Murió una eminencia del Derecho Comercial en Argentina

"Meticuloso, obsesivo, indomable hay una cantidad infinita de sus trabajos escritos, tanto libros, como artículos, o ponencias- donde el Maestro batallaba con convicción sobre lo que creía adecuado y correcto-", señaló Daniel Truffat al despedirlo.

Falleció el Dr. Efraín Hugo Richard. 

Oriundo de Córdoba, desde donde ejerció, todo el país le reconoce el prestigio y trayectoria.

Tenía 92 años.

A continuación, Memo reproduce el texto de despedida que escribió Daniel Truffat:

El Profesor Richard fatigó las páginas -estas y las de revistas colegas o de innúmeros libros- con una pluma elegante y una lógica implacable. Como destacado miembro de la Escuela cordobesa de Derecho Mercantil, mostró la ductilidad de moverse, como si fuera jurídicamente ambidiestro, en las dos vertientes más notables del derecho comercial: el derecho societario y el derecho concursal. Esto no le impidió interesarse en figuras contractuales complejas e, incluso, en la dura temática de las previsiones del derecho de los seguros.

Aunque a él le gustaba esconder pudorosamente su faceta moralista y encubría su pensar con la invocación de la búsqueda de la eficiencia, lo cierto es que Richard pretendía un derecho que tributara a lo justo y a lo correcto, sin restricción de la autonomía de la voluntad pero marcando puntillosamente el amplio espectro de la responsabilidad que viene como lógica consecuencia de esa libertad.

Imperdible en su hora sus análisis sobre las compras apalancadas, en tiempos lejanos de privatizaciones, así como su permanente y potenciada inquietud sobre las propuestas concordatarias que reputaba írritas cuando la formulaban sociedades.

El querido profesor honró las enseñanzas y ejemplo de sus maestros -nada menos que Cámara y Quintana Ferreyra- y, a su vez, construyó un vasto océano de discípulos -en todos los rincones de la Patria e incluso, por su activa participación en el Instituto Iberoamericano de Derecho Concursal, en España, Italia y varios países latinoamericanos-.

Asimismo, enseñando la importancia de las Instituciones alumbró hace tres décadas y media y dirigió desde entonces y hasta hace unas semanas, el Instituto de Derecho Empresarial de su querida Academia Nacional de Córdoba. Cuna de múltiples creaciones intelectuales y entramado al cual se aferran varias generaciones de juristas tanto cordobeses como del resto de la República.

Richard exponía y publicaba con intensidad y tesón. Meticuloso, obsesivo, indomable hay una cantidad infinita de sus trabajos escritos, tanto libros, como artículos, o ponencias- donde el Maestro batallaba con convicción sobre lo que creía adecuado y correcto-. No dudaba en presentar polémicas con colegas más jóvenes, a quienes nada les concedía en el debate, pero con quienes discutía con altura y afecto, sin pretender nunca una primacía como aquella que su historia le hubiera permitido invocar.

Su estilo inquieto pivoteaba sobre las construcciones colectivas. Pese a su particular brillo propio cuando hablaba de "dinámica grupal" mencionaba un parámetro en el que creía sinceramente.

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