Solidaridad y compromiso: lo que podemos aprender de Uruguay
Cómo funciona el sistema universitario en Uruguay. Lo desarrolla en esta nueva columna Isabel Bohorquez.
Las universidades de gestión estatal están nuevamente en el ojo de la tormenta política.
Vuelve a la rueda la opción del veto, retorna la advertencia de la marcha en la calle que promete ser multitudinaria y así vamos... sin discutir nunca de fondo lo que realmente podría transformar el horizonte de la educación superior en Argentina que está en un proceso de retracción en los últimos veinte años si la comparamos con el resto de los países de la región; a pesar de que es gratuita e irrestricta en lo que se refiere al menos a las universidades de gestión estatal.
¿Por qué en los debates públicos no se dan a conocer los datos que ponen de relieve las dificultades profundas que atraviesa el sistema de educación superior universitario argentino? ¿Será acaso posible que nuestros congresistas los desconozcan?
Un aspecto que es fundamental en cualquier sistema universitario en términos de equidad educativa es que al ingreso se le suceda la permanencia y el egreso. No basta con llegar a la universidad. Y en nuestro país quienes acceden son unos pocos afortunados: el 13,5% es la tasa bruta de ingreso para el año 2022, expresada por la Secretaría de Políticas Universitarias.[1]
¿Cómo se puede sostener a los estudiantes de menores recursos que son aproximadamente 1 de cada 10 estudiantes del reducido grupo de ingresantes y que ya hemos planteado que llegan a su último año de cursada en un escaso 1,1%?
Me interesa el caso de Uruguay que además de plantear un Fondo de Solidaridad intergeneracional está atravesando un movimiento de expansión de su sistema de educación superior.
Uruguay tiene una universidad estatal y gratuita UDELAR (Universidad de la República Oriental de Uruguay) creada en 1838 que actualmente atraviesa un proceso de crecimiento con filiales por todo el país. En el año 2013 se creó la Universidad Tecnológica, UTEC, también estatal y gratuita. Además, hay universidades privadas.
El punto a considerar es que en 1994 se creó el Fondo de Solidaridad, cuyo objetivo es financiar un sistema de becas para estudiantes de la UDELAR y del nivel terciario del Consejo de Educación Técnico Profesional de la ANEP (CETP). El sistema está basado en el concepto de solidaridad intergeneracional, mediante el cual un profesional egresado de la UDELAR y de los niveles terciarios del CETP, debe contribuir al financiamiento de un sistema de becas para estudiantes de bajos recursos. Con posterioridad, la ley 17.29624 de 2001 le asignó al Fondo el cometido de recaudar un adicional cuyo producido es volcado al presupuesto de la UDELAR.
Es obligatorio hacer un aporte anual al Fondo para los egresados de la UDELAR y del nivel terciario del CETP. Dicho aporte no es acumulativo por la multiplicidad de títulos de un profesional, en cuyo caso se aporta sobre la base del título obtenido en la carrera de mayor duración. A partir de 2002, con las modificaciones introducidas en la ley 17.451, están gravados todos los profesionales que hayan finalizado la carrera hace más de 5 años, hasta completar 25 años de aportes o, hasta el cese de toda actividad laboral por jubilación.
A partir del ejercicio 2002, quedaron exceptuados del aporte aquellos profesionales que acreditaran tener ingresos inferiores a cuatro salarios mínimos nacionales (unos US$ 172), independientemente de dónde éstos provinieran.[1]
Para tener una idea aproximada de los valores: $100 uruguayos equivalen a U$S 2,43.
En base a ello los aportes resultan: Para carreras cortas (menos de 4 años) con medio arancel (de 5 a 9 años de egresado) un aporte anual equivalente a U$S 59,28 y con arancel completo (de 10 años de egresado en adelante) un aporte anual equivalente a U$S 118,56.
Para carreras largas (igual o más de 4 años) con medio arancel (de 5 a 9 años de egresado) un aporte anual equivalente a U$S 118, 56 y con arancel completo (de 10 años de egresado en adelante) un aporte anual equivalente a U$S237,12
Los primeros cuatro años de egresados no se hace ningún aporte, entiendo que con la convicción de darle un plazo prudencial al egresado a que se inserte en el mundo laboral profesional.
Diferentes análisis de este Fondo Solidario Intergeneracional plantean que un egresado que accedió no solamente a una universidad gratuita, sino que propició un sistema de ayuda efectivo a los estudiantes de menores recursos puede estar devolviendo a lo largo de su vida un monto aproximado de U$S 6.000. Estimado que resulta, aun así, muy por debajo de lo que cuesta una carrera promedio en el mundo.
En resumen, los estudiantes que cursan sus carreras de nivel superior en forma gratuita, al cabo de cinco años de haber egresado comienzan a aportar, en principio con medio arancel y luego de diez años de egresados con arancel completo y distribuido en 12 cuotas mensuales para destinar esos fondos a becas estudiantiles y en un porcentaje menor a financiar algunas actividades de la universidad como por ejemplo investigación.
Han pasado treinta años desde el inicio de este Fondo de solidaridad intergeneracional que tiene posibilidades de ser evaluado, cuestionando sus pro y contras. De hecho, ha crecido la capacidad de destinar fondos a la universidad además de las becas estudiantiles. Así como la preocupación actual radica más en que los jóvenes con menores recursos culminen la escuela secundaria para luego estimular su ingreso a la universidad a través del sistema de becas.
La evolución de los fondos puede observarse en el siguiente cuadro:
En principio, lo que me parece importantísimo es que este esquema de arancelamiento diferido se basa en dos conceptos: solidaridad y compromiso. Cuestiones que no solamente benefician al propio sistema, sino que generan una red social de comprensión y asunción de roles compartidos respecto a lo que significa la educación para el individuo, pero también para la sociedad.
En nuestro país hemos enfatizado la noción de derecho aún cuando tantos jóvenes quedan fuera de un proyecto de educación superior y para quienes gozan del privilegio de ser sostenidos por el esfuerzo todos para educarse, parece no atisbarse el más mínimo rasgo de compromiso o solidaridad una vez culminado sus estudios.
Algo estamos haciendo mal...
[1] https://www.cinve.org.uy/wp-content/uploads/2013/01/educacion-superior-en-uruguay.pdf
[1] https://www.memo.com.ar/opinion/universidad-gratuita/