La trascendencia del mendocino: el caso minero

El autor de la nota trae a colación el pensamiento de Agustín Álvarez para aludir a las condiciones diferenciales de Mendoza en el contexto nacional.

Jerónimo Shantal

"Todo puede cambiar, y podemos cambiarlo", decía Agustín Álvarez (1857/1914), aquel abogado, periodista, escritor y parlamentario, pero sobre todas las cosas, aquel mendocino que marcó el estilo de toda una generación preocupada por la transformación las costumbres locales en un mundo en pleno cambio.

En su análisis sobre la sociedad mendocina en su "Manual de patología política" (1899), Agustín Álvarez desechaba toda pretensión de determinismo con esperanza cierta al decir que el mendocino trasciende y se adapta a los cambios porque "el hombre es más susceptible de perfeccionamiento que el arado o el fusil, sabiendo empezar a tiempo".

Ciertas similitudes tienen sus dichos con la ideología cuasi fundamentalista que perduró por muchos años en Mendoza, y es el caso del estigma que se generó a una industria específica: la minera. Por mas de una década la sociedad mendocina fue cautiva de un clamor popular motivado por cierto sector que bajo las banderas de la supuesta protección del recurso hídrico, tomó la legislatura provincial, cortó rutas y calles, copó los carruseles vendimiales, entre otras acciones de lucha que tuvieron un solo fin real: prohibir la minería.

El mendocino de aquella época creyó en esos discursos y optó por dejarse llevar por aquel modismo popular de sentirse parte de un grupo de reclamo, atacando a una industria que siquiera conocía. Ello prosperó, y por ende no hubo un solo desarrollo minero en la provincia.

Pues bien, aquella sociedad ha cambiado, se ha informado; ha escuchado al candidato a gobernador Rodolfo Suarez decir que haría minería y lo ha votado; y quienes no lo hicieron, votaron por una candidata que también la promovía; además, empezaron a prestar atención a las intenciones políticas y/o económicas de quienes embanderaban la anti minería, y decidieron no seguir creyéndoles; han observado lugares que ya conocía donde se trabaja aquella industria minera -el ejemplo de Chile- y no han visto ninguna de las calamidades que les contaban.

La sociedad mendocina ha cambiado y quiere renovarse en su discurso. No quiere mas aquellos cortes de rutas y los violentos ataques a nuestra casa de las leyes; quiere trabajo genuino, inversiones y una política económica que haga trascender a Mendoza.

Aquel moralista y educador mendocino, fue uno de los principales baluartes de nuestra Provincia de una renovación sumamente profunda que permitió a nuestra región entrar en el siglo XX con las bases sustanciales para desarrollar una propuesta estratégica de crecimiento y desarrollo que duraría varias décadas. Pues será el momento de tomar aquel ejemplo y escuchar a esta nueva generación de dirigentes que nos proponen un cambio, y nos garantizan un futuro prometedor con un desarrollo económico sustentable y controlado de la gestión de los recursos minerales.

Como dijese Carlos Salvador La Rosa al escribir el prólogo de la reedición de la editada obra "Manual de patología política" (1999), "nada mejor en estos momentos leer o volver a leer a Agustín Álvarez como un ejercicio intelectual intenso y profundamente educativo, para pensar Mendoza y la Argentina que tanto amamos".

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