Agresores y violadores liberados: mujeres en peligro

Emiliana Lilloy analiza lo que está pasando en la Argentina: "Ante la liberación de los agresores, hoy las mujeres supervivientes hacen guardias rotativas durante el día y la noche".

Emiliana Lilloy

La jueza del Juzgado de Ejecución Penal N 1 de Quilmes, Julia Márquez, declaró que se han liberado durante la cuarentena 176 personas privadas de libertad por delitos contra la integridad sexual. Dijo además, que se liberan a personas condenadas por violencia de género sin denuncia del domicilio en donde la persona va a vivir y por tanto sin tomar precauciones para proteger a la víctima, entre otras cosas. Por otro lado, nadie puede dejar de mirar con asombro las excarcelaciones dictadas por el Juez Violini, que están siendo blanco de masivas críticas.

Sin perjuicio de que toda la sociedad se encuentra alarmada y asustada por este tipo de medidas (y sobre todo por cómo se están tomando, esto es, de manera masiva, en amparos multitudinarios, sin medidas de control etc), lo cierto es que ante los crecientes casos de femicidio y el aumento de las denuncias por violencia de género en más de un 40 % durante la pandemia, estas medidas vienen a agravar la situación de peligro de las mujeres en especial.

Entender que los delitos que se cometen con violencia de género están basados en una estructura de poder preexistente en nuestra sociedad y en el imaginario del agresor, hace notar la necesidad imperiosa de no liberar a las personas privadas de libertad por este tipo de delitos durante la pandemia. No al menos (y sólo en algunos casos) sin tomar extremas medidas de seguridad para proteger a la sobreviviente y su familia.

Quien lesiona, abusa o asesina mediando violencia de género lo hace contra una mujer porque es mujer. ¿Y esto qué significa? Significa que en la mente del agresor él tienen derecho a controlar ese cuerpo y esa voluntad, ya sea porque la mujer le pertenece, es inferior, porque debe dominarla porque así corresponde por ser "el hombre" o por toda una serie de estructuras creadas en las sociedades patriarcales en que vivimos que son por definición desiguales. Prueba de esto es nuestra propia legislación civil, que hasta hace poco otorgaba la jefatura del hogar al varón. Es decir, la opresión y sumisión no sólo era aceptada en nuestra sociedad sino también un mandato y una obligación legal.

Así, el femicida asesina ante la imposibilidad de controlar la voluntad de la mujer, y lo hace como una muestra definitiva de que "sí puede hacerlo", quitándole la propia vida. Esto se hace evidente cuando las estadísticas muestran que casi el 90% por ciento de los femicidios son cometidos por las parejas y ex parejas varones.

Llegados a este punto, ¿qué haría usted si no sólo no puede controlar el cuerpo y voluntad de una persona (creyendo internamente que tiene el derecho y que es justo hacerlo) sino que también es privado de su propia libertad (es decir de la libertad ambulatoria y contra su voluntad) por "una mujer", por la denuncia de esa persona que usted se sentía con derecho a controlar, golpear o abusar?

El femicidio cometido esta semana por Gustavo Guillermo Di Matteo, quien apuñaló a su ex pareja Sandra Benítez (tenían una hija en común) ni bien fue liberado en Campana Provincia de Buenos Aires, nos da un panorama de las consecuencias que puede tener la liberación así sin más, de agresores privados de libertad por violencia de género. Delitos de amenazas, violación de domicilio, desobediencia a la autoridad precedieron al crimen, pero se priorizó el derecho humano del femicida.

Sabemos que en nuestra Constitución Nacional y en las leyes penales las cárceles son para seguridad y no para castigo, y su última finalidad es la reinserción de las personas privadas de libertad. Y en este sentido, nadie duda de que las personas privadas de libertad tengan derechos humanos y que deban ser respetados sin perjuicio de la comisión de cualquier delito.

Pero lo que se discute aquí no es si estas personas tienen derechos humanos (lo cual es evidente y defendemos a ultranza) sino la violación de los derechos humanos de las mujeres y sus hijas/os. Concretamente, el derecho humano a vivir una vida sin violencia y sin el miedo constante a ser acribilladas o baleadas a la vuelta de la esquina, en el almacén o en su propia casa.

Porque tener perspectiva de género no es decir todos y todas. Es tomar medidas de emergencia tan implacables como las que se toman contra la pandemia para evitar que sigan matando a las mujeres. Es hacer participar al Ministerio de las Mujeres de los Comités de crisis y emergencia para que puedan detectar y prevenir los efectos que las medidas generales o masivas puedan tener sobre las mujeres y niñas durante la pandemia.

Por su parte, derechos humanos es trabajar en la prevención de los delitos buscando una sociedad igualitaria en todos sus aspectos, así como también es invertir el presupuesto necesario para la ampliación de las cárceles o su adecuación para que las personas privadas de libertad no vean agravadas sus condiciones de encierro por el covid-19, y no tengan que salir sin cumplir su pena, pudiendo hacerlo a su debido tiempo con los resguardos y asistencia necesaria para incorporarse a la sociedad.

Perspectiva de género es que se analice por parte de los jueces en cada caso en que haya mediado violencia de género cuál es la peligrosidad de la persona, se realicen informes y pericias, evaluando críticamente las consecuencias que puede tener esa liberación. Que no se incluya la violencia de género en bolsas comunes o requisitos generales para la concesión de prisión domiciliaria o libertad condicional como si se tratase de cualquier delito, evitando liberar a los agresores en forma masiva y sin control. Que en el caso de otorgar alguno de los beneficios a una persona privada de libertad por delitos que impliquen violencia de género, se tomen todas las medidas necesarias para proteger a las supervivientes y sus familias: pulseras, seguimiento satelital, aviso y seguridad a la víctima-superviviente (como lo establece la ley 26.485 de violencia y la ley de víctimas) etc.

Simone de Beauvoir dijo "Bastará una crisis para que los derechos de las mujeres sean cuestionados" Y es que si no se reconocen las estructuras que motivan y propician la violencia de género y por lo tanto las consecuencias que pueden tener ciertas medidas durante la pandemia, se están cuestionando nuevamente nuestros derechos: a la libre circulación, a vivir sin violencia y sin miedo, el derecho a la vida.

Ante la liberación de los agresores, hoy las mujeres supervivientes hacen guardias rotativas durante el día y la noche. Esta imagen nos habla, nos dice fuerte que si no tomamos conciencia y las medidas necesarias para el resguardo y protección de las mujeres, son ellas las que en definitiva no tendrán derechos humanos, y terminarán condenadas pagando la pena con su propia vida.


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