Ganadores y perdedores nacionales de la elección bonaerense

El análisis poselectoral de las elecciones de la Provincia de Buenos Aires. Qué implica el resultado bonaerense para el resto del país, pero también hacia adentro del peronismo, en donde asoma el recambio suave de CFK a Kicillof.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Terminada la elección bonaerense, empieza la campaña nacional, en la que el Gobierno necesita consolidar apoyos para poder seguir con su programa económico, que representa un cambio de régimen con respecto a lo anterior.

El gran dilema es si conseguirá:

- Estabilidad en los mercados antes de octubre para mostrarse sólido.

- Esconder las debilidades que demostró hasta ahora, ya que ante la aparición del denominado como "riesgo kuka", los indicadores tambalearon fácilmente.

- Sostener los respaldos formales (además del aliento de sus seguidores, desilusionados o decepcionados, directamente) y aplacar un triunfalismo antimileísta o properonista en el resto del país que aun no votó.

Juega a favor de Milei y su partido, LLA, el hecho de que no había ganado antes en Provincia de Buenos Aires, de tal modo de que elección contra elección, hilando fino, no hay derrota sino en todo caso un estancamiento.

Juega en contra del oficialismo nacional su exceso de triunfalismo. Está probando en territorio bonaerense el mismo sabor amargo que ya saboreó en Corrientes, en donde la fanfarronería le ganó al cálculo lógico y, por lo tanto, por vivir una irrealidad, mordió el polvo de la derrota.

Algunas posibles conclusiones de la jornada bonaerense son:

CFK ganadora pero derrotada. La estrategia de Axel Kicillof fue la adecuada: ganó desconociendo el mandato de Cristina Kirchner de unificar con las elecciones nacionales. Al desdoblar, les dio protagonismo a sus referentes municipales en donde logró ganarle (y en algunos casos hasta duplicar en voto) a los libertarios.

Por dónde vendrá la minimización de la derrota. Desde la Casa Rosada apelarán a que, una vez más, lo que triunfó fue la provincialización por lo que -como en Corrientes- se consolidó la versión local del voto. Pero la realidad es que no hay forma de que LLA de marcha atrás con su definición electoral frente a las elecciones de octubre, ya que todos los acuerdos en el país están ya cerrados y vigentes, y no tiene por dónde dar un salto hacia adelante. Está atrapado en sus decisiones y los resultados irán viniendo, a favor o en contra, pero nunca superando las expectativas más humildes de mejorar su performance en el Congreso.

Fracaso en la renovación política. En lo actitudinal, LLA le ganó al peronismo en la puesta en práctica de mañas, por lo que quedó desdibujada como "lo nuevo" para mostrarse como "más de lo mismo, pero sin la experiencia del peronismo" en el manejo de las cosas. Por lo cual dejó de ser opción. De nuevo, fue "mejor malo conocido".

Condicionamientos a la Casa Rosada. Con un resultado en contra, al Gobierno le resultará más difícil sostener en sus puestos a los funcionarios acusados de corrupción que fueron protagonistas de escándalos en la campaña electoral. El problema es que la principal sospechada es nada menos que el soporte personal y político del Presidente, su hermana Karina Milei.

Tensión interna en el gobierno nacional. Al gobierno nacional le caerán en punta reclamos de que se vuelva menos dogmático y que ejerza de manera más pragmática. Esto último ya lo ejerció al borrar con el codo la "libertad cambiaria" e intervenir en. mercado. Su argumento fue que "cinco locos que agiten no nos pueden hacer perder las elecciones". Pues tras la derrota en el territorio con 40 por ciento de votantes de todo el país los empujaría a pensar con más énfasis en salir de la tozudez ideológica. Por supuesto que los sectores más cerrados del mileísmo (que los hay en cantidad y con gran protagonismo anárquico) jugarán en contra de una homogeneización de LLA con las prácticas habituales de la política en tiempo electoral, más allá de lo presuntamente loable del objetivo: no perder el poder.

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