La aguda escasez de dólares obliga a pasar la gorra y rascar el fondo de la lata
El gobierno salió apurado a conseguir dólares del FMI y organismos internacionales, mientras planea un nuevo dólar para el agro. La vitivinicultura tendría operativo por 90 días desde mayo. El análisis político y económico de Rodolfo Cavagnaro.
Las finanzas públicas sufren, pero las del Banco Central tiemblan por la falta de dólares. Cuando el gobierno comenzó con el cepo cambiario inició el camino de sus propios dramas. Pero esto se aceleró cuando decidió usar al dólar como ancla anti inflacionaria, como una forma de poder emitir sin problemas. Pero en realidad, fracasaron con todo éxito. Terminó marzo con las peores previsiones.
Al cepo del mercado les agregaron el cepo a las importaciones y hoy estamos en un extremo donde las importaciones más grandes son las de energía, que hace el gobierno. Dado el cepo y el atraso cambiario, con devaluaciones diarias, los exportadores tratan de demorar al máximo la liquidación de las mismas para conseguir un mejor valor por sus dólares. Y así, se van quedando sin dólares para los importadores, muchos de los cuales ya no pueden trabajar.
Llegamos a un extremo muy complicado porque ya casi no quedan reservas (algunos aseguran que las que hay son negativas, o sea, se están usando dólares de otros) y el Gobierno salió en forma desesperada a pedir un perdón (waiver) del FMI para tener menor nivel de reservas con el argumento de la pérdida generada por la sequía. En parte esto es verdad, pero la pérdida mayor se verá ahora, cuando comienza la cosecha de soja. Desde el 1 de enero el BCRA perdió más de us$3.000 millones, pero solo en marzo perdió us$1940 millones.
Por esta razón viajaron a EE.UU tanto el presidente Alberto Fernández como el ministro Sergio Massa con el objetivo de conseguir el apoyo del gobierno del presidente Joe Biden ante el FMI, pero también tratar de conseguir fondos frescos para cubrir el faltante de la cosecha generado por la sequía. Acá están discutiendo por dos datos diferentes. El gobierno argentino insiste en un faltante de us$20.000 millones, mientras el FMI se aferra a una cifra de us$13.000, que fue la que originalmente le habían pasado los mismos funcionarios argentinos.
No se conocen muchos datos del resultado de las reuniones, salvo que Fernández dijo que Biden le habría prometido apoyo, pero suena muy ambiguo. No obstante, el mercado tomó en forma positiva estos datos porque, de alguna manera, aseguran que no habrá insolvencia y eso hizo repuntar los precios de los bonos y las acciones argentinas.
El objetivo principal que anima al presidente y al ministro es evitar una maxi devaluación. Es lo que más pánico le da a Cristina Kirchner y al presidente. Aparentemente, Massa habría conseguido compromisos de varios organismos internacionales, incluido el FMI. Si bien está descartada la posibilidad de un desdoblamiento cambiario, tampoco quieren llegar a una liberación del tipo de cambio porque no hay reservas y podría haber un movimiento de desesperación que desataría una hiperinflación. Por ahora se espera los resultados de la reunión del directorio del FMI que debería aprobarla flexibilización de las metas de reservas, ante las consecuencias de la sequía.
De todos modos, Massa se comprometió con el FMI a simplificar el tema de los múltiples tipos de cambio, a la vez que anunciaba que se lanzaría una nueva operación que se llamaría "dólar agro", que actuaría por 30 días para la soja a partir de abril y 90 días para productos de las economías regionales, entre ellos la vitivinicultura, a partir de mayo.
El equipo de economía planea sumar us$15.000 millones de exportaciones para reforzar el segundo y tercer trimestre. Según estimaciones iniciales, para conseguir el objetivo, el gobierno ofrecería una paridad entre $280 y $300. Pero, además, buscarían simplificar operaciones o impuestos que afectan al dólar turista o el Coldplay. La idea del ministro es que, por iniciativas del Estado, desparezca la mayor parte de las cotizaciones que hoy sobreviven.
La disparada de los precios
Las empresas vienen mirando con mucha preocupación la situación de stock de divisas porque saben que esta caída hace muy difícil que el BCRA les pueda dar dólares para importar. Con la finalización de marzo termina ron los acuerdos de precios de justos que rigen y que podrían actualizarse un 3,8%, pero muchas empresas dicen que no pueden seguir con esas pautas, por más amenazas que reciban de los funcionarios.
También vencen los acuerdos de los combustibles, aunque el Gobierno anunció que se suspendía un aumento acordado con las petroleras de 3,8%, aunque no se descarta que se haga a mediados de mes, como viene ocurriendo. Con estas tasas de inflación, y el aumento del precio internacional del crudo, la presión por mayores aumentos será mucho mayor.
Un interrogante es cómo reaccionará el mercado. Ya están operativos muchos convenios colectivos de trabajo que no solo inciden en los costos, sino que significa que habría más disponibilidad de efectivo para gastar. El problema es esperar cuál será la conducta de los consumidores y si éstos convalidarán los aumentos de precios.
El mes de marzo que acaba de terminar habría registrado un importante impulso de los precios, empujados nuevamente por la carne, que sigue aumentando, empujando también a la carne de pollo y los huevos. Las tarifas de servicios regulados también siguen creciendo y esto lleva a expectativas complejas. Mientras en el Gobierno creen que se conseguirá un índice algo menor a 7%, las consultoras que informan al BCRA han llegado a calcular incrementos entre 7% y 8%.
La incertidumbre del panorama de las divisas genera un clima poco propicio para las inversiones porque se pierden las perspectivas de futuro. Incluso, para la administración de los negocios en el día a día, los interrogantes no resueltos por la gestión del gobierno suman más temores y hacen que quienes manejan negocios comiencen a comportarse como esperando una catástrofe (hiperinflación).
Estos temores surgen del ambiente generalizado y de la inercia de aumentos de los precios. Pero, además, hay un comportamiento defensivo que lleva a muchas empresas a comenzar a calcular sus costos en base a un dólar a $450, teniendo en cuenta que el Gobierno ha comenzado a acelerar la pauta devaluatoria para seguir el ritmo de la inflación, y que al no haber dólares oficiales las compras se deben hacer recurriendo a los mercados paralelos.
Todo esto puede tener algún freno en base al ritmo de la economía, que está cayendo en términos reales y que, según las proyecciones, caería un 5% de punta a punta. Argentina está claramente en un proceso de estanflación y salir no será fácil. El crecimiento de las tasas de pobreza seguirá avanzando cuando se conozcan los datos del 1°y 2° semestre de este año. Además, hay que pensar que los primeros meses del próximo gobierno serán turbulentos por las medidas de corrección que deberán tomar y la recuperación no será muy rápida.