Una gran oportunidad para Mendoza motorizada desde el Sur
Los tres departamentos del sur de la provincia tienen a mi criterio la llave del progreso en esta etapa. Para potenciarse es imprescindible que dialoguen, se comprendan, compatibilicen los deseos de sus respectivos ciudadanos.
Mendoza es una provincia de gente trabajadora y valiente desde sus comienzos. La vara alta que dejó San Martín en su paso por la gobernación, el potente influjo inmigratorio, la tradición de paz y trabajo de los Huarpes y el liderazgo de varios dirigentes de lujo como Emilio Civit, hicieron el milagro de convertir una zona semidesértica y poco poblada, en una tierra progresista, respetada por sus fuertes instituciones republicanas, que hoy tiene dos millones de habitantes y que ha sabido desarrollar su agroindustria, hidrocarburos y turismo. Una capital del vino que llega a medio mundo con sus productos de calidad y un destino turístico internacional reconocido.
No obstante ese espíritu emprendedor, la pobreza y el desempleo nos golpea. Las injusticias nos ponen piedras en el camino desde hace mucho tiempo. La distribución federal de recursos impositivos nos tiene al fondo de la tabla. Recibimos por coparticipación federal tres veces menos por habitante que La Pampa, Formosa, La Rioja y Catamarca entre otras; dos veces menos que San Luis, San Juan, Entre Ríos y Corrientes. Menos incluso que Córdoba y Santa Fé, productivamente más ricas. La provincia de Buenos Aires que formalmente está como Mendoza en coparticipación por habitante, se ve ampliamente recompensada por la percepción generosa de los famosos ATN, adelantos del tesoro nacional. Nosotros ni figuramos en esa lista discrecional. Además, todo el AMBA se ve beneficiado por que la Nación paga los trenes del conurbano, les subsidia la luz y el gas, se hace cargo de sus hospitales nacionales y de muchos de sus colegios, entre muchas otras ventajas. El grueso de los recursos del gobierno nacional se invierte en el AMBA, incluida la inmensa mayoría de los sueldos de los empleados públicos del estado nacional, que se gastan allí, favoreciendo enormemente su comercio.
Pero el propósito de este artículo no es de queja. Es para apelar al espíritu de progreso de nuestro pueblo y dirigencia, para salir adelante en estas circunstancias difíciles. La crisis de Portezuelo nos ofrece una gran oportunidad.
Los tres departamentos del sur de la provincia tienen a mi criterio la llave del progreso en esta etapa. El diversificado San Rafael, con todo su potencial turístico, ganadero y agroindustrial. El laborioso General Alvear, un pueblo que siempre ha apostado al trabajo duro y que ha encontrado en la ganadería el motor de su desarrollo, con grandes posibilidades de crecimiento, pues sólo producimos el 11% de la carne que consumimos en la provincia. El enorme Malargüe, inmensamente rico en potencia, con sus recursos mineros metalíferos (cobre y oro) y no metalíferos como el potasio, aún sin explotar y el treinta por ciento de la cuenca de Vaca Muerta, con una tímida explotación en ciernes.
Para potenciarse es imprescindible que dialoguen, se comprendan, compatibilicen los deseos de sus respectivos ciudadanos y respeten su respectiva autonomía municipal.Sin imposiciones ni cerrazones irracionales.
Los tres tienen desafíos de conectividad interrelacionados. El paso de Las Leñas para San Rafael, la ruta 188 para que Alvear conecte con el Pehuenche y el tramo de la ruta 40 desde Bardas Blancas al sur para que Malargüe se vincule a la Patagonia y a Pata Mora y se potencie el turismo de todo el sur.
El río Grande corre enteramente por Malargüe hasta convertirse junto al Barrancas en el gran río Colorado. Parte de sus aguas pueden ser mejor aprovechadas trasvasándolas al río Atuel para potenciar mucho la ganadería, el agro y el turismo de Alvear y San Rafael. Pero es fundamental que Malargüe también sea respetado. Su perfil siempre ha sido minero y petrolero. Necesita imperiosamente desarrollar sus grandes riquezas. Ha sido enormemente generoso en proveer de gas y petróleo al resto de la provincia, sin tener una red de gas natural para aprovechar su propio recurso. Es imprescindible escuchar el deseo de sus habitantes, que es explotar de forma sustentable su enorme potencial minero. La provincia entera se verá beneficiada, especialmente los departamentos cercanos.
Hay que resolver los dos grandes desafíos que plantean con razón quienes tienen dudas sobre la minería. Quién controla y cuánto dinero queda en la provincia. No podemos paralizarnos ante ello, si no resolverlo. Tenemos que estar a la altura de nuestra historia. Hay muchos ciudadanos serios y comprometidos con el medioambiente que podrían liderar una agencia de control eficiente. Acaso no confiamos en el control del INV para los vinos o del ANMAT para los medicamentos? Para maximizar los beneficios para la provincia y los departamentos de la zona, hay varios mecanismos a analizar. Desde el "Fondo minero para el desarrollo de las comunidades" que tiene San Juan, que financia el desarrollo de otras actividades productivas con el dinero que deja la minería y que ahora se empleará enteramente para mejorar el uso del agua en toda la provincia; hasta la asociación en los proyectos como hace Santa Cruz a través de la empresa estatal minera "Fomicruz". Por supuesto promoviendo que el valor agregado a la producción primaria se incorpore en Mendoza para ganar más empleos y renta.
El último fin de semana tuve la suerte de visitar Alvear para la fiesta de la Ganadería y Malargüe para el día de la Minería. Curiosamente ambas fiestas se celebraban el mismo día. Hablamos con productores agrícolas de Bowen que necesitan de forma imperiosa más agua, escuchamos a dirigentes ganaderos que clamaban por el trasvase del río Grande al Atuel y sentí la desazón del generoso pueblo malargüino, otra vez frustrado en sus ilusiones por el veto a Portezuelo y la impotencia de sentirse incomprendidos y ninguneados en sus deseos de trabajar y crecer. A pesar de las diferencias aparentes, en lo profundo de todos estos anhelos, estaba la impronta mendocina. Nadie pidió vivir de arriba, de planes y subsidios. Todos hablaron de trabajar y producir. Eso siempre nos distinguió y nos sigue distinguiendo como provincia. Allí radica mi optimismo. A título personal opino que la fórmula es la siguiente: trasvase para Alvear y San Rafael y minería sustentable para Malargüe. Resultado: un sur poderoso, integrado y desarrollado, que sea una enorme turbina para el nuevo empuje que necesita esta gran provincia.