No volveremos mejores, sino iguales o peores

Cuando arrancó la cuarentena teníamos la esperanza de que era un punto de inflexión para encontrar el rumbo y tener un país mejor. Con el paso de las semanas, la grieta se abre cada vez más y seguimos mostrando lo peor de lo nuestro.

Al principio del aislamiento social nos emocionamos con las publicidades que nos hablaban de un país unido que era capaz de cualquier cosa. Los videos que apuntaban a la épica que gusta tanto y el objetivo de terminar con las diferencias para salvarnos de un virus que se mostraba amenazante. El miedo nos unió y nos hizo pensar que podíamos tener otro país.

Ahora, 65 días días después, la grieta se vuelve a abrir y el paso del tiempo, sumado a la complicada situación económica, hizo que se pierda un poco el miedo y la necesidad sea más fuerte que lo que nos prometían las publicidades épicas. Eso que nos hizo reflexionar sobre lo que fuimos, lo que somos y hacia dónde debemos ir.

Es que con el paso de los días las medidas económicas y de asistencia social se tornaron escasas e ineficientes, básicamente porque no dan abasto y porque en muchos casos no llegaron a quienes realmente lo necesitaban. El Gobierno siempre supo que eso sucedería, por lo mismo insistían en todos momento en poner a la población frente a una elección entre salud y economía, cuando en realidad siempre los dos aspectos fueron importantes y ahora lo son más que nunca.

Lo cierto es que poco a poco volvieron los enfrentamientos políticos, las diferencias y las grietas que parecían cerradas. Se abrieron con más fuerza y serán iguales o peores para cuando pase la emergencia sanitaria. 

Apenas volvió a funcionar el Congreso nos encontramos con los enfrentamientos y los intentos para avanzar con cuestiones -como el impuesto a la riqueza- que parecen más revanchismos que aportes reales, porque no llegan a solucionar los problemas de la población. Volvieron, además, los casos curiosos, como el del diputado mendocino que presentó un proyecto y que después él mismo lo voto en contra. Sepa Dios qué lo hizo cambiar de parecer.

Esas señales, más otras que se están dando, nos demuestran que con el paso de los días -y ya casi conviviendo con el virus- los actores de cada escena de poder en la Argentina intentan ubicarse en su mejor posición. Eso nos confirma que seguiremos teniendo los mismos vicios y que puede haber algunos cambios, pero no moverán la aguja en un país que necesita un giro en 180°.

En medio de la pandemia la Oficina Anticorrupción dejó de ser parte de la causa Los Sauces y Hotesur, Boudou salió con domiciliaria y así una serie de cuestiones que podrían ser casualidad en cualquier país, menos en la Argentina. Por eso, el tiempo nos está mostrando que los que esperaban un mejor país deberían ir ajustando sus esperanzas, porque hay cosas que podrán mejorar, pero los vicios que nos llevan a estar siempre en crisis no se se terminaron y hasta se potenciaron.

Tampoco es casual la tensión entre Provincia y Ciudad de Buenos Aires, apuntando al macrista como el foco que puede contagiar al resto, especialmente a las tierras del vecino oficialista que hace las cosas bien y no quiere sufrir por los irresponsables porteños. Agradeciendo siempre que no nos tocó enfrentar la pandemia bajo la batuta de Mauricio.

Lo último que está dando vueltas en la denominada "militancia anticuarentena", un enemigo ideal para quienes buscan justificar la falta de acompañamiento económico en un período tan complejo (porque está faltando y mucho) y en el que más allá de priorizar la salud que corresponde, se está descuidando a muchos sectores productivos. Lo peor de todo es que dentro de su bondad, llaman a exponerse a especialistas respetados que tienen toda la razón en defender la cuarentena en su rol de expertos sanitarios están llamados a responder en materia de salud. Sin embargo, no son los llamados a responder por la otra pata de esta faltando. Como leí muy bien en redes, nos hacen pensar que se trata de una cuestión binaria, cuando en realidad desde el principio debió ser multidimensional, porque para eso debería servir tener un Estado tan amplio e hipertrofiado como el argentino.

No es antojadizo el reclamo por la cuestión económica, porque lo que se viene puede ser tan o más grave que la pandemia. No es casual que Unicef proyecte 7,7 millones de niños pobres para diciembre, casi un 60% de todos los chicos del país, una cuestión que es por lo menos alarmante.

Entonces, ya que el tiempo nos está mostrando que no vamos a dar el golpe timón que se esperaba, tenemos que prepararnos para lo que se puede venir en materia política y económica, porque dentro de todo el tema sanitario parece que va a salir mejor que en muchos otros países. No seremos mejores, pero intentemos por lo menos no ir apuntando a ser peores.

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