Servicios: la gran deuda del Estado mendocino con el ciudadano

Esta semana se informó de tres nuevos aumentos en los servicios públicos de Mendoza. Aunque se intenta amortiguar el impacto con anuncios y comparaciones con otras provincias, lo cierto es que el Estado tiene una deuda gigante con el ciudadano en la materia.

El impacto de los servicios públicos en los salarios de los mendocinos es importante, algo que para nadie es un misterio. La luz, el agua y el transporte público aumentan y más allá del porcentaje, que nunca es anecdótico, no solucionará la deuda que tiene el Estado mendocino con los ciudadanos en esa materia.

La razón es simple, y hay que decirla con todas las letras, se enoje quien se enoje. Los tres servicios mencionados son de mala calidad, a pesar de los intentos por mejorarlos durante algunas administraciones provinciales y no cumplen con los parámetros requeridos en una población de dos millones de habitantes que vive pagando impuestos.

No se puede apuntar a una gestión en particular, porque se trata de una arrastre de décadas en las que se dejó de invertir en servicios que son fundamentales y que, por ejemplo, frente a una ola de calor mostraron lo peor de sí.

Agua

El agua falta en las zonas más pobres (y en otras no tan pobres) mientras en paralelo todos -casi sin miedo a equivocarme- vemos por lo menos una pérdida de agua potable en algún barrio por el que pasamos o por el propio. 

La falta de inversión que lleva a perder más del 40% del agua potable es reconocida por todas las administraciones, pero es poco lo que se alcanza a tratar de recuperar. De ahí que indigne que, por ejemplo, una administración haya pedido crédito (en dólares) para las obras de Aysam -como está establecido en su conformación- y el dinero se haya gastado en gastos corrientes. Peor el que vino después, que lo sabía y que se haya hecho el desentendido.

Fatal entonces también es que, aunque en otras ocasiones dibujan números fantasiosos, en una gestión hayan anunciado con bombos y platillos un superávit de Aysam, como si llamaran a la AFIP para que les cayeran y tuvieran que pagar millones en Ganancias. Si siempre están con la viveza criolla por qué no buscaron la forma, ordenaron los números (cosa que no sería nueva), para que el dinero no se fuera a Ganancias y se usara en beneficio de los mendocinos. Bueno, no se hizo.

Electricidad

La luz es otra historia similar, con un sistema que está medias controlado por la provincia, pero que tiene muchas fallas y vicios. Lo peor es que el Estado provincial es parte del problema, porque está en los directorios y además tiene al EPRE que debe garantizar el buen funcionamiento del servicio.

La realidad es que eso no sucede, que cae una pequeña lluvia y se cortan los suministros y que el sistema no soporta la demanda en situaciones extremas que ya deberían estar consideradas. También debería buscar soluciones permanentes en el terreno, porque no es posible que siempre falle el mismo aparato en la misma esquina del barrio (esa afirmación sirve para que usted ponga la esquina que desee, porque todos conocemos un transformador que siempre falla).

Transporte

Y del transporte público qué podemos decir. Para las autoridades no mucho, porque nos dicen que es el boleto más barato o uno de los más baratos del país. Sin embargo, el ciudadano soporta unidades en malas condiciones, viejas, que no tienen tampoco las condiciones para llevar pasajeros en una ola de calor sin generarles un viaje para el olvido.

Quizás, dijo yo, si en algún momento se pudiera eliminar esa herencia que dejó un gobierno (ustedes saben cuál) y que es el kilómetro recorrido, podríamos comenzar a cambiar la situación. O sea, pagarle a las empresas por los pasajeros transportados y no por las vueltas que dieron sus micros, las mismas que el Estado no tiene forma de verificar y que paga -de cierta forma- a ciegas.

Por eso, por más explicaciones que entregue el gobierno de turno, los servicios son y seguirán siendo malos por un buen tiempo. No se ve ningún cambio importante, sólo anuncios, que con la historia de Mendoza hay que ver para creer. El Estado tiene una deuda con todos sus ciudadanos, pero especialmente con los no tienen agua ni cloacas, que forman parte de esa pobreza estructural que se calcula está por encima del 30% a nivel país y que en Mendoza no debe estar muy lejos.

No es magia, la solución no cae de arriba, se necesita generación de recursos genuinos que hace rato la provincia no sabe de dónde sacar, porque literalmente se han convertido sólo en administradores de la escasez. Así, el mendocino se ve obligado a sobrevivir bajo las condiciones para las que alcanza y no pedir mucho más.


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