El trato que les damos a nuestros visitantes
Las pésimas condiciones con las que el gobierno nacional sostiene el funcionamiento de la Aduana de Horcones, en foco por parte del presidente de la Unión Comercial e Industrial de Mendoza (UCIM), Daniel Ariosto.
Si Mendoza quiere ser en serio un polo turístico internacional va a tener que tomar otro rumbo.
Nuestro país hoy tiene un tipo de cambio que favorece la visita de extranjeros, es verdad. La provincia tiene muchas bellezas naturales y tiene desarrollado, gracias a los privados, el turismo enológico destinado a un turismo de un alto poder adquisitivo. Significan ventajas coyunturales y permanentes, respectivamente pero solo con eso no alcanza.
El fin de semana pasado, fin de semana largo para los chilenos, significó una gran oportunidad para que miles de trasandinos (entre 6000 y 10000 según algunas informaciones) visitaran nuestra provincia e invirtieran en una economía tan necesitada de oxígeno.
La inversión que puede hacer cualquier mendocino para obtener un rédito inédito
Hasta ahí todo excelente. Pero, la gente tiene que cruzar un paso fronterizo que es el motivo que nos ocupa en este momento.
Fuera de los cierres arbitrarios o no, por motivos que por lo general son climáticos (que a veces generan dudas) y que impiden el libre desplazamiento de transportes particulares, de pasajeros y de mercaderías, lo hemos mencionado en numerosas oportunidades, la falta de infraestructura es grave y por muchos motivos permanente.
Decir que 10.000 personas debieron soportar 20 horas de espera parece propio de otras épocas o dignos de películas que se proyectan durante Halloween, dado el caso.
Qué pasa si esas personas tienen que acceder a baños dignos del siglo pasado, sin agua, escasos o acudir a realizar sus necesidades fisiológicas a la montaña.
Qué pasa si esa misma gente tras largas horas de espera, tras quejarse recibe una respuestas parecida a "Si no le gusta se puede volver a su país" de parte de funcionarios nacionales.
Y finalmente, qué pasa si esas mismas personas: mujeres, niños, hombres, son víctimas o protagonizan hechos de violencia hartos de la espera y de los inescrupulosos que decidieron no respetar a los demás e intentar ganar lugares.
Todo esto sin ningún tipo de control, acompañamiento ni asistencia de algún argentino o mendocino y solo librados a la solidaridad (o todo lo contrario) de otros transeúntes que durante 10 km estaban desamparados de la presencia del Estado nacional y también provincial.
Sumemos a esto la escasez de combustible existente en nuestro país: combo que sumó más angustia y demoras a quienes quisieron cargar.
De más está decir que ante este panorama, muchos decidieron volverse, con las consecuencias de imagen y económicas que esto significa.
Dado que tenían muchos días, muchos de estos "turistas" decidieron continuar con esta travesía en la que, no exageramos, pusieron en cierta forma en riesgo su vida o su salud.
¿Es el turismo una aventura en la que uno primero la tiene que pasar mal para después pasarla bien? En pleno siglo XXI está sumamente claro que los turistas deben disfrutar de la experiencia desde que pisan el suelo argentino hasta que vuelven a su país.
Desde hace años la UCIM viene reclamando no solo ante la opinión pública que el Paso, como ente administrativo conformado por múltiples organismos, tiene millones de falencias que deben ser mejoradas por las autoridades nacionales y para eso estamos haciendo gestiones en compañía de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios. Eso sólo pensando en el momento en el trámite de registrar la salida o ingreso del país o cargas.
El tema del tránsito es otra cosa y tiene que ver más con el tratamiento que les damos a las personas que recorren nuestros caminos (nacionales y provinciales) sean nacionales, provinciales, turistas, trabajadores, chilenos, brasileros, europeos o quien sea.
Por supuesto que ambos son la cara de una misma moneda, parte de la misma experiencia.
La Nación no responde a nuestros reclamos, es cierto. Estamos a poco más de mil kilómetros del "centro neurálgico" del país y lo que no sucede en Buenos Aires parece que no sucede pero Mendoza, si realmente decide ser una provincia turística no puede mirar para otro lado.
¿En realidad estamos en condiciones de perder visitantes por desidia o no hacernos cargo de las tareas que conllevan recibir a nuestros visitantes? ¿Podemos darnos el lujo de perder visitantes porque, lógicamente, no están dispuestos a atravesar por semejante experiencia indigna y descalificante?
Sabemos que el turismo es, para quienes tienen la posibilidad de explotarlo, una actividad que derrama en la economía local y permite crecer hasta el lugar en donde cada provincia o localidad se lo proponga.
La visita de los chilenos produce, además de impacto en el ámbito del turismo, un efecto multiplicador en otros sectores que dinamizan una economía que, en lo interno, está muy deprimida.
No es solo con precios ventajosos que vamos a atraer turistas. Si queremos ser una provincia turística en serio, hospitalaria, que invite a volver debemos cuidar que quienes lleguen se sientan bien tratados y felices durante la estadía en Mendoza.
Seamos profesionales, trabajemos todos por un futuro mejor, que terminará impactando en la vida de todos los mendocinos.