Milei lidera una escalada de agresiones en redes y en el discurso público
Un informe de la consultora Ad Hoc revela que los insultos en redes sociales argentinas se duplicaron entre 2023 y 2025, y ubica al presidente Javier Milei como el usuario político no anónimo más violento, con un estilo que potencia la agresividad desde la cúspide del poder.
En los últimos dos años, el nivel de agresividad verbal en Argentina no solo creció, sino que fue legitimado desde el poder más alto. Así lo muestra el informe "La provocación permanente", elaborado por la consultora Ad Hoc, que midió el volumen, los tonos y las formas del discurso violento en las redes sociales entre enero de 2023 y junio de 2025.
El estudio, que analizó más de 27 millones de tuits insultantes, muestra que los ataques en plataformas sociales se duplicaron en ese período: de un promedio mensual de 666.000 agravios se pasó a más de 1,3 millones. En ese universo, el presidente Javier Milei se destaca como el actor político más ofensivo entre las cuentas no anónimas.
Según el relevamiento, Milei emitió al menos 1.589 insultos o agravios personales en su cuenta oficial durante los 30 meses analizados. Eso equivale a más de 50 insultos por mes, y lo convierte en el dirigente con mayor nivel de agresividad en el debate público, superando a todos los gobernadores, legisladores y funcionarios, incluso a expresidentes como Cristina Kirchner o Mauricio Macri.
De hecho, su nivel de virulencia discursiva solo es comparable al de cuentas anónimas o trolls. A lo largo del informe, se detalla que buena parte de sus mensajes contienen metáforas sexuales denigrantes, insultos de grueso calibre y ataques personalizados a periodistas, economistas, artistas, colegas y expresidentes.
El informe no se limita a cuantificar los insultos. También los contextualiza dentro de una estrategia de comunicación política. La hipótesis principal de Ad Hoc es que Milei despliega una estrategia de sobreactuación y provocación constante con el objetivo de llamar la atención, fijar agenda y polarizar el debate.
En otras palabras, el insulto no es un exabrupto: es una herramienta deliberada. Esta forma de intervención política desordena el diálogo público, limita la deliberación democrática y desplaza los temas estructurales, como la economía o la salud, por una disputa de estilo y emociones.
¿Cómo repercute esto en la sociedad?
El efecto de este estilo en el clima social es medible: el informe muestra que las respuestas a los posteos presidenciales suelen amplificar el tono original. Cuando Milei insulta, los usuarios responden con más agresividad que en cualquier otro tipo de posteo. Esa dinámica convierte al presidente en un multiplicador de violencia discursiva, cuyo impacto se vuelve colectivo.
Además, los medios de comunicación reproducen y comentan masivamente sus insultos, lo que refuerza el efecto. Según el informe, muchos programas televisivos y radiales contribuyen a "normalizar" este modo de expresión, lo que dificulta distinguir entre provocación y mensaje institucional.
El riesgo de normalizar la agresión
La consultora concluye que este modelo comunicacional erosiona las condiciones básicas de la conversación pública. "Cuando la autoridad máxima del país insulta como método, el agravio deja de ser un desborde: se transforma en doctrina de Estado", afirma el documento.
En términos institucionales, Ad Hoc advierte que la agresión desde el poder no solo polariza, sino que achica el espacio del disenso. Muchos actores se autocensuran o quedan fuera del debate, mientras se instala una lógica de amigo-enemigo que impide construir acuerdos.
La opinión pública empieza a reaccionar
Una encuesta reciente de la UBA, citada por La Nación, reveló que el 71% de la población considera que el estilo del presidente es agresivo, violento u ordinario. Incluso entre quienes votaron a Milei, el 30% admite estar incómodo con la forma en que se expresa. Estos datos sugieren que la escalada de insultos podría tener un techo dentro de la propia base de apoyo libertaria.
El informe de Ad Hoc expone cómo el presidente Javier Milei convirtió la agresión verbal en una marca de gestión comunicacional. El insulto dejó de ser marginal para convertirse en discurso oficial. En esa lógica, el lenguaje ofensivo no representa un exceso aislado, sino un modelo de construcción política basado en la provocación, que genera efectos reales en el entramado social, mediático e institucional