¡Es lo que hay, esto no es una novela de Cris Morena!

Desde el domingo a esta parte, hay muchas personas intentando explicar por qué no quieren votar a Milei y en ese contexto noté que muchos esperan que la Argentina sea salvada por ángeles o superhéroes, como si fuera una novela de Cris Morena.

Pasaron siete días desde las PASO y lo único que está claro es que todo el mundo habla y sigue hablando de Milei. Para bien o para mal el candidato de La Libertad Avanza es el que concentra la atención de la Argentina y también del mundo, lo que para mí debería -por lo menos- generar preocupación en los otros dos candidatos con opciones para ganar o llegar a un balotaje.

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Pero más allá del tema del posible ganador y de los planes que tiene uno u otro candidato, me encontré con un grupo particular de personas, que son las que no votaron a Milei y que hoy tratan de entender por qué tuvo tantos votos y por qué hoy tiene opciones reales de ser presidente.

En la mayoría de los casos, estas personas lo que intentan es justificar por qué no acompañan al "peluca", como si no haberlo votado en la primaria haya sido algo malo. Pero no sólo eso, algunos sienten que se quedan afuera de algo que no están viendo, pero no terminan de cuajar la idea de pensar en apoyarlo en las generales de octubre.

Sin embargo, cuando profundizas un poco en la conversación, te encuentras que en realidad reconocen en el economista el candidato diferente, el "outsider", la alternativa o la forma en que se quiera nombrarlo si se le pone junto a Patricia Bullrich y Sergio Massa. Entienden que el tipo es "otra cosa", pero esa "otra cosa" tiene cuestiones que les gustan y otras que les chocan. En ese contexto, hay algunos que dudan, otros que confirman que no lo votarán y también los que están optando por valorar lo que les sirve de la propuesta general, pero no la totalidad de las ideas de Milei.

Por ejemplo, están los que valoran su idea de dolarizar como método de impacto para frenar la inflación en corto plazo, pero no están de acuerdo con cambios en la educación pública, la salud, el Conicet o el porte de armas, por mencionar algunas cosas.

Cuando me consultaban mi opinión, mirando desde la experiencia de mi país natal, le dije algo que siempre pensé desde que llegué a la Argentina. Hay una generación que cree que las cosas se van a solucionar mágicamente con un superhéroe o un ángel con poderes, como si fuera una novela de Cris Morena. 

Y si eso lo trasladamos a las dudas en torno a la elección de octubre, están los que consideran que los sectores tradicionales no les dan respuesta y necesitan algo "diferente", pero como si fuera una novela de Cris Morena, esperan un ángel que llegue a encantar y que haga todo con poderes mágicos. Eso no existe, tampoco un estadista o un San Martín resucitado. La realidad es que el "diferente" tiene una idea que convence a muchos para frenar la inflación, pero también es "medio loco", con un peinado estrafalario y también tiene un portfolio con un alto porcentaje de ideas que chocan.

Con ese escenario, tan real y crudo, nos terminamos de dar cuenta que nada es fácil y mucho menos cuando se llega a situaciones extremas como las de la Argentina, que pareciera no tener margen para medidas graduales. Entonces, claramente la irrupción de un personaje como Milei concentra la atención y pone a muchos en una situación personal incómoda, en la que definir su voto resulta más complejo que en otros momentos.

Sin intención de decirle a quién votar, tomando el caso de Chile, es importante recordar que el modelo económico que se mantiene desde los 80 en el vecino país (con matices, pero mantiene la columna vertebral), se implantó en dictadura. "El ladrillo", el libro de los Chicago Boys con un plan económico de libre mercado, se aplicó en medio de un régimen en el que no había oposición posible. Aún así, fue duro y muchos chilenos aún recuerdan cuando el Estado tuvo que implementar el PEM (Programa de Empleo Mínimo) y POHJ (Programa Ocupacional de Jefes de Hogar) para sostener a miles de familias.

Con el tiempo el modelo comenzó a andar y se bajó la inflación, se generó empleo privado que absorvió estos planes y se redujo drásticamente la pobreza. Los resultados macroeconómicos fueron indudablemente exitosos, pero a largo plazo -y desde mi punto de vista- faltó que eso también se viera reflejado de mejor manera en el estilo de vida de la creciente clase media que se generó a partir de la década de los 90, decantando en el estallido social del 2018.

Sea cual sea el que elegido para ser el próximo presidente, necesariamente será duro para los argentinos, ya sea por las medidas que se pueden aplicar si gana uno o las que no se aplicarán si gana otro, porque el país llegó a un punto de inflexión, en el que es necesario dar un golpe de timón. Lo que falta por definir es quién será el que dará ese golpe de timón y cómo afectará a todos los ciudadanos.