El Evangelio según San Mateo: una obra de arte y una poesía de Pier Paolo Pasolini

El profesor José Jorge Chade, de la Fundación Bologna Mendoza, se centra en Pier Paolo Pasolini y su enorme obra, a 100 años de su nacimiento.

José Jorge Chade
Presidente Honorario de la Fundación Bologna Mendoza

Más allá de ser un escritor o cineasta, fue sobre todo un poeta ( Alberto Moravia, en el discurso que entonó el día de su funeral, lo reconocía como uno de los pocos y verdaderos poetas del siglo XX). Esto es posible reconocerlo en cada instante o fragmento de toda su producción artística.

Por ello quiero destacar que Pasolini siempre ha representado un punto de referencia en la historia de diversas instituciones, la Fundación Bologna Mendoza dedica siempre atención a las personalidades italianas relevantes científica y culturalmente. Este año, después de haber celebrado al Dante Alighieri, lo dedicamos a su vida, su obra, la importancia y trascendencia que tiene para la cultura italiana e internacional. Pasolini fue un gran intelectual que utilizó infinitas formas para expresar una visión del mundo que todavía nos pertenece. Poeta, ensayista, novelista y cineasta, siempre ha sido un intelectual políticamente comprometido, demostrando que la Cultura con "C " mayúscula nunca puede desligarse de los grandes desafíos sociales de su tiempo. Es así que en noviembre próximo se realizará en nuestra ciudad un concierto coral dedicado a él, al conmemorarse los 100 años de su nacimiento. Intentaré con este artículo hacer una recopilación bibiográfica de solamente una parte de sus multifacéticas capacidades.

Entre las películas cinematográficas centradas en la figura de Cristo se encuentra, sin duda, El Evangelio según Mateo, la película dirigida en 1964 por el maestro Pier Paolo Pasolini, fiel reproducción del Evangelio según Mateo desde el momento de la Anunciación. a la Resurrección de Jesús Se recorren las etapas de la vida de Jesucristo sin variaciones en la historia, ni siquiera cambios textuales con respecto a la versión de San Mateo. El Evangelio de Pasolini no pretendía cuestionar dogmatismos ni mitos, sino hacer aflorar la idea de la muerte, uno de los temas fundamentales de su poética. Lo recordamos a través de los puntos de vista de dos críticos (Aruna Vasudev y Gianni Volpi).

"El Evangelio según Mateo es una película única por muchas razones. Reconstruye el Nuevo Testamento utilizando un elenco íntegramente no profesional, escenarios toscos y completamente verosímiles y una fotografía en blanco y negro casi documental en la estela del Neorrealismo, que tuvo una gran influencia en las primeras etapas de la carrera de Pasolini. Aunque el director no era creyente, su personalidad radical e inconformista quizás se sintió atraída por la idea de un Cristo concebido como agitador y revolucionario que exige respeto, incluso como demagogo. Pero el verdadero éxito de esta obra maestra se debe a la elección de Pasolini de confiar el papel de Cristo a un joven estudiante de literatura española, Enrique Irazoqui.

En el milagro de los panes y los peces, cuando Cristo multiplica cinco panes y dos peces en una cantidad inagotable para una multitud de personas, pide a sus seguidores que crucen un canal en barca, diciéndoles que se reunirá con ellos al otro lado. Durante el traslado, los fieles ven un fantasma lejano acercándose a ellos sobre el agua. Cae el silencio, el viento se desvanece, el agua deja de agitarse, mientras destellos luminosos juegan sobre ella. Y vemos a Cristo realizar otro milagro. La belleza desnuda del plano general sobre la silueta de Cristo caminando sobre el agua es reveladora. No solo porque es capaz de rivalizar con los efectos especiales digitales de cualquier película contemporánea, sino también porque llama la atención dentro de una obra cuyo enfoque, por lo demás, es enteramente neorrealista. Es un momento sublime".

Reconocido director ateo, realizó una de las más sorprendentes y controvertidas versiones cinematográficas de la Pasión

En 1962, Pier Paolo Pasolini acudió a un congreso celebrado en Asís, donde cristianos y marxistas debatieron algunas partes de la Biblia. Religión e ideología intentaban acercar posturas, haciendo relecturas conjuntas y casi siempre encontradas, en busca de una materia común.

Fue entonces cuando Pasolini se enamoró del evangelio según San Mateo, que es el menos especulativo y el más concreto con respecto a la figura de Jesucristo. Le gustó sobre todo que no apareciese como un profeta de púlpito a quien los demás debían acercarse, sino como un viajero dispuesto a alimentarse por el camino y al mismo tiempo lo bastante determinado para entregar sus enseñanzas allí por donde pasase.

Cristo, a diferencia de otros viajeros, no era ni un conquistador ni un comerciante. Quería liberarse y liberar. Su tarea, claro, no era sencilla. Debía renunciar a su condición de hombre si quería recordársela a los demás.

Al año siguiente, Pasolini hizo un viaje a Palestina e Israel en busca de localizaciones para rodar poco después El evangelio según San Mateo, que en realidad se titula El evangelio según Mateo, quizá porque la santificación del personaje a él no le resultaba necesaria.

De aquel viaje surgió Sopraluoghi in Palestinaper il film "Il vangelo secondo Matteo" (1963), un mediometraje donde se traza el mapa real del camino que siguió Jesucristo hasta su muerte, mientras el nuevo estado de Israel desmontaba poco a poco la posibilidad de encontrar en él algún atisbo de las antiguas verdades.

Las alambradas, el ejército, los kibutzs y el arrinconamiento de los palestinos habían borrado la esencialidad de los paisajes, también habían borrado la espontaneidad de los seres humanos, aunque los niños árabes aún fuesen capaces de sonreír.

Con cada plano, Pasolini sólo apuntalaba la imposibilidad de filmar una historia real en un lugar así. Su intención no pasaba por articular el texto con el lenguaje cinematográfico sino con la realidad, si no quería caer en la tentación hollywoodiense de crear un espectáculo.

Para él, no se trataba de filmar la narración de una aventura sino más bien de filmar la aventura de una narración. Por eso regresó a Italia determinado a encontrar allí, en el sur, escenarios todavía vírgenes donde la historia de Jesucristo fuese un ejemplo de modernización social que, paradójicamente, se oponía a la modernidad.

De alguna forma, Pasolini lo que intentaba mostrarnos era una versión antropológica más allá de nuestras escalas de poder, sin considerar a un pueblo inferior ante otro ni a un ser inferior ante los demás. Quería redefinirnos a través de una dignificación humana, oponiéndose a cualquier cosificación cultural o social.

A Pasolini le interesaron mucho las enseñanzas de Cristo, que convertían en bienaventurados a los que sufren y padecen necesidad, que intentaban fortalecer a los más débiles, que denunciaban la intransigencia de quienes detentan el poder, que denunciaban la falta de empatía y que celebraban el dolor como quien concibe la vida a partir de su descomposición.


No le interesaba, sin embargo, el ser todopoderoso que había descrito el cine hasta ese momento. Eso fue lo que lo empujó a dedicar su película al Papa Juan XXIII, que abogó en el Concilio Vaticano II por una Iglesia sin grandilocuencia, más apegada a los Textos Sagrados que a su interpretación.

Y eso mismo fue lo que lo empujó a rodar El evangelio según San Mateo sin atender a otros modelos fílmicos, evitando así la tentación de la intertextualidad cinematográfica aunque atento pese a todo a modelos pictóricos despojados de todo efectismo, como Giotto o Piero de la Francesca.

También fue lo que lo determinó a buscar a un actor virgen, sin experiencia previa delante de una cámara, para interpretar a Jesucristo. De ahí surgió Enrique Irazoqui.

Lo que hasta hoy mismo sigue resultando asombroso en esta película de Pier Paolo Pasolini es su falta de conciencia sobre lo que cuenta, convirtiéndose en lo que es a medida que avanza. Jesucristo no sabe que es Jesucristo desde el principio, lo descubre -al mismo tiempo que lo descubrimos los espectadores- mientras avanza por el desierto, sin un rumbo concreto pero en dirección de su destino.

Por eso en tantos momentos se comporta como hombre, doliente ante sus padecimientos o iracundo ante la estupidez. Tiene sed, grita. Sonríe, se enoja. Habla, escucha. Camina, se para. De algún modo, el paisaje lo moldea igual que él moldea a quienes lo habitan, haciéndoles ver quiénes son y no quienes les han obligado a ser las circunstancias.

Si el cine consiguió que una imagen se pusiese en movimiento, Pier Paolo Pasolini parece querer ceñirse a ese prodigio, atento a una austeridad compositiva que rechaza la imagen en sí misma y que la convierte en un proceso.

Sus desiertos, por así decirlo, son espacios -como se decía en aquel western- y los espacios se cruzan. No son postales ni lugares donde el exotismo justifique un encuadre, son sólo pasos, fragmentos de un viaje que hasta hoy en día no se ha acabado, quizás porque nunca terminará de desvelarnos sus secretos.

"Pasolini hace aquí una lectura integral del Evangelio de Mateo que está colocado entre las piedras de la ciudad de Matera que le permiten, dice, una transposición no arqueológica del mundo antiguo al mundo moderno. En el Evangelio, Pasolini transpone, con sangrienta sinceridad y sentido vivido de lo sagrado, sus propios "elementos religiosos malignos, ardientes, esquivos". Y lo hace siguiendo el hilo de una visión cristiana primitiva que niega toda confianza en la Iglesia-Institución, recuperando en cambio valores que forman parte de otras ideologías, en primer lugar el marxismo. La suya es una religión que quiere hablar a los pobres del mundo, y en ella se funden pasión e ideología: como un cineasta cuya grandeza no se puede separar de sus ideas.

Su poesía es, literalmente, un mensaje vital y escandaloso. Su Cristo ermitaño es un predicador violento de una verdad radical, su palabra, rigurosamente filológica, se plasma en el lenguaje escrito de la realidad (es también el título de uno de sus "ensayos heréticos"). Lo sagrado, en su caducidad, se convierte en lenguaje activo, crudo, pero también, a la manera pasoliniana, de un sincretismo original y culto de figuraciones que busca entre las personas reales el tipo original correspondiente al modelo pictórico. En otras palabras, moravos, en Pasolini la realidad se manifiesta como cultura. Y en el Evangelio produce ese relato "épico en la pobreza y suntuoso en la sencillez" que impresiona".

Pasolini analiza, reconoce y denuncia la involución de nuestra sociedad con sus rupturas e injusticias, reaccionando con provocaciones personales en la portada del Corriere della Sera que provan un escándalo (desde su No a la legalización del aborto, hasta la propuesta de abolir la TV y la escuela secundaria), no sólo entre sus opositores, sino también en el mundo de la izquierda. Todo esto le convierte no sólo en un gran autor, sino también en una gran persona.


BIBLIOGRAFÍA

Articulo Revista ALETEIA. Hilario J. Rodríguez - publicado el 19/04/1999

Articulo El País. JUAN ARIAS. 20/12/2021

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