El encanto del Tempranillo mendocino
Juan Marcelo Calabria nos cuenta sobre el tempranillo e invita a descubrirlo.
En el mes de noviembre, continuamos destacando las efemérides y fechas importantes del mundo del vino. Así en el calendario internacional cada segundo jueves de noviembre los amantes del vino alrededor del mundo celebran el Día Internacional de la Uva Tempranillo, una de las variedades más emblemáticas y apreciadas que encontró en Mendoza, como en otros casos, un terruño ideal para desplegar todas sus bondades y nobles características. Según el informe publicado recientemente por el INV - Instituto Nacional de Vitivinicultura -, esta variedad originaria de La Rioja, España; en algunas otras regiones de la península ibérica se lo llama Cencibel o Jacibera y en el Valle de California, Estados Unidos se lo conoce también como Valdepeñas.
En Argentina, bajo la denominación original de tempranillo, se encuentra principalmente en la provincia de Mendoza y en menor medida en las provincias de San Juan y La Rioja; presente en catorce provincias vitivinícolas, registró en el año 2024 un total de 4.894 ha cultivadas, lo cual representa el 2,4% del total de vid del país.
Recordemos que este tipo de uva debe su nombre a su ciclo de maduración temprana, lo que le permite adaptarse a diversas condiciones climáticas y suelos. Esta característica ha facilitado su expansión desde su cuna en España, donde nació hace siglos, hasta los viñedos de Mendoza, donde ha demostrado ser una variedad resistente y productiva. Así en la provincia se cultiva principalmente en los departamentos de San Martín (27%) y San Carlos (12,4%), seguidos por Lavalle, Rivadavia y Maipú. En tanto que los cinco departamentos de Mendoza Este, en su conjunto, totalizan el 48,3% del total del tempranillo en nuestra tierra.
Una de las principales virtudes de esta uva es su capacidad para producir vinos de alta calidad, tanto jóvenes como de guarda, y si bien encontramos el varietal en su máxima expresión con etiquetas de diferentes bodegas, también ha sido y es utilizado en Blend y cortes para resaltar principalmente el Malbec y Cabernet. Entre sus características y notas principales, los vinos elaborados con esta variedad se distinguen por su color rojo rubí intenso, con matices violáceos, despliegan aromas a frutilla, ciruela y frutas rojas maduras, que van evolucionando hacia notas de tabaco, vainilla y cuero cuando son envejecidos en barrica.
La historia de esta cepa en Mendoza es un testimonio de adaptación y éxito, como ha ocurrido con otras variedades a lo largo de la historia vitivinícola de Mendoza, que podemos decir que comenzó casi con su fundación en 1561. En el caso del tempranillo, a pesar de ser originaria de climas más frescos, ha sabido aprovechar las condiciones únicas de la región cuyana, y especialmente mendocina. Nuestros suelos característicos y el clima seco de Mendoza, con sus marcadas diferencias de temperatura entre el día y la noche, han permitido que esta uva desarrolle una acidez equilibrada y taninos suaves, característicos que se traducen en vinos elegantes y bien estructurados.
Las características de esta variedad nos señalan que su versatilidad se manifiesta en la diversidad de estilos de vino que se pueden elaborar con ella. Desde vinos jóvenes y frescos, ideales para disfrutar en cualquier ocasión, hasta vinos de guarda que desarrollan una complejidad y profundidad admirables con el paso del tiempo, señalan los especialistas. Esta capacidad de adaptación y evolución es una de las razones por las que sigue siendo una de las variedades más plantadas y apreciadas en el mundo.
Como sucede con otros vinos, el tempranillo no es la excepción, gracias al trabajo y la dedicación de los viticultores y enólogos que han contribuido al éxito de esta cepa, es uno más de los destacados caldos que surgen de la industria madre; integrándose con la calidad y la innovación ha permitido que los vinos argentinos se destaquen en el mercado internacional, llevando el nombre de Mendoza a los rincones más exigentes del mundo con variedades que se suman al extenso catálogo menduco.
Algunas de las etiquetas que hemos podido probar de este varietal y que nos recuerdan esa riqueza son por ejemplo: Portillo Tempranillo de Bodega Salentein, digno representante de esta estirpe, con una gran relación precio calidad, su descripción nos indica brevemente: que de color rojo rubí, posee aromas a frutas rojas maduras, como la ciruela, guinda y mora... en boca se presenta fresco y frutado, con taninos dulces y buena concentración, y es ideal para acompañar guisos, paellas, quesos duros y semiduros. Otro de los que recordamos es Crux Tempranillo de la Bodega Alfa Crux, también fresco y frutal, tiene un paso de 3 meses en barricas de roble de segundo y tercer uso, lo recuerdo como un vino un poco más robusto, y agregando datos de su ficha: posee aromas a frutas rojas, especias y un toque de chocolate lo hacen perfecto para acompañar platos de cordero y guisos.
Ambos, con sus diferencias y matices, dignos exponentes, constituyen un ejemplo y una oportunidad para celebrar y valorar una de las variedades más emblemáticas del mundo del vino. En Mendoza, esta cepa ha encontrado un hogar donde puede desplegar todo su potencial, ofreciendo vinos de calidad excepcional que reflejan la riqueza y diversidad de nuestro terruño. Levantemos nuestras copas y brindemos con y por el tempranillo, una uva que ha sabido conquistar nuestros corazones y paladares, que nos invita, como siempre desde este espacio a compartir y disfrutar responsablemente con amigos, en familia y seres queridos, recordando que "nada mejor que un buen vino para contar una buena historia". ¡Salud, y a Disfrutar Mendoza!