Más temprano que tarde, Chile toma rumbo a la federalización

La Constitución vigente en Chile, que impuso el dictador Pinochet en 1980, pretendía proteger al país de lo que él consideraba los "excesos" de la Democracia.

Pablo Gómez

Hay elecciones en el vecino país, y eso siempre es una buena nueva. Hay elecciones de constituyentes para modificar la Carta Magna chilena que fuera redactada por el dictador Pinochet, y esas son aún mejores noticias. Pero además de todo eso, en Chile eligen por primera vez a los gobernadores de las 16 regiones del país a través del voto directo de los ciudadanos de esas zonas. Esas sí que son buenas noticias, sin intención de minimizar la grandeza del proceso constituyente que se está desarrollando.

Y es que la elección de gobernadores por parte de la ciudadanía va a marcar un antes y un después en la vida política trasandina: hasta ahora, la figura de la persona a cargo de la presidencia del país era casi incuestionable, ya que las regiones eran gobernadas por representantes de ese mismo poder presidencial, quien podía centralmente desde Santiago cambiar a las autoridades locales. Con la elección de estos días, y aunque va a seguir existiendo un representante de la presidencia en cada región con poder real, van a empezar a existir también dieciséis personas, una en cada región, con el poder independiente que les da el voto popular.

El método centralizado de carácter unitario que tiene nuestro país hermano hasta la actualidad, tiene quizá algunas ventajas que no hay que dejar de reconocer: la posibilidad de tener respuesta rápida a terremotos, tsunamis o hasta para colocar vacunas, no deja de ser en cierto modo fruto de ese poder cuasi supremo que posee la persona a cargo de la presidencia. Claro, si se toman medidas "buenas", es decir, medidas con las que estamos de acuerdo (por lo que desde nuestro punto de vista son buenas) nos parecerá maravillosa la centralización. Pero lo cierto es que es difícil que desde el poder situado en Santiago, una ciudad en la que vive casi la mitad de la población total del país, se puedan ver las complejidades que se producen en los puntos más remotos de Chile. Es de esperar que la presencia en cada región de una persona elegida por los habitantes locales genere más beneficios que perjuicios, además de la ventaja política de limitar el superpoder presidencial, en aquellos casos en que las medidas definidas centralizadamente no sean del todo agradables para la población. Resta ver cómo va a convivir ese Gobernador electo con el delegado presidencial que seguirá existiendo, y que tendrá poder de fuego real en la toma de decisiones: de esa convivencia, sobre todo en aquellas regiones en que ambas personas no sean del mismo color político, dependerá la forma en que se desarrolle la cotidianeidad de quienes habiten en el lugar.

Es importante igualmente resaltar la importancia de la elección de constituyentes para llevar adelante una Reforma Constitucional: con representación igualitaria entre mujeres y hombres, y un cupo para que sea utilizado por integrantes de pueblos originarios, es de esperar que se logre un texto que represente a las mayorías que han estado protestando incesantemente en el último tiempo. La Constitución vigente, que impuso el dictador Pinochet en 1980, pretendía proteger al país de lo que él consideraba los "excesos" de la Democracia. La que verá la luz a la brevedad, ojalá logre disminuir la brecha entre el 10% de personas que poseen el 60% de la riqueza, y el resto; al parecer no habría sido considerado un exceso que se empobreciera a buena parte de la ciudadanía, y eso es algo que estaría por cambiar.

Sea como fuere, lo realmente importante e histórico es que parece que en Chile se está entregando el poder a la ciudadanía en un grado mucho mayor al que actualmente posee. Después de eso, que el camino elegido por la voluntad popular sea hacia un lado o hacia otro, es lo de menos. La Democracia es así: se gane o se pierda, es el deseo de las mayorías el que debe regir el destino de todo el pueblo, unido. Y es con más Democracia en cada uno de los países de nuestra Latinoamérica que avanzaremos, ojalá, hacia una región con menos pobreza y más desarrollo, como soñaron quienes dieron su vida por nuestra libertad e independencia.

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