El relato oficial: aumentos de tarifas que no son aumentos, ajustes que no ajustan, devaluaciones que no devalúan

Mientras el ministro de economía aplica cierta ortodoxia, los cuadros políticos inventan lenguajes para decir que no hacen lo que hacen. La columna del domingo de Rodolfo Cavagnaro, con análisis y opinión de la política y la economía.

Rodolfo Cavagnaro

Desde la llegada de Sergio Massa al Ministerio de eEconomía se tuvieron que tomar una serie de decisiones que no eran de la simpatía de la vicepresidenta Cristina Kirchner, pero entendiendo que no había otro camino, ordenó específicamente usar terminología que nunca implicara al Justicialismo haciendo lo que realmente estaban haciendo.

El primer episodio fue cuando se anunciaron los esquemas para retirar los subsidios en las tarifas de luz, gas y agua. En esa ocasión se analizaba cuánto aumentarías las tarifas para los usuarios, en función de la segmentación por la cual harías esquemas de subsidios diferenciados. Era razonable porque los usuarios querían saber cuánto les aumentarían las boletas a pagar. En esa ocasión, los funcionarios fueron tajantes: "No hay aumentos de tarifas, hay redistribución de subsidios".

Siguiendo con el uso de eufemismos, luego vino el turno de achicar gastos, para lo cual se comenzó a trabajar con los presupuestos de cada ministerio y las ejecuciones presupuestarias, a partir de lo cual se eliminaron partidas de gastos futuros por cerca de 200.000 millones de pesos. Cuando algunos sectores plantearon el esquema como un ajuste, que era lo que correspondían, la respuesta fue. "No hay ajuste, solo redistribución de partidas". Si eso fuera así, el gasto se mantendría igual. Sin embargo, hubo una importante disminución en las cuales no se tuvo en cuenta la finalidad social más o menos importante, por eso es un ajuste.

El último ensayo se dio con la aplicación de lo que se denominó "dólar soja" por el cual se les reconoce a los exportadores $200 por dólar, contra los $141 que vale en el mercado oficial. Por supuesto esto no es una devaluación sino una mejora transitoria. Como sea, el Banco Central ha comprado más de 1.600 millones de dólares en la semana. No obstante, y calculando que se puedan cumplir los objetivos del programa, el BCRA sigue restringiendo importaciones, asegurando que la recesión sea segura en los próximos meses.

Por ahora, estas medidas han conseguido tranquilizar temporalmente las cotizaciones de los dólares paralelos. Esta semana el blue tuvo oscilaciones bruscas, hacia arriba y hacia abajo y finalmente quedó en valores cercanos a los del fin de semana anterior. Estos valores, que so muy bajos, podrían salta si se estimula demanda para viajar al exterior.

Mientras tanto, el dólar en el mundo se sigue apreciando. El mismo día que la Unión Europea anunciaba una brusca suba de tasas del 0,75%, el titula de la Fed avisaba que habría nuevas subas para fortalecer la actividad económica y combatir la inflación, aunque a un ritmo menor. Esto anuló las mejoras de la moneda europea, que sigue cotizando por debajo de la par de la moneda norteamericana.

Con estas medidas Massa está consiguiendo tiempo y estirando hacia el futuro las decisiones más complejas. Si su coalición llega a triunfar en las elecciones, les tocará hacerlo y el mercado no será benévolo ante los desvíos. Mientras el ministro gana un poco de tiempo con la parte cambiaria, a partir de los préstamos convenidos con organismos internacionales, se le siguen complicando dos frentes: el nivel de actividad y la inflación.

Inflación y recesión en marcha

La semana próxima se conocerán los datos de la inflación de agosto que contarán con un aliado para no ser más alto de lo que será: el precio de la carne. Este alimento casi esencial en el hábito argentino no creció durante el mes pasado. Es que, producto de la sequía, muchos campos de engorde no estaban en condiciones de recibir animales y por ello, salvo lo que se hace en feed lot, los productores decidieron mandar a faena a los terneros, lo que ha generado una mayor oferta de este tipo de carnes que, si bien no ha bajado, tampoco subió.

Los cálculos privados ubican al IPC de agosto entre 6,5 y 7%, lo que le permitirá al gobierno festejar una "desaceleración". Aunque parezca de locos festejar un índice semejante, seguramente veremos el espectáculo en vivo. Pero el problema pasa por la proyección de los índices para los próximos meses. En principio, comienzan a regir los aumentos de tarifas y servicios públicos, que tendrán un impacto primario en los usuarios, pero luego tendrán una traslación en los costos de bienes y servicios.

No obstante, siguen preocupando los problemas productivos por falta de dólares para importar insumos y esto tiene paralizadas a muchas empresas y a varios sectores. En estos casos se vuelve a repetir lo mismo de siempre. Ante la falta de insumos hay menos actividad y los precios suben por efecto desconfianza. De todos modos, la inercia inflacionaria sigue presente y en algún momento se despertarán otros rubros.

Con el tema del dólar especial para la soja se generó una demanda de muchos sectores. Es que claramente el dólar oficial está atrasado y esto se ha visto mucho más en los últimos meses con la suba de la divisa en los mercados internacionales. La escasa posibilidad de vender en el exterior no hace bajar los precios internos, sino que los hace subir. Las exportaciones permitían subsidiar ventas internas, pero al no poder hacerlo por perder mercados, las empresas cargas todos los costos en el mercado interno, aunque vendan menos.

Sin riesgo de corrida cambiaria a la vista, el problema será la inflación, que seguramente se mantendrá en un rango entre 5 y 6% para terminar el año por encima del 100%. Hasta ahora, los salarios han venido perdiendo ante la inflación y no hay miras que la situación se pueda revertir, por lo que la demanda interna que dará bastante lesionada, sin posibilidad de compensarla con ventas externas.


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