La heladería del alma: Guri Salgado y los sabores que hicieron historia en Chacras
En una emotiva entrevista realizada en el espacio "Emprendedores con Historia", segmento de EntornoPyme emitido por Radio Post FM cada sábado de 10 a 12 hs, Guri Salgado compartió recuerdos, anécdotas y emociones de un emprendimiento que comenzó casi como un accidente y se convirtió en leyenda
Hay lugares que no solo venden productos, sino que marcan una época, tejen vínculos, se convierten en símbolos vivos de una comunidad.
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En el corazón de Chacras de Coria, mucho antes de que las calles se llenaran de cafés y bodegas boutique, una heladería se convirtió en el alma del barrio.
Fundada por Héctor "Guri" Salgado en 1981, la heladería de Chacras fue mucho más que un comercio: fue un punto de encuentro, una plaza cultural espontánea, un refugio para generaciones de mendocinos y visitantes..
Un emprendedor que venía de la música
Guri no era heladero. Tampoco pastelero ni comerciante. "Yo vengo del mundo administrativo y de la música", contó. A sus 24 años, trabajaba en la empresa Cimalco y tenía responsabilidades de dirección. Pero sentía que quería hacer su propio camino, y sobre todo, necesitaba tiempo para estudiar y escribir. Fue así como decidió abrir un pequeño negocio que le permitiera cierta flexibilidad. Eligió los helados, casi por intuición.
"Conocí a un heladero, después a don Ángel Aruello, y empecé a preguntar. En esa época no había cursos como ahora. Había que aprender desde cero", relató. Su primer intento fue un helado de banana. "Salió rico. Qué sé yo, la pegué. Y me atrapó".
Una casa vieja, un pueblo mágico
La casa donde se instaló la primera heladería era una construcción de 1850. Estaba ubicada en una zona prácticamente despoblada. "Chacras era mágico, no es lo que es hoy. Era tierra, veredas de tierra. Estaba el restaurante árabe y nosotros. Nada más".
La familia vivía allí mismo. El plan inicial era usar el lugar como fábrica y distribuir a otros locales. Pero la heladería se convirtió en imán de personas. "No había sillas, ni lugar donde sentarse, y la gente igual hacía cola. Incluso empresarios como los Luján Williams, que en esa época eran top, esperaban su turno. Se sentaban afuera. Era su momento de descanso".
Llegaban visitantes de San Martín, del barrio Dalvian, turistas, chilenos. "Lo llamábamos la heladería del fin del mundo. Chacras quedaba lejos. En colectivo eran 40 minutos. Pero venían igual".
La votación del nombre y la mística comunitaria
En un intento democrático, organizaron una votación en el pueblo para elegir el nombre del negocio. "Ganó ‘Helado del Guri', pero me pareció poco comercial, así que le puse ‘Helado de Chacras'", confesó entre risas. De todos modos, el nombre popular nunca cambió: "La heladería del Guri". Así la conocían todos.
Y es que más allá del helado, el lugar tenía alma. "No teníamos carteles. Ensayaban bandas de rock, hacían teatro, dejaban recados en un cuaderno de mensajes. Los padres me dejaban encargados a los chicos. Era un centro cultural sin proponérnoslo".
Sabores con historia y marketing espontáneo
El espíritu creativo de Guri también se trasladó a los sabores. Innovó con helados de verduras, de vinos, de té verde. Uno de sus clásicos es el de zapallo con nueces. Pero como la gente no lo pedía por el nombre, decidió rebautizarlo como "Halloween". "Y fue un éxito", recordó. Hoy es uno de los más pedidos.
También elaboró helados inspirados en viñedos mendocinos. "Los de Malbec los hacíamos desde el año 2000, mucho antes de que se pusieran de moda".
De Chacras al mundo: la visita de Brad Pitt y otros personajes
Uno de los momentos más curiosos que relató Guri durante la entrevista fue la visita de Brad Pitt y Gwyneth Paltrow cuando vivían en una finca cercana, durante un rodaje. "Ella hablaba perfecto español, él no tanto. Venían disfrazados, de noche. Les gustaba el dulce de leche. Hablamos varias veces con ellos".
Pero la historia más jugosa fue con el delivery: "A veces atendía Brad Pitt, y pagaba con 200 o 300 dólares. O Angelina, que dejaba 20 mil pesos de propina. Pero teníamos un sistema de propinas compartidas entre todos, así que hacíamos turnos para ver a quién le tocaba atenderlos. Fue muy generoso".
También apareció en Discovery Channel y en medios chilenos. "Un chileno vino con un papel buscando la heladería y me dijo ‘¿por qué no colocáis carteles?' - ¡llevaba horas buscándola!", recordó entre carcajadas.
De la expansión a la reinvención
La heladería creció. Abrieron locales en el centro, en Bombal, en Arístides. Pero siempre cuidando la mística original. La crisis del 2001 los llevó a cambiar de estrategia: menos locales, más venta mayorista. "Nos tuvimos que adaptar. No existían las franquicias y queríamos mantener la calidad y el espíritu. Preferimos cerrar algunos locales antes que perder eso".
La pandemia, el cierre y el regreso
El golpe más duro fue en 2020. La pandemia frenó toda la venta mayorista. Cerraron el local original -que no era de su propiedad- después de 43 años. "Fue durísimo. Nos fuimos con el alma rota. Estuvimos 513 días cerrados".
Pero nunca se rindieron. Con el apoyo de su pareja, sus hijos y un equipo de empleados con décadas de antigüedad, decidieron volver. Abrieron en un nuevo local: Piedras 301, a solo 50 metros de donde estaba el legendario cortijo.
"Es más chico, más colonial, pero muy pintoresco. No hicimos publicidad porque no dábamos abasto. Hacemos helado todos los días. Prácticamente es helado del día", explica Guri.
El regreso del Guri: emoción y gratitud
"La gente volvía emocionada. Me decían ‘¿cómo no me avisaste?'. Algo hicimos bien. Fue muy gratificante", confiesa. Hoy, con 71 años, sigue trabajando con pasión. Sus hijos, Fernando y Federico, también están involucrados. "Solo no se puede. Se necesita equipo, familia, amigos, y ganas de seguir".
Piedras 301 es hoy el nuevo rincón donde el "helado del Guri" sigue haciendo historia. La misma esencia, los mismos sabores únicos, y el mismo espíritu comunitario que lo convirtieron en una leyenda viva de Chacras de Coria.
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