No hay dilema: hay que enseñar a pescar en lugar de regalar el pescado

En Mendoza estamos viviendo un debate pequeño, pero que remite a esa frase por completo, por lo que se vuelve grande, crucial, importante de discutir y de responder a la pregunta metafórica en torno a si el Estado debe enseñar a pescar o regalar el pescado.

Memo

"Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día; enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida". Así rea el proverbio chino que resulta toda una definición sobre cómo afrontar la existencia en forma colectiva, de fuerte contenido político.

En Mendoza estamos viviendo un debate pequeño, pero que remite a esa frase por completo, por lo que se vuelve grande, crucial, importante de discutir y de responder a la pregunta metafórica en torno a si el Estado debe enseñar a pescar o regalar el pescado.

Un intendente, Fernando Ubieta, de La Paz, dio sus argumentos mediante los cuales justifica que compre y regale alimentos y juguetes a los vecinos durante Navidad y Reyes Magos. Se centra en dos ejes principales, aunque las ramificaciones valorativas son muchas:

- Hay pobreza y la gente no puede acceder a esos bienes por sí solos ni hay tiempo para cambiar las condiciones para que tengan recursos propios.

- La comuna deja de hacer festivales y con esos recursos económicos invierte en la adquisición de bienes temporarios para repartirle a la población.

Desde la oposición a esa filosofía se señala:

- Son acciones populistas en beneficio de la imagen personal y política partidaria del intendente utiliza recursos que son de todos, sean afines a sus ideas o no.

- No se invierte en acciones que permitan un sistema de oportunidades para que la gente compre lo que quiera con su propio dinero, y no se vea obligada a recibir sin alternativas lo que otro elija por ellos como alimento u obsequio.

Es importante hablar de estos temas mirando hacia el horizonte, pensando en el futuro. ¿Durante cuánto tiempo se podrá sostener un sistema caritativo con recursos estatales, si el Estado no crea o respalda actividades por fuera de su ejido, en el ámbito privado, para que haya dinero y empleo legítimo, recursos que permitan volver a llenar las arcas del Estado y los bolsillos de las personas por fuera del Estado?

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A este círculo vicioso de la repartija se le ha llamado pobrismo: una idealización de la pobreza al punto de que no se actúa para que sea superada por sus afectados, sino que se los considera bendecidos por tal condición. En esa situación, viven en un metafórico pozo al que se le tira lo que hay y no pueden elegir lo que necesitan o quieren, ni siquiera sogas para que puedan salir y elegir su realidad.

Regalar los peces sin enseñar a pescarlos, también genera un monopolio en torno al agua del que son extraídos y clausura la democratización del futuro de cada potencial pescador, al que se le limita el acceso por sí mismo a ese recurso.

Sin embargo, al enseñar a pescar se produce un efecto de libertad, capaz de multiplicar las formas, oportunidades y alternativas. La humanidad, de tal modo, progresa y evoluciona, sin quedarse estancada ante su proveedor en el mismo y único pozo que conocería si solo se limitara a recibir la caridad.

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No hay dilema entre regalar pescado y enseñar a pescar. Los chinos, que lejos de ser solo una nación son una cultura, lo saben mejor que nadie y es momento de prestarle atención a sus enseñanzas milenarias más que a sus reacciones políticas coyunturales.

Hay que enseñar a pescar. No hay excusas para o hacerlo.

Y sí es discutible, en todo caso, si mientras el río se llena de vida tras la sequía, es posible repartir alimentos acopiados. Pero antes, hay que hacer mucho para poder llenar las reservas y no solo despilfarrarlas, lo cual no parece ser el caso representado por el populismo, en cualquiera de sus versiones.