Además de que los pobres sigan pobres, que a nadie le vaya "demasiado" bien

Para el régimen ideológico del gobierno nacional, que a alguien le vaya mejor de lo esperado merece ser castigado. La idea de un impuesto a los que tengan más renta de la esperada se suma al pobrismo: que a nadie le vaya bien sin aprobación previa de la casta dirigencial.

Memo

"Renta inesperada". Tal es el motivo que encontró el gobierno nacional, a través de uno de sus múltiples vocero en temas de Economía, Martín Guzmán, para crear un nuevo impuesto y no tener que aumentar las retenciones al campo, experiencia que ya le autoinflingió al peronismo una herida muy fuerte en 2009 cuando la presidencia estaba a cargo de Cristina Kirchner, Julio Cobos fue el vicepresidente que le puso un freno y las ironías hacen que el ministro que elaboró el proyecto fuera Martín Lousteau, quien hoy se alinea en Juntos por el Cambio.

La idea de cobrarle un impuesto a los que les vaya "demasiado" bien, por fuera de los cálculos que le saca un burócrata calculadora en mano en la tranquera de cada campo no surgió, esta vez, desde el kirchnerismo radicalizado del Instituto Patria, sino desde el seno del autopercibido "albertismo".

Mientras no dan pie con bola con una vocería única en materia económica, la apuesta es al debate permanente dentro de una puja interna que tiene una sola causa: que unos tienen la responsabilidad de gobernar y otros, la pulsión por ganar, siempre, y creen que con la formad de gobernar que han adoptado se les caen esas chances para 2023.

Así, junto a Guzmán, meten la cuchara otros dos afines al presidente, como son Matías Kulfas y Julián Domínguez, pero también toman y reclaman decisiones dos rebeldes del organigrama, apóstatas de la lealtad y enviados del cristinismo, como son Federico Bernal en temas de Energía y Roberto Feletti en el control de precios.

Ya es conocida la teoría del pobrismo. Más o menos se ha denunciado que hay una ideología que en su práctica hace todo lo posible por endiosar la condición de "pobre", considerándola casi un "don divino" y manteniendo a los que sufren la pobreza en su condición, sin posibilidades de salir, de tal modo de darles algo de a poco y garantizar así su dependencia para poder subsistir.

Ahora, la decisión de cuestionar a quienes les va bien por esfuerzo propio suma un escalón a la prédica contraria al mérito con la se ha embanderado la versión actual del peronismo gobernante, cuestión en la que parece -en este caso- no tener grietas que los diferencie.

Guzmán habló en el canal afín al Gobierno, C5N, de la renta extraordinaria, "aquella que se da por un shock", según definió el ministro. En este sentido, comentó que "es necesario encontrar un mecanismo para distribuir la renta extraordinaria" y que en tal sentido "se está buscando un mecanismo, sin tocar los derechos de exportación, que permita redistribuir las rentas".

¿Cuándo optó la Argentina por un régimen político de estilo soviético, que se mete con los que generan riqueza y que quiere regular cuán bien le puede ir a un productor o un emprendedor, para financiar a los estimula para que no hagan nada?

¿Quién dijo que no se puede crear empleo real, generando condiciones de mayor libertad a la iniciativa privada, sin la espada de Damocles encima portada por los soldados políticos del poder, para que se incorporen las generaciones de personas a las que se estancó en el sistema de subsidios estatales, luego de que sus familias sufrieran una emergencia que fue eternizada por los gobernantes?

La Argentina, queda claro, tiene muchas cosas que preguntarse antes de continuar siendo un país a los tropezones y si quiere ser un país viable.

Bonus track: Un diálogo sobre el pobrismo con Loris Zanatta

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