El desgaste del show de Milei: confrontación, Criptogate y jueces a dedo
La política no puede reducirse a un show digital cuando el país enfrenta desafíos tan profundos. El 2025 se presenta como un año de incertidumbre económica. Las tensiones se acumulan y el desgaste comienza a hacerse visible.
El gobierno de Javier Milei se ha consolidado como una gestión marcada por la confrontación permanente, la saturación mediática y una agenda política que mezcla elementos del menemismo, el kirchnerismo y la Nueva Derecha global. Con un discurso disruptivo y una fuerte presencia en redes sociales, ha logrado instalar su narrativa en la opinión pública.
Desde su llegada al poder, Milei ha basado gran parte de su estrategia en la polarización extrema y en la digitalización del debate político. Su gobierno se apoya en el impacto inmediato, generando una dinámica donde los anuncios rimbombantes, las peleas con opositores y los discursos incendiarios tienen más peso que la gestión real. Sin embargo, mientras el presidente sigue gobernando más por X que con hechos concretos, muchos problemas estructurales del país se agravan.
El escándalo cripto y la fragilidad del mercado
Uno de los episodios recientes que mejor refleja los riesgos de esta estrategia es el escándalo en torno al token $LIBRA. La criptomoneda, recomendada por el propio Milei, atrajo a una gran cantidad de inversores, impulsando su precio de manera acelerada. Sin embargo, poco después, el valor se desplomó, dejando a cientos de personas atrapadas en lo que muchos consideran un rug pull, es decir, una maniobra fraudulenta en la que los creadores retiran los fondos y dejan a los inversores sin respaldo.
Este escándalo no solo golpeó a quienes compraron el token confiando en el respaldo presidencial, sino que también tuvo un impacto directo en los mercados. El índice S&P Merval cayó un 5,6% el 17 de febrero, y el riesgo país trepó a 730 puntos, reflejando la incertidumbre generalizada. Más allá del caso puntual de $LIBRA, este episodio dejó en evidencia un problema mayor: la confianza es el verdadero sostén del dinero, ya sea el peso, el dólar o una criptomoneda. Y cuando un gobierno contribuye a erosionarla, las consecuencias son impredecibles.
Instituciones debilitadas y justicia a medida
El manejo de la Justicia por parte del oficialismo es otro foco de tensión. El reciente nombramiento en comisión de jueces reabrió el debate sobre la independencia judicial y la transparencia en los procesos. La falta de plazos claros, audiencias públicas y consenso entre los distintos poderes no hace más que debilitar la credibilidad del sistema. Sin una Justicia fuerte e independiente, el equilibrio institucional se ve comprometido, y la confianza en el Estado se diluye aún más. Además, en las sombras, el gobierno sigue operando en áreas sensibles como ARCA, favoreciendo a sectores específicos. La salida de la OMS, que se podría vincular a la defensa de los intereses de las tabacaleras, es un claro ejemplo de cómo las prioridades oficiales pueden estar alineadas con grupos de poder antes que con el bienestar general.
Un gobierno atrapado en su propia estrategia
Más allá de estos episodios, el estilo de gobierno de Milei está generando contradicciones dentro de su propio espacio. La influencia de su hermana, Karina Milei, y de su estratega, Santiago Caputo, ha potenciado la interna libertaria, con sectores como Las Fuerzas del Cielo, que juegan en contra de una posible alianza de la estructura política con el PRO y la UCR. Esta lucha por el poder interno no solo desgasta al gobierno, sino que también genera dudas entre sus propios votantes.
Por otro lado, el alineamiento con Estados Unidos, la estrategia económica y la inspiración en la Escuela Austríaca, han generado incoherencias que tensionan a sus electores más liberales y republicanos. Si bien el presidente ha logrado contener la inflación en el corto plazo mediante un fuerte ajuste, la recesión y el desempleo avanzan, dejando al país en una situación cada vez más frágil. Como ya ocurrió en los años ‘90, las políticas de shock pueden generar un espejismo de estabilidad antes de un colapso aún mayor.
Más ruido que soluciones
Mientras tanto, el día a día de Milei sigue dominado por las redes sociales y la confrontación constante. Su estilo de comunicación, basado en peleas con periodistas, denuncias de conspiraciones y el uso de memes, le permite mantener su protagonismo mediático, pero no resuelve los problemas de fondo. Gobernar no es solo ser tendencia en redes sociales. La política no puede reducirse a un show digital cuando el país enfrenta desafíos tan profundos. El 2025 se presenta como un año de incertidumbre económica. Las tensiones se acumulan y el desgaste comienza a hacerse visible.
Si el gobierno no cambia de rumbo y sigue priorizando la confrontación sobre la gestión real, el impacto puede ser devastador. En última instancia, la historia argentina ha demostrado que los liderazgos que se sostienen más en la narrativa que en los hechos terminan por caer bajo el peso de su propia inconsistencia. Milei aún tiene la oportunidad de revertir este escenario, pero el tiempo corre impacientemente.