Confusiones de invierno

Tiene razón el Presidente cuando dice que la gente que manifestó en el "banderazo" del sábado "está confundida". Es muy probable que haya una gran confusión y que nadie sepa hacia dónde va el Gobierno. Inclusive sus integrantes, en medio de marchas, contramarchas y reclamos de "unanimidad" inadmisibles.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

El presidente de la Nación, Alberto Fernández, se muestra entrampado. Su larga lista de marchas y contramarchas, dichos y contradichos en estos escasos meses de gestión y ni hablar si se contrasta sus afirmaciones actuales con las del pasado, lo ponen en una situación difícil. Basta mencionar un par de cuestiones trascendentes, como son la pandemia y su cuarentena interminable y el caso de la cerealera Vicentin, para descubrir un camino meandroso que por momentos parece volverse un callejón sin salida.

La actitud del Presidente, que todo el tiempo está retando aquí o allá, cual reality de un solo protagonista, su paso por el cargo, no está construyendo un relato compacto, claro, preciso ni mucho menos convencido por parte de su equipo en torno a la tarea que llevan adelante. Aunque pueda tener una idea de hacia dónde ir, transmite una sensación de improvisación que inquieta.

Algunos que rescatan su figura prefieren verlo condicionado internamente. Otros, directamente deciden anularlo y negarle el derecho al ensayo y error o, y los que piden que si van a experimentar con la gestión, lo hagan con muestras más pequeñas que produzcan efectos colaterales de menos impacto.

Pero en el fondo parece haber un alto grado de confusión y lo que sería una confirmación de tal estado propio es pretender que el resto lo está: "Es gente que está confundida", dijo el Presidente cuando se le consultó en torno al "banderazo" del sábado que organizó un amplio espectro de la oposición, gente a la que no le cae bien lo que está decidiendo el Gobierno en muchos aspectos.

Entonces, ¿quiénes son los confundidos?

- Se confunde haber ganado una elección con haber sido el destinatario de un cheque en blanco, desconociendo el juego de mayorías y minorías que implica el sistema constitucional que rige en a Argentina.

- Se confunde el ejercicio del comando del Poder Ejecutivo con la suma del poder público, al intervenir en acciones de los otros dos poderes del Estado creyéndose rector del resto y además, confundiendo Estado con Gobierno.

- Se confunde responsabilidad de conducir los destinos de un país en una situación de crisis diversas (sanitaria, económica, social) con regir los destinos individuales, en forma extremadamente paternalista, pero de los padres "a la antigua", al considerar que nadie sabe más que "el que manda".

- En esto hay que decir que también se confunde "mandar" con "gobernar". La democracia como la entendieron los fundadores del sistema representativo, republicano y federal, implica el reconocimiento de que hay otras fuerzas políticas y el libre ejercicio de las ideas. Se confunde respaldo electoral el año pasado con apoyo cerrado y permanente "per se" hasta el próximo turno electoral.

- Se confunde "unidad de los argentinos y las argentinas", tal el eslogan omnipresente, con "unanimidad". Esta última pretensión desacreditaría por completo el carácter democrático de la gestión y la representaría como otra cosa, no pactada previamente, fuera de la agenda constitucional.

- Se confunde el concepto de federalismo. El propio Presidente dijo el viernes que significa que las provincias deben consultarse entre sí las decisiones y actuar en consenso, dejando al poder del Puerto por encima de todo y desconociendo las autonomías provinciales, vistas desde la realidad porteñocéntrica posiblemente como un grupo de rebeldías salvajes a las que hay que domar a cómo dé lugar. 

- Se confunde período de gobierno con reinicio o anulación de todos los acuerdos de Estado preexistentes a su asunción. En Mendoza lo estamos viendo por la insólita interpretación que el propio Alberto Fernández, su ministro del Interior Eduardo de Pedro y su jefe de Gabinete Santiago Cafiero, además de numerosos defensores locales de su pifia, están haciendo de las razones del aporte nacional a la obra de Portezuelo del Viento. Si eso no es confusión es algo peor: es un ataque, intento de despojo, declaración de sometimiento o deseo de manipulación política de la autonomía mendocina a su favor, más allá de haberse equivocado en menciones de ríos, en creer que no hay estudios de impacto ambiental o en sostener que debería haber un nuevo acuerdo de las provincias para que Mendoza reciba lo que corresponde.

Hay numerosas confusiones en el núcleo político que gobierna nuestro país y resaltan a la vista. A nadie le gusta que sea así, porque las consecuencias de desorganización, falta de rumbo concreto y las contramarchas, generan desasosiego, incertidumbre y hasta ausencia de respeto a los protagonistas diarios de la agenda del Estado. Todo, en medio de una situación en la que solamente tiene garantizado el depósito de un salario una porción de la población y el resto, lejos de tener derecho a confundirse, debe actuar con pasos firmes como nunca antes para poder subsistir.

Las frases hechas y los eslóganes no son combustible de una gestión que requiere mucho más que eso: necesita planes y acciones dentro del marco de la ley que existe y no del marco constitucional soñado, que puede ser otro, pero que no está en la vida real institucional.

Se insiste con que "la Patria es el otro", pero lo circunscriben "al otro que coincide cien por ciento conmigo", dejando afuera a las disidencias políticas, los que piensan de otra forma y creen que para bailar un tango hacen falta dos: no hay democracia sin equilibrio de poderes ni divergencias políticas.

El consenso que permite que subsistan las democracias es básico: todos deben reconocer al otro, con todos sus derechos y no pretender todo el tiempo que se disciplinen detrás de un mando, de una idea única. Debate, discusión o diálogo, pero en la diversidad.

El Presidente cree que quienes protestan en contra de sus idas y vueltas están confundidos. Y es probable que todo este entuerto sea producto de una gran confusión: nadie sabe hacia dónde va este Gobierno. Tampoco parecen conocerlo sus integrantes.

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