Poder y la expectativa de los argentinos: cómo la comunicación política enfrenta la realidad social
En solo un mes, la esperanza de un mejor futuro para el país se ha debilitado. Mientras que en enero el 53% de los argentinos confiaba en una mejora, en febrero ese número cayó al 49%. La razón es clara: la mayoría de la población sigue sin llegar a fin de mes y el salario real aún no logra compensar los efectos de la alta inflación de los últimos años.
A pesar de que la inflación de enero fue del 2.2%, un dato que marca una desaceleración con respecto a los meses anteriores, la mejora no se percibe en la realidad cotidiana de los argentinos. Este desencanto social abre interrogantes sobre el papel del Estado en la gestión de la crisis. Como advierte Joseph Gusfield en "La Cultura de los Problemas Públicos", no todas las experiencias dolorosas se transforman en asuntos de acción pública. Sin embargo, cuando el deterioro económico golpea a una parte significativa de la población, la presión para que el gobierno intervenga se vuelve inevitable.
A esto se suma otro factor: la forma en que el poder altera la percepción de la realidad. Mario Riorda y Silvia Bentonilla, en "Cualquiera tiene un plan", explican que el ejercicio del poder genera una "sensación embriagadora" que lleva a los líderes a contemplar menos el punto de vista de los otros y a encerrarse en sus propias ideas. En un contexto de ajuste y crisis, esa desconexión podría ser un riesgo aún mayor.
Expectativas económicas: optimismo moderado y cautela
Uno de los datos más relevantes es que el 49.7% de los encuestados tiene expectativas positivas sobre el futuro económico. Esto indica que, a pesar del ajuste fiscal y las dificultades iniciales de su gobierno, existe un sector que confía en una recuperación a mediano plazo. Sin embargo, este porcentaje sugiere que casi la mitad de la población aún tiene dudas o es pesimista sobre la evolución de la economía.
Problemas principales: inflación e inseguridad
El estudio destaca que la inflación sigue siendo la principal preocupación, lo que refleja la persistente incertidumbre económica y el impacto en el poder adquisitivo. La inseguridad, por otro lado, aumentó 51 puntos en menciones respecto a enero, lo que evidencia una creciente preocupación en este ámbito. Este dato podría influir en la agenda política del gobierno, que deberá mostrar resultados en materia de seguridad para sostener su imagen positiva.
Imagen de los dirigentes y respaldo al gobierno
Javier Milei continúa liderando la imagen positiva con un 45.8%, seguido por Patricia Bullrich con 42.5%. Sin embargo, estos números también indican que hay un segmento significativo de la población que mantiene reservas sobre su liderazgo o directamente lo rechaza. En términos de aprobación de la gestión, más del 65% manifiesta algún nivel de acuerdo, lo que sugiere que, a pesar de los desafíos económicos, aún cuenta con un respaldo importante. Este dato es crucial para medir su margen de maniobra en futuras reformas y ajustes económicos.
Perspectivas electorales 2025: consolidación de La Libertad Avanza
En términos de intención de voto para las elecciones legislativas de 2025, La Libertad Avanza lidera con un 41.6%, mientras que Unión por la Patria se ubica en segundo lugar con 26.7%. Esto indica que, hasta el momento, Milei mantiene una base electoral sólida que respalda su modelo de gobierno, aunque el escenario sigue abierto y dependerá de la evolución de la economía y la seguridad.
Un futuro incierto, pero con margen de maniobra
El panorama sugiere que, si bien existe un núcleo de apoyo consolidado en torno a Milei, su gobierno deberá mostrar mejoras concretas en inflación y seguridad para sostener su popularidad a largo plazo.
La percepción sobre el futuro económico es mixta: casi la mitad de los argentinos tiene expectativas positivas, pero una parte importante de la sociedad aún mantiene dudas.
El desafío clave para Milei será convertir ese optimismo en mejoras tangibles antes de las elecciones de 2025, donde se jugará su capacidad de consolidar su poder político y garantizar la gobernabilidad a largo plazo.
En un contexto de desconfianza, es crucial que los políticos logren empatizar con los problemas reales de la gente y no solo transmitir promesas, sino también soluciones claras y alcanzables. Solo entonces la comunicación política podrá recuperar credibilidad y restaurar las expectativas sobre el futuro del país.
