Análisis

La Coviar, ante un cambio de época

La entidad nació cuando era normal que el Estado se asociara con los privados, pero donde el Estado ponía los recursos y los privados ejercían el poder. El análisis de Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

El proyecto presentado por el diputado bonaerense Daniel Arabia para derogar la ley 25849 que creó la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) vino a poner sobre la mesa un tema que ya venía preocupando a la dirigencia del sector. De hecho, hubo en el último año varias reuniones con funcionarios nacionales tratando de argumentar para que no se toque sabiendo que esta ley tiene un pecado original que para este gobierno es imperdonable: establece una contribución compulsiva para todos los bodegueros del país para financiar actividades no muy claras y muchas con objetivos políticos.

Es real es que este tema no ha sido prioridad del gobierno nacional y la propuesta de Arabia puede llegar a pasar sin pena ni gloria, pero es verdad también que muchos empresarios, incluso pequeños bodegueros que no están asociados a ninguna entidad han manifestado por las redes sociales su apoyo a la derogación para eliminar este "impuesto de la Coviar".

El gobierno nacional ya tiene un antecedente porque hace menos de un mes derogó un decreto que establecía una contribución obligatoria de todas las empresas comerciales del país para contribuir a programas de capacitación. Los destinatarios de estas contribuciones compulsivas eran dos entidades que a nivel nacional reúnen a la mayoría de las pequeñas y medianas empresas.

La realidad es que la Coviar nació en un momento en que estaba de moda la creación de entes público-privados. Esto nació de la picardía de sectores privados que encontraron una forma de sacarle plata al estado generando entes en lo que privados tenían más poder que el Estado, pero éste ponía el financiamiento. En Mendoza nacieron y subsisten varias entidades que se comportan de esa manera.

Por esa razón, y a pesar de que la iniciativa del Plan Estratégico nació en filas del INTA y en el cual intervinieron varias entidades, finalmente, el poder de la Coviar quedó en manos de empresarios vinculados al peronismo. En aquellos tiempos gobernaba Cristina Kirchner. Si bien se concretaron algunos objetivos planteados fallaron en lo más importante: investigación. La idea era que el 80% de los recursos se dedicaran a la investigación y nunca se superó un pequeño porcentaje.

Las quejas de los que quieren terminar en ningún caso mencionan el aporte compulsivo, como si lo avalaran, sino que objetaban la forma de manejo de los recursos y que los objetivos planteados en el Plan Estratégico 2020 (PEVI 2020) no se habían cumplido y señalan, sobre todo, los objetivos que se habían planteado para la proyección en el exterior de la industria.

Ya nadie quiere seguir aportando, lo mismo que ocurre con el Fondo Vitivinícola, pero en estos momentos, más que salir con argumentos poco serios deberían proponer un debate, si no quieren que los acusen de autoritarios. Realmente estamos viviendo un cambio de época y no se pueden seguir con procesos compulsivos porque los tiempos son distintos. Quizás haya cosas que se puedan conservar y habrá que resolver las formas de sustentación, evitando los aportes obligatorios. En la Argentina rigen las instituciones de la libertad, consagradas por la Constitución.

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