Cuento de princesa y monstruo
La ficción como forma catalizadora de la realidad. La escritora Evangelina Mayol escribió esta historia, conmocionada por el femicidio de Florencia Romano.
Fernanda había terminado el segundo año del secundario y se disponía a pasar un verano divertido, compartiendo con amigos, escuchando música y yendo a bailar. Entre sus compañeras de curso se destacaba por su altura y por ser una de las más populares, evidenciado además en el número de seguidores de su cuenta de Instagram. Quienes no la conocían apresuran a calcularle unos 18 años, cuatro menos de los que tenia. Ese año había sido bastante diferente a lo planificado.
Todas esas clases por zoom se habían vuelto rutinarias y difíciles de soportar. Lo que más extrañaba eran sus amigos, por suerte seguían conectados por las redes y desde hacía un tiempo habían vuelto a verse en sus casas. Pero no podía quejarse pensaba, si no hubiese sido por la pandemia tal vez no hubiera conocido a Martín. Era tan especial, conocía cada detalle suyo, distinto de los chicos que ella conocía. Responderle por las redes aquella tarde la transportó a un mundo diferente. Cada mensaje que llegaba de él le generaban unas ganas de salir corriendo hasta encontrarlo y por fin poder verlo en persona. Cada noche ya en la cama volvía a mirar su fotografía en el celu hasta quedarse dormida.
Su familia se componía de dos hermanos mayores varones y sus padres. Para su madre era la reina de la casa ,su padre en cambio prefería decirle princesa. Los hermanos simplemente la llamaban Fer, al igual que sus compañeros de curso.
Le gustaba comprarse ropa, mirarse en el espejo y sacarse selfies que inmediatamente subía a su cuenta .Se cuidaba de las comidas para no engordar, quería ser modelo algún día había dicho en varias oportunidades. Su madre la miraba con orgullo y siempre le decía - "cada día más linda mi reina, ya vas a ver qué vas a conocer cuando seas mayor a tu príncipe azul y serás muy feliz". Después le soltaba los argumentos de que la vida antes era muy difícil que tuvo que trabajar y no pudo terminar los estudios. Fer hacía como que la escuchaba pero la historia la conocía de memoria. El relato seguía con un," después conocí a tu padre, vinieron ustedes y nunca quisimos que les faltara nada". Fernanda en cambio seguía probándose ropa sin saber que ponerse para ese día tan especial.
"Escuchá bien lo que te voy a decir mi reina"- el monólogo parecía no tener fin-, "queremos con tu padre darles lo mejor, que estudien, se diviertan que primero, que conozcas muchos chicos ,hasta que llegue el indicado, pero para eso hay tiempo". Por un momento mantuvo silencio y pensó que su hija era aún más linda, inteligente y segura que ella a su edad. Al darse cuenta que su hija estaba más pendiente del vestuario que de su charla, le preguntó si iba a salir esa tarde.
"¡¡¡Ay, mamá!!!, ya te dije que me voy a juntar con mis amigas y vamos a ir a dar una vuelta", contestó algo nerviosa. "Bueno hija"-dijo Beatriz-, que así se llamaba su madre," mandame un mensaje diciéndome en qué casa van a estar para quedarme tranquila"." Y si mejor se vienen a casa todas- agregó- les hago unas pizzas caseras y hasta se pueden quedar a dormir si se organizan".
Fernanda tiró la campera que se estaba probando sobre la cama con fuerza . "Mamá, cuántas veces te voy a decir que primero vamos a dar una vuelta y ahí vemos qué hacemos".
"Bueno hija era una sugerencia no te pongas así, tenés razón este año ha sido difícil para todos, vayan a divertirse, mándame un..." - su hija le cortó la frase en seco. " Si mamá ya sé, te mando un mensaje, ya soy grande y sé cuidarme sola".
Beatriz la abrazó y le dijo como cada vez que salía que la amaba y que era la reina de su corazón. Fernanda le devolvió el abrazo y salió de su casa.
Después de tomar dos colectivos llegó a la dirección que le pasó Martín, desde el celular de su tío. Por fin vamos a conocernos pensaba. Martín le había pedido que esta primera vez se encontraran en la casa de su tío que les iba a prestar la casa para estar más tranquilos y qué no contara nada de su encuentro hasta después de conocerse. Era la primera vez que mentía en su casa para salir, eso la hacía sentir un poco extraña. En el trayecto un par de veces pensó en volverse, pero las ganas de conocerlo eran más fuertes.
Hacía rato que Martín no le escribía, que como no era su teléfono no podía usarlo tanto, y que la esperaba .Tocó el timbre en la dirección señalada, las manos le transpiraban y al corazón lo sentía latiendo hasta en la boca.
Abrió la puerta un hombre que la trató amablemente y la invitó a pasar, diciendo ser el tío de Martín. La casa tenía las ventanas cerradas y se escuchaba música.
Le dijo que Martín ya venía que había ido a comprar algo para comer y tomar, "cuando él llegue- le explicó-, "yo me voy para que hablen tranquilos".
Fernanda no hablaba, estaba incómoda, Martín no le había dicho que iba a estar su tío en la casa. "Mejor lo espero afuera"- e hizo un intento por volver a salir. El sujeto le cerró el paso, cambió su expresión y entre insultos la levantó en el aire, puso llave a la puerta y la arrastró hacia adentro. Hubo forcejeos y los gritos de Fernanda llamando a su madre eran apagados por la música que ahora estaba al volumen máximo.
Los golpes siguieron y como no paraba de gritar, la tomó por el cuello y la apagó primero a ella, después a la música y finalmente al celular que había empezado a sonar.