¿Generación perdida? El día que un niño de 13 años se convirtió en barrabrava

Análisis, opinión y propuestas del criminólogo Eduardo Muñoz sobre la violencia en el fútbol.

Eduardo Muñoz
Criminólogo y Criminalista. Especialista en Criminología Aplicada a la Seguridad. Consultor en Seguridad Integral y Riesgos. Analista Criminal @educriminologo

La violencia en el fútbol argentino escaló a un nivel alarmante: un menor de 13 años agredió a un árbitro durante el partido entre Godoy Cruz y Talleres.

Este caso no solo expone fallas en la seguridad de los estadios, sino que plantea una pregunta urgente: ¿Estamos normalizando la violencia en las nuevas generaciones de hinchas?

Contexto del caso: un menor inimputable y una sociedad en deuda

El adolescente involucrado, tiene 13 años, lo que lo hace legalmente inimputable según la ley argentina. Aunque la ley lo protege de sanciones penales, el episodio revela grietas sociales clave:

Ocurrió en un partido de Primera División con presencia de otros jóvenes.

No hubo supervisión adulta durante el hecho.

El árbitro asistente sufrió lesiones que reavivaron el debate sobre seguridad en estadios.


Tres factores que explican la violencia en hinchas jóvenes

1. Normalización de la agresión: En algunas hinchadas, golpear o insultar se disfraza de "pasión" por el equipo.

2. Presión grupal: Actuar violentamente para ser aceptado en el grupo, un fenómeno documentado en psicología social.

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3. Ausencia de límites: La falta de control parental y educación en valores.


¿Es un problema exclusivo de Argentina? Casos globales

Mientras en Argentina los incidentes con menores en estadios aumentan, otros países enfrentan realidades similares:

Europa: Árbitros de ligas juveniles han sido atacados por jugadores adolescentes.

EEUU: Competitividad extrema en partidos escolares deriva en agresiones entre padres y alumnos.

Diferencia clave: Países como Alemania implementan controles estrictos (ej: prohibir entradas a menores sin adultos).


Fútbol, identidad y violencia: un círculo vicioso

El caso refleja cómo ciertos elementos del fútbol argentino alimentan conductas agresivas:

Barrabravas: Usan símbolos violentos como "prueba de lealtad" al club.

Medios: Dan cobertura sensacionalista a los disturbios sin contextualizar.

Sociedad: Romantiza la figura del "hincha guerrero" en lugar del fair play.


¿Funcionan las sanciones actuales? Medidas efectivas propuestas

Tras el incidente, Godoy Cruz aun no fue sido sancionado, pero cuando se expida el comité de disciplina se espera que la sanción sea ejemplificadora, teniendo en cuenta los antecedentes por hechos similares.

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Las sanciones deportivas y económicas no resuelven de por sí el problema, se requieren acciones más profundas como por ejemplo:

Control de acceso: Prohibir la entrada a menores de 16 años sin acompañante adulto.

Educación en escuelas y clubes: capacitación sobre resolución pacífica de conflictos y respeto a árbitros.

Responsabilidad parental: Multas o trabajo comunitario para familias de menores agresores.


Más educación, menos romanticismo de la violencia

Castigar a los clubes no basta si no cambiamos cómo los jóvenes entienden el fútbol. Tres pasos clave:

1. Dejar de romantizar la violencia: Si los medios dejan de publicar fotos de barras bravas como si fueran gladiadores, y los clubes eliminan cánticos que celebran agresiones, los jóvenes tendrán menos motivos para imitar esa violencia.

2. Involucrar a ídolos: Que jugadores profesionales promuevan mensajes contra la violencia.

3. Impulsar una legislación que contemple medidas restaurativas para menores de edad en casos graves, buscando un equilibrio entre la responsabilidad por el daño causado y la protección integral de sus derechos.

A los 13 años, un niño debería imitar los goles de Messi, no las agresiones de los barrabravas. Cuando las tribunas dejen de premiar la agresión con aplausos, ese penal contra la violencia será, por fin, cobrado con justicia.

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