Obligado por la realidad, Milei abre una etapa de flexibilización monetaria y político

El revés electoral obligó al oficialismo a moderar su postura frente a la oposición y a revisar parte de su estrategia económica. El Banco Central recortó tasas y el Tesoro relajó las licitaciones de deuda, en un escenario donde la inflación bajó al 1,9% en agosto, pero persisten fuertes tensiones cambiarias y de financiamiento externo.

Juan Pablo Rotger
Analista macroeconómico en Mariva Research Licenciado en Economía UBA, maestrando en UTDT, lleva cinco años trabajando en consultoría macroeconómica. Especializado en temas monetarios y financieros, con un enfoque multidisciplinario

La derrota del partido gobernante en las elecciones del domingo pasado en Buenos Aires obligó a las autoridades a realizar una poco habitual autocrítica.

Una administración que hasta ahora se había mostrado inflexible en cuanto a que su programa político era el único camino a seguir, se vio obligada a reconocer que dicho programa quizás no es tan popular como creían. Los cambios más inmediatos y evidentes se produjeron en el frente político, donde el presidente Milei reculó en su postura agresiva hacia la oposición no kirchnerista.

Es posible que Milei haya comprendido finalmente que su precaria situación política, en particular la falta de representación de su partido en el Congreso no se resolverá únicamente a través de las urnas. Su capacidad para impulsar reformas en el futuro puede depender de su relación con los gobernadores, que se había descuidado en los meses previos. Milei insistió en que no se moverá ni un milímetro del programa económico.

Sin embargo, ya se han producido algunos cambios en las políticas. Uno de los puntos de énfasis de las autoridades era mantener la política monetaria tan restrictiva como fuera necesario. Esto se llevó a cabo inicialmente mediante las subastas de deuda del Tesoro validando el aumento de las tasas de interés para captar la mayor cantidad posible de pesos. Cuando esto fallaba, el Banco Central utilizaba los encajes para absorber el exceso de liquidez. El Banco Central también había restablecido los pases pasivos. 

Nosotros sostuvimos sistemáticamente que esta postura de política monetaria solo podía ser transitoria. Parece que el resultado electoral forzó un cambio de rumbo antes de lo esperado. En la primera licitación de deuda tras las elecciones, el tesoro optó por bajar las tasas de interés, incluso si eso significaba dejar pesos fuera de la subasta.

Además, el BCRA redujo en 10 puntos porcentuales la tasa de Repo. Cabe esperar una descompresión de las tasas de interés desde los niveles excesivamente de altos que alcanzaron en las semanas anteriores. Aunque seguirán siendo muy elevadas en comparación con la inflación proyectada. Aún es demasiado pronto para saber hasta dónde llegará esta flexibilización de política monetaria.

Pero los cambios iniciales en la política dan una idea de la función de reacción del gobierno ante el panorama electoral. Los datos de inflación fueron un consuelo en medio del caos. El IPC de agosto se sitúa estuvo en el 1,9% mensual, por debajo de las expectativas del mercado. De este modo, la inflación alcanzó el 33,6% en términos anuales, su nivel más bajo desde agosto de 2018.

Está claro ahora que la política monetaria ha logrado contener eficazmente el pass through del tipo de cambio, aunque haya sido a costa de una fuerte desaceleración de la actividad económica. Esto es especialmente importante de cara al futuro. El Tesoro se verá obligado a detener sus ventas en el mercado de divisas y comenzar a comprar, lo que añadirá presión al tipo de cambio.

El fuerte aumento de los rendimientos de los bonos soberanos ha echado por tierra cualquier posibilidad de que el Tesoro pueda volver a acceder a los mercados internacionales de deuda antes del vencimiento de enero. Por lo tanto, el equipo económico debería empezar a prepararse para la necesidad de comprar 5000 millones de dólares para hacer frente a dicha obligación.

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