Incluir en un plan económico para Mendoza a la beligerante frontera con Chile

Ya planifican un Santiago de Chile con 21 millones de habitantes para 2035. Mendoza podría ser beneficiada, pero si antes Argentina comprende la importancia de hacer su propia planificación y brindar servicios en una frontera que deje de ser beligerante con el visitante.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Hace unos días, el exgobernador de la localidad chilena de Los Andes y alcalde subrogante de la ciudad, Sergio Salazar, metió un dedo en la llaga de la parsimonia mendocina, en diálogo con el programa "Te digo lo que pienso" por Radio Nihuil.


El chileno que avisó por qué Mendoza se pierde 6 o 7 millones de turistas potenciales

Fue cuando advirtió que del otro lado de la cordillera, precisamente en donde él vive, hay entre "6 y 7 millones" de potenciales visitantes turísticos a Mendoza, que no solo no son tentados a venir, sino que se los espanta en la mismísima frontera: primero con la Aduana y otros organismos, que resultan agresivos y poco amistosos, y se le puede agregar por las condiciones generales que los acompañan del lado argentino, como son la falta de servicios de diferente tipo.

En definitiva, la frontera más caliente entre Argentina y Chile, la que tiene un hueco en el Cristo Redentor, actúa una franja beligerante en lugar de un lugar de abrazo entre ambos países. 

El funcionario chileno dijo algo que aquí se mira con distancia y miedo, si se quiere: el rol repulsivo de las autoridades uniformadas encargadas de resguardar la frontera, que extienden su celo castrense a algo en donde no debieran tener jurisdicción, como es el turismo y, en definitiva, a la economía, a la que terminan afectando.

Un punto negro que emerge ante el planteo es que Mendoza y el gobierno nacional también escenifican todos sus conflictos absurdos, históricos, político partidarios o del tipo que fuere, justo allí. No hay acuerdo para hacer de la franja de ingreso a la Argentina desde el límite con Chile una zona amigable para convocar a cientos de miles -sino millones- de posibles visitantes.


Mendoza remodelará Puente del Inca para transformarlo en un polo turístico sustentable

Se suma un dato a futuro que fue analizado entre el miércoles y el jueves pasado en la Conferencia Internacional Ciudad 2023 (que transmitió Memo en directo desde Santiago): las proyecciones hacia el año 2035 indican que la capital chilena tendrá nada menos que 21 millones de habitantes.

Recostados sobre la mole gigante de los Andes en la angostura de su mapa, ¿por qué no pensar en que necesitarán, querrán o simplemente se les antojará poder pasar para "este lado" en la búsqueda de complementación, dispersión y entretenimiento?

En tal sentido, ese solo dato, sumado a la oportuna y sana advertencia del funcionario de Los Andes, son suficientes para realizar un examen completo de situación en Mendoza y plantear una planificación al respecto que permita anticiparse a las demandas e, inclusive, provocarlas. 

Se puede programar a Mendoza para "estar listos" para brindar los servicios que demanden desde el otro lado, pero no solo hay que abrir mejor las comunicaciones físicas, aun cuando ya no contamos con el Tren Trasandino que sí pudo hacerse a principios del siglo pasado y ya no funciona, y se pone un  parche con un camino como el que se hace en el viejo túnel ferroviario de Caracoles. Hay que asumirlo como desafío, con legislación e infraestructura, pero sobre todo, con decisión, ganas y distribución de oportunidades a la materia activa económica existente, además de tentar con ello a nuevos profesionales y emprendedores.

El conformismo mendocino ya no conforma: no alcanzan los ingresos para que la gente viva con empleo registrado y bien pagado. Y los éxitos de los que hablan en la política son miserablemente el relato de no haber caído al fondo, pero pocas veces (sino nunca) un salto hacia adelante.

Allí está Chile, nos están mirando, nos lo están diciendo, ya se están preparando para dentro de 15 años. ¿Y aquí, qué?

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