El Gobierno debe hacerse cargo del país: todavía le quedan 8 meses
Falta tiempo para que este gobierno le de paso al que sigue y debe dejar de subsumirse en cuestiones colaterales e internas, y tomar la conducción de las cosas ahora mismo. Hay una inacción que hace inaguantable el presente e indeterminado el futuro.
Nadie pareciera estar a cargo del Gobierno. El presidente Alberto Fernández anda por lugares hablando inconsistencias que -atento al cargo que todavía detenta, aunque no lo ejerza plena y cabalmente- solo genera más confusión a la existente, rebela a los propios contra sí y deja cada día para el siguiente la responsabilidad de tomar decisiones conducentes.
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La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner está a punto de ofrecer una "masterclass" sobre cómo hacer política, pero tampoco asume el rol que tiene ahora mismo: hacerse cargo del gobierno que ella creó, con el presidente que ella eligió.
Mientras esto ocurre, el país vive días de alta preocupación social, empresaria e institucional, porque la inflación escala notoriamente al ritmo en que la moneda vale cada jornada un poco menos y no se avizora un plan consistente que revierta lo que está pasando.
El ministro de Economía, Sergio Massa, parece puesto allí como catapulta para ser candidato a presidente y no para conducir el área, ya que si es que lo está haciendo, no está dando los resultados que prometió y que se esperaban.
Nadie toma decisiones, esperando la hora de irse. Nadie en el Gobierno da una señal clara de estar al frente del país, con tal de no afectar a un puñado de políticos de su signo y se esperan en instalarlos para la continuidad en las próximas elecciones, cuando es hoy mismo que no saben, no pueden o no quieren hacer las cosas.
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Pero aun faltan ocho meses y, bajo las actuales condiciones, parecen invivibles, de alto deterioro de la situación económica de los trabajadores, de mayor exclusión de los ya fuera del sistema y de desconfianza hacia una democracia que, a 40 años de reiniciada, no parece brindar herramientas adecuadas para que las cuestiones básicas funcionen correctamente.
La irresponsabilidad de dejar de lado la gestión para jugar a hacer política termina por desprestigiar la política misma, ya que si es esto lo que entienden por tal, no está sirviendo para lo mínimo: vivir bien, sin sobresaltos y con algo a la vista en el horizonte.
Es un tiempo difícil, con un futuro indeterminado, una vez más en Argentina. Y quien están demostrando una adultez que no acreditan los gobernantes es la sociedad, que espera con calma, aunque triste y con signos de depresión, a "que pase el que sigue".