Un Papa decepcionante: ante la detención de su obispo en Nicaragua, solo pidió "diálogo"

El papa Jorge Bergoglio actúa en forma selectiva al condenar a unos políticos y enamorarse de dictadores, al pedirles "diálogo" a los silenciados y encarcelados, pero no ser duro con sus opresores y al tercerizar su mediación en imágenes místicas en lugar de actuar de hecho, como cuando realmente le interesa ideológicamente.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Este domingo tanto el Vaticano como la iglesia católica tenían la posibilidad de reivindicarse como defensores de los derechos humanos sin importarles quiénes mandan y quiénes, las víctimas: genéricamente, como correspondería. Es que en Nicaragua sus sacerdotes y entre ellos, el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, están bajo presión, violencia y persecución del gobierno del régimen del matrimonio integrado por Daniel Ortega y Rosario Murillo.


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Había una gran expectativa por el mensaje que el argentino Jorge Mario Bergoglio pudiera dar, sobre todo luego de que se expresara hace unos días como una persona cercana al cubano Raúl Castro y su familia, y por lo tanto a su sistema de gobierno de mano dura y partido único. Pero no sucedió.

"Sigo desde cerca con preocupación y dolor la situación creada en Nicaragua que involucra a personas e instituciones. Quisiera expresa mi convicción y mi deseo de que, por medio de un diálogo abierto y sincero, se pueda aún encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica. Pidamos al Señor, por la intercesión de la Purísima, que inspire en el corazón de todos tal concreta voluntad". 

Esas fueron sus palabras en el Ángelus de este domingo. Les pide a los detenidos, incomunicados, torturados, perseguidos, prohibidos, oprimidos por Ortega que se abran al "diálogo". Lo hace también con quienes están del lado opresor, que ya se sabe cómo "dialogan". Puede verse en esta foto:

Un Papa decepcionante: ante la detención de su obispo en Nicaragua, solo pidió "diálogo"

En Nicaragua ya fueron detenidos antes de las últimas y oprobiosas elecciones todos los posibles candidatos de la oposición a los Ortega Murillo.

Además, se han cerrado todas las organizaciones de la sociedad civil que no responden al Gobierno y se les ha prohibido funcionar. Universidades y escuelas que no se cuadran con el régimen, fueron dadas de baja del sistema y lo que cunde es la aplicación de una renovada "doctrina de la seguridad nacional", en donde el enemigo es identificado adentro del país y no afuera, tal las banderas de las últimas dictaduras militares en Argentina.

El Papa Bergoglio lo sabe y por eso suena demasiado selectivo condenar a unos dictadores y enamorarse de otros, protegiéndoles, bendiciéndolos, alentándolos a seguir en su "tarea" de imponerse por la fuerza y a pesar de que porciones de la población de sus países no coincidan con su pensamiento y formas de proceder.

El Papa hoy hundió a toda la Iglesia. Algunos voceros que pretenden sacar promedio han salido a decir que "un silencio papal no significa inactividad o falta de decisión, no, nada de eso; significa que se están trabajando en otros planos". Esa fue la salida a modo de "puntero político" del Vaticano que halló a mano el secretario del Pontificio Consejo para América Latina, Rodrigo Guerra. Es que la pifió y se desbarrancó en la mediocridad: no hubo silencio, sino que el pontífice habló y, al hacerlo, nada menos que en el Ángelus, sostuvo un imposible, o dos: que los silenciados "dialoguen" con la tiranía de sus protegidos Ortega y Murillo, y que una virgen medie, cuando bien podría hacerlo él.

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