

El mercader de la medicina escuchó los gritos y presto se asomó y cariñosamente le dijo a Vero que en seguida la atendería.

Esto tranquilizó a la muchacha que se sentó sin tocarse el abdomen y tomó una revista para pasar el tiempo.

Mientras tanto, el pequeño ser que portaba, y que de ahora en adelante le llamaremos Pupy no se cansaba de decir: ¿Mami, mami, que pasa que no me acariciás más ni tampoco me cantas?

La nerviosidad de la irresponsable gestante era por demás evidente y comenzó a pasearse por la sala a la espera de entrar al quirófano donde funcionaba el cadalso para su hijo.

Por fin llegó el momento, una amable aunque indiferente enfermera le pidió desnudarse y colocarse una bata descartable para luego indicarle como subir a la camilla y colocar las piernas en los soportes que las mantenía flexionadas y abiertas para exponer los genitales externos.

El médico brillaba por su ausencia, hasta que finalmente hizo su aparición triunfal y acercándose a la camilla tomó la mano de Vero y con gran delicadeza le dijo que se relajara, que no sentiría nada más que un pequeño pinchazo en el cuello de la matriz para ayudar a su apertura y así poder introducir los instrumentos prácticamente sin molestias, además Yolanda, la enfermera, te colocará un suero y un sedante ligero, no te dormirás pero te tranquilizará.

Pupy volvió a gritar, si es que así se le puede llamar. -Mami dónde estamos, tengo miedo, hablame por favor

Vero volvió a experimentar una especie de movimiento en su abdomen inferior pero volvió a convencerse que eran solo sensaciones por los nervios, que PUPY, nombre que por cierto ignoraba, no podía ser, los embriones no sienten dicen la CASI mayoría de los médicos.

Y aquí corresponde una breve digresión médica., como dije más arriba hay casi consenso en que un embrión de 10 semanas no puede experimentar dolor porque su sistema nervioso no está desarrollado lo suficiente, pero lo que olvidan los colegas es que estamos hablando de dolor tal cual lo percibimos los humanos después de nacer, pero qué pasa si en vez de dolor hablamos de sufrimiento, molestia importante, inquietud, temor etc. etc. Vale decir sensaciones desagradables. Nadie ha podido demostrarlo pero tampoco han podido negarlo.

Pupy sufría por la percepción de hechos y sonidos extraños, pero más sufría por la aparente indiferencia de su mami.

Cuando finalmente el abortero introdujo el espéculo, que así se llama una especie de tubo que se coloca en la vagina y se abre en dos mitades articuladas para visualizar el cuello del útero y dirigió la potente luz de la lámpara que portaba en la frente, un verdadero chorro de luz se introdujo en la matriz y esto aterrorizó a Pupy cuyo contacto con la luz siempre había sido a través del útero que lo cobijaba y del cuerpo de la madre, por lo tanto muy tenue y para nada molesta; pero ahora lo encegueció y espantado reanudó su inútil llamado a su madre.

Mami tengo miedo y frío, acariciame por favor, veo todo muy blanco El matasanos, aquí literalmente, anestesió el cuello y con la certeza que da la delictiva experiencia, dirigiéndose a Vero le dijo:

Bueno, ya está hecha la anestesia y nada te va a doler, en minutos habremos terminado con el problema

Pupi era el problema, su vida en realidad lo era, pero eliminada ésta, se solucionaba el problema.

Vale pena aclarar que los métodos para realizar un aborto, son fundamentalmente dos, uno que consiste en unas cucharillas que se introducen en el útero y se raspa el contenido por cuadrantes, retirando y reintroduciendo hasta que sale todo lo que se llama en la jerga MATERIAL, que no es otra cosa que trozos de embrión, mezclado con sangre, el otro es utilizar una cánula o tubito conectado a un aspirador que succiona el contenido, habitualmente completado con el raspaje mediante las mencionadas cucharillas.

Para un experto el procedimiento insume escasos minutos y el "Material" se desliza sobre una hoja de plástico colocada previamente bajo las nalgas de la madre y que desemboca en un balde apoyado en el suelo.

En este caso el matarife eligió las cucharillas, que, literalmente van destruyendo el cuerpecito embrionario que va saliendo de su albergue natural en trozos sanguinolentos.

Ay mamiiiii, me rompen, me duele, está todo rojo, Ayyyy........

Terminamos, Vero, solucionado el traspié, te daré algunas indicaciones y mi móvil por cualquier novedad

Simultáneamente con el decir del abortero, el último trozo de "material" que se deslizaba hacia el balde logró emitir un prolongado AYYYYYYYYYYY...........PLAFFF;( onomatopeya del sonido del material al golpear contra el fondo del balde).

Vera salió aturdida, llegó a su casa y le dijo a su madre que estaba cansada por la gimnasia y se recostaría.

Sabedora de que ambos padres tomaban somníferos, tomó una pastilla de cada uno y las incorporó.

Al rato dormía inquieta, soñaba con una gran luz blanca que la enceguecía y con un tobogán ensangrentado por el que se deslizaba un niño recién nacido en dirección a un oscuro vacío.

Pero todo esto sucedía en medio de una multitud que portaba pancartas con la inscripción "ASESINAAAAAA".......

Todas las noches la misma pesadilla, dejó de ir a la escuela y se refugiaba en casa de su amiga.

Hasta que un noche se tomó la mitad de cada frasco de pastillas de sus padres.

Falleció en su cama 4 o 5 hs, después.

Un suicidio y un filicidio, altísimo precio por segundos de placer sin siquiera haber llegado a experimentar un verdadero orgasmo.

Los pañuelos verdes se anotaron otro triunfo.

Y también los legisladores, incluido el médico, que levantó la mano dando aprobación a la ley que autorizaba a asesinar a indefensos seres a cargo del Estado, equivalente a decir "sigan copulando chicas, que este gobierno paternalista y matriarcal les va a solucionar los problemas que puedan surgir. 

Gobierno kirchnerista, mayoría en ambas Cámaras.

La Ley IVE y sus consecuencias: Historia de un filicidio y de un suicidio

SIN PALABRAS.









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