La pobreza superlativa

Los dos refranes del final de esta nota de Nené Ramallo de este sábado, bien valen por todo lo que aprenderemos o reafirmaremos como conocimiento. Imperdible, una vez más.

Profesora Consulta por la Universidad Nacional de Cuyo

Cuando en las clases de lengua, en nuestra escuela primaria y secundaria, estudiábamos los adjetivos cuyo superlativo formábamos a partir del latín, figuraba, entre otros, 'pobre'. Y recordamos, entonces, cuál solución teníamos para ello y, por contraste, cuál es la solución hoy.

'Pobre' en latín era "pauper" y su superlativo, "pauperrimus", en su forma masculina; "pauperrima", en la femenina, "pauperrimum", en la neutra; de aquellas formas, el español heredó 'paupérrimo' y 'paupérrima', equivalentes a "muy pobre" para masculino y femenino, respectivamente. Pero, en la actualidad, es la propia Academia la que nos señala, en el Diccionario panhispánico de dudas, que coexisten dos formas válidas para el superlativo: 'paupérrimo', de uso culto, y 'pobrísimo, formado regularmente a partir del grado positivo 'pobre' y preferido por la mayoría de los usuarios. Esto significa que puedo decir "paupérrima/pobrísima situación" y "pobrísimo/paupérrimo estado".

Si queremos indicar el grado extremo de pobreza de alguien, podemos hacerlo mediante la adición del adverbio ‘muy' al positivo 'pobre': "Horacio es muy pobre"; pero, además, podemos añadir prefijos; en este caso, es preciso recordar que el prefijo va obligatoriamente soldado a su base: 'repobre', 'superpobre' y 'ultrapobre'. No va ese prefijo separado de la base, ni con espacio ni con guion. Entonces, escribimos: "Ha quedado en una situación ultrapobre" y "Lo compadezco porque es superpobre".

Lo que nos llama la atención, en cada acepción del adjetivo 'pobre', es que siempre subyace la idea de carencia: la primera nos dice "necesitado, que no tiene lo necesario para vivir": "Me impresionó el aumento de gente pobre en la comunidad". En este caso, son sinónimos 'indigente', 'necesitado', 'menesteroso'.Otra acepción es "corto de ánimo y de espíritu": "No se le ocurre nada porque es pobre en ideas".

También se considera 'pobre' algo que resulta escaso o insuficiente: "La comuna tiene pobres recursos". "Es una prosa de adjetivación pobre".

En otros contextos, una persona se llama 'pobre' si es humilde, sencilla y modesta: "Al verlo, no advertís su valor pues se presenta pobre a los ojos de los demás".

Además, alguien puede considerarse pobre cuando es corto de ánimo y espíritu: "Es un pobre autor de obras casi desconocidas".

Nos llaman la atención en el diccionario académico dos expresiones: la primera es 'pobre y soberbio' que se usa para nombrar al que, aunque tenga necesidad de auxilio o socorro, procura ocultarlo y no admitirlo; también alude al que no queda satisfecho con lo que le dan o con el favor que recibe, pues se cree merecedor de más.

La segunda es la que dice 'pobre de mí', que sirve para señalar autocompasión: "Pobre de mí si voy a hacer caso de todos los consejos que me dan".

En cambio, si se dice 'pobre de vos' o 'pobre de él/ella', la expresión posee tono de amenaza: "¡Pobre de él si no me avisa de los cambios que piensa hacer!".La locución coloquial 'pobre diablo' se usa para calificar a un hombre bonachón y de poca valía: "Nadie lo respeta porque es un pobre diablo".

También es posible hallar en el diccionario académico las expresiones 'pobre hombre' y 'pobre mujer': para la primera, la explicación es que se trata de un hombre de cortos talentos e instrucción; alguien de poca habilidad , sin vigor ni resolución, infeliz, desgraciado y con mala suerte. De modo similar, se da la explicación para 'pobre mujer'.

Al hombre extremadamente pobre y desvalido se lo llama también 'pobre esguízaro'; y, al hablar de 'pariente pobre', se alude en masculino y femenino a la persona o cosa más desfavorecida con respecto a las demás de su grupo: "La formación estética ha resultado la pariente pobre en el diseño curricular".

Cuando redactamos, se debe tener en cuenta en qué lugar se coloca el adjetivo 'pobre' en relación con el sustantivo: si está a continuación de él, tiene valor descriptivo y es objetivo. Así, "Pedro es un hombre pobre, con escasos recursos". Si hacemos que preceda al sustantivo, le conferimos carácter evaluativo y hay una apreciación subjetiva: "Me inspira pena porque es un pobre hombre".

Si vamos al sustantivo 'pobreza', nos va a ocurrir que, a la falta de recursos, a la estrechez e indigencia, se le puede añadir el concepto de "falta de magnanimidad, de gallardía, de nobleza de ánimo": "Se trata de un ser gris, de gran pobreza espiritual".

Hay dos adjetivos que se dan como sinónimos de ‘pobre': ‘mísero' y ‘miserable'. En el caso de ‘mísero', a las ideas mencionadas de pobreza y carencia, se suman las de desdicha e infelicidad: "Apena ver que vive en condiciones míseras". El superlativo, en este caso, es ‘misérrimo', tomado directamente del latín y sin otras posibilidades de formación; en lo que respecta a ‘miserable' (del latín "miserabilis"), su significado es, entre otros, el de "extremadamente pobre". También su superlativo viene heredado de la forma latina, pues es ‘miserabilísimo": "Durante mucho tiempo, llevó una existencia miserabilísima".

El antónimo de 'pobre' lo constituye el adjetivo 'rico', que tiene como primer valor el de "acaudalado, hacendado, adinerado": "Se instalaron varias familias ricas en la zona"; pero, además, en otras acepciones, da siempre la idea de abundancia: si se refiere a una tierra, es equivalente a "fértil, fecunda, feraz": "Se cotizan muy bien esos ricos terrenos". Referido a otras realidades, connota que ellas son abundantes, pingües, opulentas: "Todos quedaron sorprendidos por los ricos frutos obtenidos". En relación con ello, puede ser también lo mismo que "lujoso, de mucho valor": "Revistieron esos ambientes con ricos tapices".


Connotación negativa posee la expresión 'nuevo rico', ya que nombra a la persona que se ha enriquecido bruscamente y que hace ostentación de su dinero, aunque tenga incultura y tosquedad: "No hay peor cosa que la pedantería de un nuevo rico".

Concluimos con dos refranes destinados a hacernos reflexionar: "El hombre pobre no es el de las manos vacías, sino el que tiene el alma vacía de deseos". "Los libros hacen muchos sabios, pero pocos ricos".