Cuando es de prepo, no es "consenso", sino ataque en manada

La Nación alineó a las otras provincias del COIRCO contra Mendoza y quiere impedir el avance de Portezuelo del Viento. Día clave.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

No hay consenso entre las partes cuando un grupo de patoteros atacan a una persona por razones de credo o raza, o lo que sea. Definir a la víctima como "provocadora" del ataque sería desconocer la legislación que antes del hecho ya decía que eso era un delito. 

Los consensos entre partes se construyen sobre bases de reconocimiento mutuo en donde no se cede ni se pide más de lo permite el contexto. 

En el caso del absurdo debate desempolvado por el presidente Alberto Fernández a instancias de su ministro del Interior, Eduardo De Pedro, sobre los derechos de Mendoza sobre la obra Portezuelo del Viento y los fondos para su realización, es un acto de flagrante desconocimiento de los antecedentes del caso y, al imponer su poder para forzar algo a lo que llaman erróneamente "consenso", están revictimizando a una provincia que ya ha sido en reiteradas oportunidades golpeada por las decisiones de administradores del Estado nacional a lo largo de la historia.

Mendoza ya tiene bien ganado su planteo ante la Nación que originó los acuerdos que llevaron a decidir construir Portezuelo del Viento. Ya se ha dicho hasta el hartazgo, aunque la "manada" no lo admita y siga golpeando, sabiéndose protegidos por el más poderoso del grupo: se han cumplido los procedimientos requeridos y no queda más que avanzar, sin perder más tiempo.

De allí que Mendoza se encuentre justo hoy en una situación crucial en la que no puede seguir perdiendo espacios, tiempo ni cediendo posibilidades de crecimiento, condenándola a sumirse al promedio de estados provinciales que jamás se molestaron por trazar un futuro mejor para sus habitantes.

El encuentro del que hoy participa el gobernador Rodolfo Suarez con su par pampeano, Sergio Ziliotto, y por videoconferencia con los mandatarios de Buenos Aires, Río Negro y Neuquén, representará un antes y un después. Cada mendocino y cada fuerza política, social y económica deberá discutir cómo administramos la relación con el resto en un país en el que, evidentemente, se pretende seguir "ordeñando" a las provincias que más se esfuerzan en beneficio de las que simplemente disfrutan del status quo y el paternalismo porteño.

Llámenle "mendocinismo", si quieren. No ofende.

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