Tensa calma, mientras el Gobierno no sabe cómo responder al golpe del resultado electoral bonaerense

Mientras el dólar sigue cerca del techo de la banda, el gobierno dice que cambia haciendo las mismas cosas que molestaron al electorado. La columna con el análisis de Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

El Gobierno parece que quedó noqueado con el resultado del domingo pasado. Si bien el Presidente admitió, muy circunspecto, que había que aceptar el resultado y reconocer los errores políticos cometidos, dijo que no tocará nada el plan económico y abrió una suerte de mesa de negociación con algunos gobernadores, aunque la mayoría han dicho que no irán porque no le creen más.

No se sabe muy bien qué entiende Milei por "corregir errores políticos". Lo cierto es que la decisión de vetar las leyes que planteaban el reparto de los fondos discrecionales, el financiamiento universitario o la emergencia del Hospital Garrahan, demuestran poca habilidad política. Haber llegado hasta la instancia que obligue al veto es muestra de soberbia que se sigue ratificando. Está claro que el Presidente no sabe nada de política y los que lo asesoran mucho menos.

Estas leyes, en sí mismas, no significaban mucho dentro de la cuenta presupuestaria y el Presidente se compró un conflicto que tiene repercusión social amplia y excede a los interesados. Toda la comunidad rechaza la posibilidad de afectar estas actividades, mientras los gobernadores manipulan la información porque, al bajar impuestos nacionales, les bajaron la coparticipación y sigue rechazando cualquier tipo de ajuste.

El problema es que al dejar la Nación las obras públicas sugirieron que las provincias se hicieran cargo y de eso se agarran los gobernadores para decir que sin esos fondos no pueden financiar esas obras. Los mandatarios dicen que en este caso las financie la Nación en lugar de regalarlas a gobernadores amigos.

En estas mesas de negociación con las provincias el Gobierno podría ofrecer una línea del BID de us$1000 millones que estaban destinados a las provincias y que el gobierno de Milei había decidió congelar. En esta ocasión podrían ofrecer a los gobernadores amigos, que son muy pocos, la posibilidad de acceder a estos fondos. Por ahora, las únicas provincias que tendrían proyectos listos y aprobados serían Mendoza y Neuquén.

Mientras tanto, la oposición peronista del Senado se apresta a dale un golpe de asalto al Banco Central al intentar "federalizar" su conducción, para que las provincias tengan mayor injerencia. No se sabe si quieren que el Banco Central preste, o que induzca un direccionamiento de los créditos, pero es bastante peligros porque esto atentaría contra la autonomía de la entidad.

El tiempo se le agota al presidente. El 26 de octubre está cada día más cerca y los inversores no solo no ven cambios sino una tozuda persistencia en cometer errores y comienzan las dudas sobre todo el esquema del programa económico. Esta semana circularon muchos rumores de un nuevo cepo o de maniobras extrañas.

El sainete de dólares y tasas

Esta semana el Banco Central indujo a una baja de tasas en los distintos instrumentos en pesos que maneja y le dio mucha tranquilidad al mercado, pero el valor del dólar retomó su sendero de suba y llegó al viernes cerrando a $1465, muy cerca del techo de la banda en $1471 y, aparentemente con una demanda firme.

Y volvemos a plantearnos porqué, si el gobierno estuvieras cumpliendo con su compromiso de no emitir, hay una demanda cada vez mayor de dólares a mayores precios. Esto significa que hubo una inyección grosera de pesos. Todos criticaban al Gobierno porque intervenía en el mercado y no veían esta expansión monetaria subterránea, que señalamos la semana pasada.

Siempre hay inversores que quieren posicionar en primera fila ante lo que, calculan, será un cambio de régimen y si pueden, quieren producirlo, para ganar más. Así, circularon versiones muy diversas. Algunos decían que el Gobierno no arriesgaría las reservas del BCRA y pondría un nuevo cepo. Esto sería posible si hubieran inundado el mercado de pesos, contradiciendo su compromiso de no emisión.

Otros, en cambio, afirman que el Gobierno cumplirá y que dispone de us$20.000 millones de reservas líquidas para enfrentar cualquier corrida, aunque otros advierten que estamos ante un cambio de sentido de la demanda. Cayó la demanda de pesos y aumentó la de dólares.

Por estos días, también, comienzan a ensayarse apuestas acerca de lo que sería mejor para el mercado. Hay que reconocer que las bandas cambiarias son una suerte de cepo, complementados por el techo de la banda. Frente a un panorama tan lleno de especulaciones, el ejercicio que hizo el Tesoro la semana pasada, de fijar un sub techo en $1365, demostró el mercado está dispuesto a violar todos los marcadores que le pongan límites. Es un deporte. Pero tiene pánico cuando no tiene ninguna señal.

Así las cosas, hay quienes sugirieron que el Banco Central elimine las bandas y los topes y libere definitivamente el mercado y deje de alimentar a los especuladores. Otros apuestan a más actividad de la autoridad monetaria y sugieren que ponga a disposición del mercado us$5000 millones, para que vean que hay disponibilidad, para ver cómo responden.

Pero el secreto de todo es que termine la emisión subterránea dibujada para que no se produzcan más estos episodios que fueron alimentados por el mismo gobierno.



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