Estaba destinado: las mujeres del Clúster Mendoza Este, en época vendimial se encuentran

Se realizó en San Martín la Cumbre Iberoamericana de Turismo Eco-Cultural. LA escritora Marcela Muñoz Pan da cuenta del evento en su "Columna Líquida"

Marcela Muñoz Pan

El Universo alado del vino es el producto por excelencia de la cultura mendocina, hacia el mundo y por el mundo. En el mismo, la mujer asume un rol sobresaliente creando una atmosfera única: la vida misma elogiando la época vendimial desde la cosechadora con sus alegrías y sus llantos entre las parras, vulnerable a los cambios de la sociedad, las inclemencias del tiempo, hasta el sin fin de mujeres que habitan benditos suelos. 

Mujeres que visitaron Mendoza, en su gran mayoría de nuestro país vecino Chile, Perú, Colombia, España que fueron llegando con sus experiencias enriquecedoras a la 1º Cumbre Iberoamericana de Turismo Eco-Cultural al este de Mendoza, el este de las bondades, el este que comenzó a conquistar con la conformación del primer Clúster turístico como herramienta de desarrollo económico territorial que estuvo a cargo de Juan Blanquez (España), en una exposición magistral, que llegó a encender aún más junto a Pablo Lacoste otras facetas y sensaciones en mujeres más que consolidadas en su forma de ser, construir y amar sus terruños.

Mujeres empresarias que apuestan con su pasión a mixturar vinos escrupulosos, recuerdos de cocina, incomodidades de la naturaleza que corrigen con su arquitectura, visiones femeninas fotográficas, que se levantan, salen a trabajar con sus aros artísticos, a bailar entre viñas, montañas, posadas, playas, mares, para conquistarse día a día, conquistarnos día a día, cabalgan las historias de familia que han trabajado por una tierra que hoy siguen abrazando, cultivando y apostando con el valor que las caracteriza, con la simpleza y firmeza en sus pasos para seguir ganado batallas, pero batallas que son transformadoras, inspiradoras y voladoras de esperanza.

Se han reunido una paleta de acuarelas pintando sus lugares de pertenencia como inexorables emprendedoras no sólo del crecimiento económico sino también dejando un exquisito sello personal, elegante y emocional. Las mujeres de este clúster son revivales de sus siembras y cosechas para dar a luz a sus nobles vinos, sus productos culturales, su cocina de autor. Paciencia, sabiduría y valores que se están cocinando en las tradiciones de esta zona este con asombrosas copas del encuentro junto a una Red Iberoamericana que pretende dar continuidad a las cosas que se crían perdidas, que no se veían, que no se lucían, silenciosas, pero con el ruido necesario para anunciar todo lo que vendrá. Mujeres que estoy segura van a dejar abiertos testamentos en el terroir por siempre.

Mendoza Este cuenta con un ejército de mujeres poéticamente correctas, trabajadoras, cómplices, iluminadas y reinas de una época de vendimia que recibió a las mujeres de otros países conformando redes sin pretextos a la hora de salir a conquistar más universos para dar a conocer la caprichosa naturaleza de la ruralidad, de las burbujas de esas callecitas amadas como Varilla Blanca o Santos Lugares con el Tótem a sus espaldas degustando unos Bonardas en Valle Franca y con un recibimiento inaugural en El Alado, con cocina muy muy de autor y siguiendo las tradiciones en María Paz, Cabaña El Molle con sus caballos que embrujan al pasar, la casa de la Lorena Lancellotti abrió sus puertas para alojarlas como Posada Los Yoyos de Walter Sar Sar donde Belinda les preparó un rico desayuno también el Hotel Boutique Molino La Tebaida y en Parque Lencinas en la cabaña de la presidenta del clúster Alicia Olivella de Mendoza Este, Elizabeth Loos con su Casa del Bosque, el Hotel Pasambay en Rivadavia, el apoyo incondicional del municipio de Gral. San Martín, concejales, legisladores de la zona este, la Cámara de Comercio y la Cámara Joven de San Martín, la Vicerrectora Griselda Ambrosio del IFDyT Nº 9006 "Profesor Francisco Tolosa" en la Tecnicatura Superior en Turismo y Hotelería, Rivadavia con Vanina Nieto. El brindis final en los jardines de la casa de Valentina Iúdica de Viña Alta que sellará la magia de estos días tan productivos y enriquecedores, días altos, con resultados que no callarán las cumbres que se avecinan. Se está cocinando el plato más antojadizo.

 Obra de Federica del Olmo: "María Paz y María Rosa"

 Obra de Federica del Olmo: "María Paz y María Rosa"

Sin las mujeres cosechadoras, vendimiadoras, productoras, sería imposible que la tierra empapada de viñas y sudor, obtuviera el perfume del mágico fruto a pesar de las heladas pero siempre ellas encendiendo las antorchas de las esperanzas. Sin las mujeres educadoras no brotaría la magia en símbolos de sociabilidad a lo largo y a lo ancho del legado histórico, geográfico, científico y cultural de nuestro patrimonio vitivinícola, educando a niños y jóvenes en una cultura del vino merced a las bondades de esta región.

Sin las mujeres que hacen política no se estaría constituyendo el camino no sólo caminado, sino el que se propone recorrer y al que se quiere llegar, facilitando los medios necesarios para que las cepas de la identidad cultural, de la identidad femenina tengan "el lugar" en la historia de nuestras tebaidas. Todas, algunas, la mayoría, señoras, señoritas, mujeres, niñas, madres, abuelas, tías, reinas, virreinas, son la causa de cada genuina vendimia, de cada cosecha, de cada helada, de cada sueño en busca de un espacio y un tiempo en el universo colmado de varietales en sus ojos, en sus penas, en sus logros, en su lucha cotidiana de esta compleja humanidad.

La mano de obra de todas ellas, es la mano que da la vida, como el vino en su copa, como la dignidad de ser parte de esta naturaleza vitivinícola. La participación de tantas mujeres me lleva a recordar a las mujeres artistas, las mismas que una noche de fiesta, bailan la danza de nuestra esencia, las mujeres que musicalizan los lazos sanguíneos entre fusas y vinos blancos, las mujeres pintoras que colorean con sus dedos taninos la mirada ilustrada de la humanidad. Sin las mujeres intelectuales que analizan, observan y traducen las palabras de la viña en metáforas, imágenes, dando evolución al pensamiento y a la creatividad. Las madres de las madres de las madres, y así, la historia de nuestras mujeres mendocinas, vendimiadoras de ley en Mendoza, nunca deja que una cosecha se termine, más bien, siguen reivindicando esta cultura casi misional, educadora, transformadora consolidando una vez más, el sentido de la vid, de la vida, de nuestras vidas.

Denominadas por la escultura de las emociones y la cultura del trabajo, crean redes familiares, arquitecturas sociales, culturales, económicas, políticas, sin fronteras, constituyendo así intensidades que sólo ellas pueden brindar. Nada es leve para la mujer, ni siquiera cuando la siesta de una cosecha con el sol ardiente, el sudor de sus senos y el trabajo arduo pesa más que su aliento.

Y al final siempre ellas traen la luz, estaba destinado que se encontraran, se rieran, brindaran, aprendiera, admiraran. Estaba destinado a ser, nadie ni nada las podrá detener.


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