Gastón Vigo Gasparotti: "Hay ayuda que daña; al pobre hay que mirarlo por su potencial"
Gastón Vigo Gasparotti, fundador de la comunidad Akamasoa Argentina, se dedica a acompañar a personas que se encuentran en situación de pobreza a salir de ella, siguiendo la obra comenzada por el padre Pedro Opeka en Madagascar.
En Argentina, Gastón Vigo Gasparotti sigue el trabajo comenzado en Madagascar por el sacerdote Pedro Opeka, ayudando a que personas puedan salir de la pobreza con esfuerzo y herramientas. El fundador de la comunidad Akamasoa Argentina habló con "Tenés que saberlo", por Radio Post 92.1, y contó acerca del trabajo que hacen día a día.
"Nosotros tratamos de replicar la obra de Pedro Opeka. Hace algunos años partí a Madagascar para trabajar a la par de Pedro y poder buscar los secretos, los misterios, las ideas puntuales que él defendía y que habían convertido a un basural en una ciudad de 60.000 personas. Eso se visualiza en que urbaniza dignamente, educa, transpira con ellos, fomenta la disciplina de área, genera sitios de atención primaria de salud y va logrando que la arquitectura eduque y vaya cambiando los hábitos, pero por sobre todas las cosas esta idea de no transar la idea que con trabajo, educación y disciplina se puede salir adelante", contó Vigo Gasparotti.
En referencia a la manera de actuar, señaló que se llevan a cabo "una batería de acciones desde la panza de la madre hasta la última exhalación": "Trabajamos todas las etapas, pero cuando nos encontramos con alguien que tiene salud y edad para trabajar o para estudiar, le ofrecemos lo mismo que uno le ofrecería a un padre, a un hermano, a un amigo: oportunidades alternativas, formación. Dejamos las cosas en claro del día uno que ingresan: la educación es obligatoria, tanto para el niño como para el adulto, los controles de salud también. De martes a sábados, de 8 a 17 horas, tendremos que aprender oficios muy diversos, desde termofusionar hasta electricidad, desde colocar una placa de yeso hasta hacer un pozo ciego. Todo en el afán de poder urbanizar lo que uno necesita para vivir dignamente. Creemos mucho en el esfuerzo individual y también en la ayuda mutua, pero las reglas acá son claras".
En esa línea, añadió: "Por supuesto que hay vaivenes, hay momentos en donde gente que ha sufrido muchísimos traumas tiene sus recaídas, sus momentos de desolación, de desesperanza, pero acá todos los días se le avanza, aunque fuera una pulgada, a la extrema pobreza. Nosotros no creemos en la idea de que hay que esperar que alguien venga a hacer esto, sino que creemos convencidamente de que todos los días lo tenemos que hacer nosotros".
El fundador de Akamasoa Argentina señaló que Jesús era muy concreto con su predica: "Si ves un hambriento, dale de comer; si ves un sediento, dale de beber; si es un peregrino, hospedalo; si está en la cárcel, visitalo; si está desnudo, vestilo. Pero aclaraba ‘hay que amarse a uno para poder amar al prójimo'. Hay que rendir de acuerdo a sus talentos. Nosotros sí que pensamos que al pobre no hay que mirarlo por su carencia, no estar observando todo el tiempo lo que le falta, sino verlo por su potencialidad. Esa parábola de los talentos, maravillosa ¿qué expresa Jesús ahí? ‘Rendir de acuerdo a lo que se te ha dado y así se te va a juzgar'".
En cuanto a la idea de que los pobres serán ricos en el Cielo, Vigo Gasparotti señaló: "Es una comodidad intelectual decir, ‘quedémonos quietos, cuando los tipos lleguen allá arriba van a estar fenómenos'. Anda a vivir vos así: sin agua, sin cloacas, en donde te golpeen, en donde no tengas posibilidades, en donde no consigas laburo. Entonces hay que cambiar las cosas acá: irse de la vida con las manos gastadas y el corazón enganchado".
Vigo Gasparotti contó que comenzó trabajando con niños desnutridos: "Cuando uno trabaja la desnutrición infantil, la primera conclusión dramática que se le genera es que el cerebro no acepta deudas atrasadas. Lo que no se hace en la primera infancia difícilmente se podrá hacer después porque la desnutrición, la falta de alimento, de estímulo, te genera problemas bioquímicos, eléctricos, anatómicos, funcionales, psiquiátricos y psicológicos".
Sin embargo, advirtió que la solución y el abordaje debía ser integral: "Dábamos el alta a un chico de 5 años, lo más campante, sonriendo, divertido, con ganas de salir adelante, pero iba a una escuela donde lo estafaban; iba su familia a tratar de conseguir laburo y no tenía la formación para insertarse en el mercado laboral; seguía viviendo en la casa en donde el golpeador de turno movía la cortina de la puerta de su casa e ingresaba. Ahí mi conclusión fue ‘Pedro dio la tecla', El tipo trabaja en todas las etapas de la vida. Es un servicio complejo porque es mucho más cómodo decir ‘ataco el analfabetismo, controlo tal o cual chico para que tenga el peso, la talla y el perímetro craneano para su edad y no me meto en estos bardos'. Pero en el fondo, si me preguntan qué hacemos todos los días, tratamos de reconstruir personas".
Además, contó que por Akamasoa pasan 6.000 voluntarios al año de distintos credos, ideologías, convicciones y nacionalidades: "Acá no ponemos de acuerdo lo importante: si alguien está desnutrido, hay que nutrirlo; si alguien no tiene educación, hay que educarlo; si alguien no tiene posibilidad de tener un trabajo, hay que formarlo. Y acá estamos todos por lo mismo, para mirarlo nuevamente al que está marginado en la sociedad, con la idea de ‘che, vamos juntos a salir adelante, no te quedes quieto esperando que alguien te dé algo'. Yo soy un agradecido de toda la gente que nos ayuda. No me ayudan a mí, se ayudan a ellos y ayudan al resto".
Finalmente, el fundador de Akamasoa Argentina criticó algunas maneras de ayuda y solidaridad: "Hay una ayuda que daña, que por más que con buena fe uno la quiera hacer. Esa es la pregunta que uno debe hacerse cada vez que tiende la mano: ¿Esta ayuda amputará el espíritu? ¿Esta ayuda permitirá que alguien se ponga de pie o seguirá de rodillas? Muchas veces se ayuda a la gente quebrándole las piernas y después se le da la muleta. Dicen ‘agradeceme que te di la muleta'. No, hermano, primero me quebraste las piernas".