La culpa es del fiscal Giaroli

¿El que investiga y alerta sobre posibles perjuicios, pierde? Aquí, Pablo Gómez se enfoca en el caso Ganancias Deportivas, que tiene miles de seguidores pero que representa, a los ojos de la justicia, un caso abierto y sospechoso.

Pablo Gómez

Los habitantes de este lado del planeta somos de andarle esquivando al bulto, cuando de hacernos cargo de nuestros errores se trata. De hecho, tenemos en nuestro país la famosa frase que reza "¿Yo?, argentino", y que no implica otra cosa que encogerse de hombros ante un mal general, correrse a un costado, y dejar que la culpa pase de largo para que de esa situación se hagan cargo otras personas: no sé de quién es la responsabilidad, pero de algo tengo certeza, y es que yo, soy inocente. Y es más que interesante que, para declararnos inocentes, no hagamos referencia a esa misma palabra o a alguno de sus sinónimos, sino a nuestro gentilicio: al parecer, por el simple hecho de vivir en Argentina, somos inocentes de los males generales que puedan aquejarnos. Y entre las personas a quienes nos gusta culpar tenemos a dos grandes grupos a la hora de señalar con el dedo: o bien la cosa es culpa de un complot internacional que quiere condenarnos injustamente como Nación, o bien la culpa es del gobierno. Ese gobierno puede ser municipal, provincial o nacional, o bien puede ser el poder ejecutivo, el legislativo o el judicial: no importa, lo que sí es claro, es que la culpa no es mía.

Y en estos días, en el sur provincial han encontrado a un nuevo culpable de los males generales de la sociedad, y al parecer la persona señalada con el dedo es el fiscal Giaroli, que habría tenido el tupé de andar echando a perder el maravilloso negocio de algunos emprendedores, y como tal, se lo acusa por redes sociales de oponerse a las iniciativas privadas innovadoras. Y es que el fiscal anda diciendo por ahí que hay probablemente una estafa piramidal que afecta a buena parte de los habitantes del sur mendocino, que bien puede llegar a ser la mitad de la población que vive en San Rafael y General Alvear.

El fiscal ha investigado y publicado que, si alguien desde una web te pide que conviertas tus ahorros en criptomonedas y se los deposites a ellos en una cuenta de casi imposible rastreo, y te juran desde esa página de internet que te darán el triple de ganancias que un banco, en una operación que la hacen desde un país que ha sido históricamente considerado paraíso fiscal... bueno, el fiscal (y por qué no sumarle, el sentido común) dice que quizá te estén engañando, que deberías considerar la posibilidad de que sea una estafa.

Así critican al fiscal Giaroli. Se creen "innovadores".

Habría que sumarle que te dan más ganancias si sumás a más personas, y que tenés que esperar al menos seis meses para recuperar tu dinero, en un formato muy parecido al que un tal Carlo Ponzi desarrolló hace alrededor de un siglo y que se denomina "estafa piramidal". Esto es: te dicen que usan tu dinero para generar ganancias pero en realidad solo te pagan, si estás entre los primeros, con los fondos de los nuevos aportantes; hasta que la gente deja de sumarse, momento en que quien está a cargo de la estafa deja de pagar, y desaparece con tus ahorros. Ponzi tuvo que huir de las personas que estafó, desde Estados Unidos a Brasil; ya no es necesario: el anonimato de internet y las criptomonedas posiblemente permita a los estafadores disfrutar de sus ganancias sin moverse de su hogar, dulce hogar. Distinta será seguramente la suerte de quienes suman a conocidos y familiares a la "timba" financiera: ya deberían ir pensando en cómo poner sus cuerpos a salvo, cuando en el barrio les pretendan cobrar por los ahorros entregados.

El fiscal Giaroli está también investigando la muerte dudosa de más de una decena de personas mayores, por covid, en un geriátrico del sur: no estaban vacunadas contra el maldito virus. Pero uno de los responsables del lugar, en vez de hacer un mea culpa, dijo a los medios que quizá fallecieron porque el gobierno vacunó a esas personas contra la gripe. Sí, no es un error de tipeo: la culpa es nuevamente del gobierno, que obligó a la gente a vacunarse, y no de quienes evitaron la inmunización de las personas internadas contra el virus que tiene en vilo al planeta.

Es claramente más fácil poner la culpa en otras personas. Y puede que en algunos casos sea correcto el planteo. Pero la verdad es que, si no aprendemos como sociedad que debemos hacernos cargo de nuestros errores, difícilmente alguna vez logremos disfrutar de nuestras supuestas virtudes. El éxito como país solo nos será permitido (quizá) si aprendemos de nuestros yerros y logramos avanzar como sociedad. Culpando siempre a otra gente de lo que nos sale mal, nos auto-condenamos a repetir una y otra vez los mismos dramas, a volver a tropezar con la misma pequeña piedra. Es nuestra difícil tarea aceptar las responsabilidades que nos tocan en cada una de las decisiones que habitualmente tomamos, ya sea eligiendo donde poner nuestros ahorros, en qué institución confiar, o a quienes votar para que nos representen. La leche derramada solo sirve para llorar sobre ella: la solución no es llorar más fuerte, sino dejar de derramarla.


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