En memoria de Mabel Bravo y Mario Juliano: los buenos no van al Cielo

"La muerte no los hace ni más grandes ni mejores, por el contrario es la reflexión ante la incomprensible sensación de soledad y angustia por el amigo y amiga idos". Un homenaje para dos, de Carlos Varela Álvarez.

Carlos Varela Álvarez

En la mañana de este martes, me llamó Miguel desde Santiago del Estero, un abogado amigo, quien me dejó helado. Mabel con quien había estado hablando y trabajando la semana pasada había muerto. De mediana edad, con un hijo adulto, esta mujer desconocida para cualquier lector que no sea de esa ciudad, fue una abogada extraordinaria, no tanto por su capacidad o conocimientos, sino por la pasión que le puso a su profesión hasta el final. 

Murió según supe después, casi en la extrema pobreza, pero jamás me lo contó, por el contrario me hablaba siempre de otra colega que estaba ayudando en esta pandemia de cesantes y exiliados del sistema y que le estaba llevando comida a un detenido al que nadie iba a ver por estar prohibido y no tenía a nadie más que su abogada y su inocencia declarada. Así era Mabel, a quien conocí peleándose por el campesinado santiagueño en la provincia más feudal que he conocido, donde Juárez y la Nina fueron reemplazados y mejorados por Zamora y su esposa.

Mabel me dejó un ejemplo de vida difícil de superar, para mi ella nunca será olvido.

Termina la semana y la muerte nos informa que Mario Juliano ha partido sin despedirse. Para muchos abogados Mario ha sido un nutriente indispensable. Abogado, juez en Necochea, ciclista, emprendedor, fanático del juicio por jurado, obtusamente contrario a la prisión perpetua y las esposas fue una mente abierta y democrática y en su revista digital "Pensamiento Penal" nos abarcaba a todos y todas. Fue sin exclusión el espacio de la doctrina, la capacitación y la información indispensable tener la última novedad.

Repentina muerte del juez Mario Juliano, antes de participar en la audiencia por la prisión perpetua en Mendoza

Conté con sus Amicus para distintos casos de Argentina y de fuera del país y también como Perito. Nunca preguntó para quien ni porqué, sólo si el tema le gustaba, allí en la casilla de mensajes de correo, estaba el escrito a pedido.

La pandemia del 2020 será imposible de olvidar por las tragedias y los cambios pero lo será más en lo personal por los humanos que ya no darán el presente, que no contestarán los correos, y donde el tilde de whatsapp ya no tendrá el visto.

El consuelo será la memoria, y los recuerdos de encuentros, de risas y estrategias, de dudas y argumentos, de favores sólo entendibles de personas nobles y únicas como Mabel y Mario.

La muerte no los hace ni más grandes ni mejores, por el contrario es la reflexión ante la incomprensible sensación de soledad y angustia por el amigo y amiga idos.

Nos quedan las preguntas, y por supuesto los abrazos al aire, y buscar dónde se van los buenos, porque el cielo debe estar completo y con las puertas cerradas, seguro todos allí en cuarentena eterna.

Mabel y Mario seguro buscando al otro, al extraño, al próximo, como sólo saben hacerlo los que cuando se van es insoportable el dolor de no verlos más.

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