Así fue el primer debate presidencial televisado de la historia
El debate entre John F. Kennedy y Richard Nixon en Estados Unidos, compitiendo por la presidencia, reunió a 60 millones de personas ante el televisor y fue clave para la victoria del demócrata.
El 26 de septiembre de 1960 tuvo lugar el primer debate político televisado de la historia. Era la primera vez en la historia de Estados Unidos que se mostraba en televisión un debate entre los principales candidatos presidenciales de los partidos. En él participaron Richard Nixon y John Fitzgerald Kennedy, candidato republicano y demócrata respectivamente, durante la campaña electoral por convertirse en el 35º presidente de los Estados Unidos. Se celebró en los estudios de la CBS en Chicago y la novedad hizo que 60 millones de personas vieran el debate pegadas a las pantallas de los televisores.
Durante el debate, el senador Kennedy afirmó: "No creo en un gran gobierno, pero creo en una acción gubernamental eficaz". Cada candidato hizo una declaración de apertura de ocho minutos y una declaración de cierre de tres minutos. Howard K. Smith fue el moderador del mismo. Sander Vanocur, Charles Warren, Stuart Novins y Bob Fleming interrogan a los candidatos después de sus comentarios de apertura. El tema del debate fue la política interna, y también se plantearon temas sobre educación, entre otras cosas.
Ninguno de los dos candidatos demostró una gran agresividad, sino que se limitaron a señalar sus discrepancias en un tono cordial y amistoso en el que tampoco mostraron interés por profundizar en temas delicados. Mientras que quienes escucharon el debate por la radio dijeron, en encuestas posteriores, que la actuación de Richard Nixon había sido mejor, aquellos que lo siguieron por televisión dieron una victoria aplastante a Kennedy. Esta diferencia se debe a que el candidato demócrata se mostró seguro de sí mismo en todo momento, sonrió y supo manejar su lenguaje corporal y conquistó a la cámara al lucir un elegante traje negro y una piel bronceada y maquillada. Nixon, por su parte, era la viva imagen de la incomodidad (y recordemos que estaba sin maquillar).
Kennedy emergió como el aparente ganador de este primero de cuatro debates televisados, en parte debido a su mayor telegenia ante la cámara que Nixon, quien, a diferencia de Kennedy, parecía nervioso y, además, se negó a usar maquillaje. A Nixon le fue mejor en el segundo y tercer debate, y el 21 de octubre los candidatos se reunieron para discutir asuntos exteriores en su cuarto y último debate.
Kennedy ganaría las elecciones menos de tres semanas después, el 8 de noviembre, con el 49,7 por ciento del voto popular en una de las elecciones presidenciales más reñidas en la historia de Estados Unidos, superando por una fracción, ya que su oponente obtuvo el 49,6 por ciento de los votos, y sería nombrado presidente en noviembre de ese mismo año, pero la verdadera importancia de este acontecimiento reside en la inclusión del medio televisivo en la política y la influencia que este tuvo en su progresiva espectacularización.
"Sabíamos que el primer debate televisado era importante, pero no teníamos idea de lo importante que iba a resultar", dijo Ted Sorensen, el redactor jefe de los discursos de JFK a la revista Time. "La historia que me gusta contar es de cuando me delegaron para ir a despertarlo", continuó Sorensen. "Abrí la puerta, me asomé y allí estaba, con las luces encendidas, profundamente dormido, cubierto de tarjetas".
Los debates presidenciales televisados tuvieron una pequeña pausa y se retomaron en 1976. Desde entonces, se han realizado en todas las campañas presidenciales de ese país.