El Gobierno sigue con el ajuste inflacionario sobre el sector privado

La inflación es el impuesto más injusto y el gobierno lo sigue usando para financiarse y licuar sus deudas con el sector de los trabajadores, proveedores locales y jubilados. La columna de Rodolfo cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

Se conocieron los datos de la evolución del índice de precios al consumidor (IPC) durante agosto, que alcanzó el 7%, mientras el índice de precios mayoristas, que anticipa la suba de setiembre, llegó a 8,2%. Todo esto con funcionarios que buscan desviar la atención con otras noticias mientras el ministro Sergio Massa hablaba maravillas de los resultados de su viaje a EEUU. En realidad, en ese viaje aumentó el endeudamiento para cumplir con el Fondo, a efectos de no tocar las erogaciones del Estado, que son el verdadero problema de la Argentina.

La dinámica inflacionaria ya está instalada, y en la medida que veamos el comportamiento de los precios mayoristas, podremos anticipar que, al menos en setiembre, los índices no serán mucho menores. Salvo alguna desgracia, hay que esperar índices en un piso de 6% mensual, que anualizada, se acerca a los tres dígitos. Por supuesto, los salarios y las jubilaciones no pueden seguir esta dinámica y terminan perdiendo.

Hasta ahora, el gobierno vino jugando con la inflación como aliada, porque los aumentos de precios impactaban en la recaudación de IVA, en la Nación, e Ingresos Brutos, en las provincias. Pero el problema es que la persistencia de tasas tan altas está pegando muy fuerte en el consumo y estamos ante una ralentización de la actividad económica, con una disminución del consumo en supermercados. En la medida que disminuya el nivel de actividad, caerá la recaudación de impuestos y le complicará la gestión al gobierno.

Lo más duro de todo es que la inflación es un impuesto solapado a través del cual el gobierno hace un brutal ajuste, que le hace pagar al sector privado, pero, sobre todo, a los asalariados. Repasemos el tema de las tarifas. Se congelaron los precios a los usuarios y el gobierno entregó subsidios a las empresas. Esos subsidios generaron inflación y la tarifa se atrasaba cada vez más y hacían falta más subsidios y eso hacía aumentar más la inflación. Lo que te daban por una ventanilla te lo sacaban por otra. Ahora hay que sincerar los precios. Te aumentan las tarifas y vuelve a impactar en la inflación. La mentira y el engaño es muy burdo. Nos hicieron pagar dos veces las tarifas. Primero con inflación y después con precios actualizados.

¿Cómo bajar la inflación?

En este momento se han conjugado varios factores, todos generados por el mismo gobierno, que contribuyen a mantener los índices tan altos. Lógicamente, la emisión monetaria destinada a solventar el déficit es la fuente primaria, pero han aparecido otras fuentes. El Tesoro decidió endeudarse en pesos para que el BCRA no emitiera, pero se le juntaron vencimientos que no podía pagar. El BCRA debió emitir para absorber esos bonos.

Pero, además, el BCRA mientras emite pesos, trata de absorber una parte de la emisión a través de Leliq y paga intereses tan altos que sólo para pagar intereses todos meses tiene que emitir grandes cantidades. Finalmente, otra fuente es la tasa de interés, que se utiliza, en principio, para desalentar el consumo, pero, sobre todo, para que la gente no se asuste y presione sobre el mercado del dólar.

Todos los meses, cuando se conocen los índices de precios, el BCRA ajusta los niveles de tasas, que son los que se aplican para las emisiones de deuda, para absorber Leliq, pero también para los plazos fijos de los pequeños ahorristas y también las que se aplican a los créditos. Esta semana, con el índice de 7%, el BCRA decidió aumentar a tasa a 75%, que es un 6,25% mensual, pero que capitalizada alcanza a un 105% anual.

Evidentemente, Massa sabe lo que hay que hacer, pero parece no tener vías políticas para concretarlos. Se habló de un ajuste en los gastos y se eliminaron un poco de subsidios a los servicios y se bajaron las asignaciones a discapacitados, a planes estudiantiles y jardines de infantes, pero se mantuvo intacto el financiamiento del déficit de Aerolíneas Argentinas, de más de 700 millones de dólares y de otras empresas públicas.

Todos estos elementos son los que permiten avizorar que la inflación de este año terminará por encima del 100% y que la del año próximo, con suerte, estaría en un 85%. Con la estructura de gastos y las necesidades de financiamiento, es imposible pensar en una lucha seria contra la inflación. Y es posible pensar que los funcionarios le van agarrando el gustito a la inflación como forma de licuar pasivos, sobre todo salarios y jubilaciones. La inflación es como una droga: todos saben que es dañina, pero les da miedo dejarla.

La única manera de erradicar la inflación es no emitir más moneda sin respaldo. Bajar los gastos de manera drástica y fijarse un objetivo de superávit fiscal que le permita al Tesoro hacer frente a sus vencimientos sin tener que recurrir a las reservas del Banco Central. Como no se puede hacer todo de golpe hay que comenzar con un plan explícito y asegurarse el cumplimiento de las metas para que sea creíble ante la sociedad.

La encrucijada del dólar

El Gobierno parece haber dominado al dólar, aunque es un equilibrio muy inestable. Comparado con la inflación, la inversión en dólares no ha sido para nada buena y al competir con una tasa de interés tan alta, los inversores prefieren aprovechar la ventaja de corto plazo que ofrece la tasa. De todos modos, seguimos en una situación muy compleja, que se refleja en la falta de dólares en el BCRA y los cepos que restringen cada vez acceder a dólares oficiales.

Aquí también, un caso de mala praxis nos mete en un gran problema. Se quiso usar al dólar atrasado como un ancla contra la inflación, pero no pudieron bajarla, sino que se aceleró. Y ahora están tratando de recuperar terreno en las devaluaciones diarias, pero van siempre atrás porque, además, al subir diariamente, va alimentando el proceso de suba de precios.

Con el dólar-soja, una especie de "hot sale sojero", pudieron acrecentar reservas por unos 2.000 millones de dólares, pero no les va a alcanzar y no se sabe cuándo van a ingresar los préstamos comprometidos por el Banco Mundial y el BID. Esto no permite normalizar la entrega de reservas a los importadores y es un problema que paraliza a muchos sectores económicos.

Por ahora no hay señales de que el Gobierno vaya a liberar el tipo de cambio porque tiene un déficit fiscal muy grande y podría producirse una corrida peligrosa, pero, volvemos a lo mismo de siempre: el déficit fiscal es el gran problema y no se atacan las causas principales de este déficit. Esta inacción de la política perjudica la economía en su conjunto.

Massa mandó un proyecto de presupuesto para 2023 donde prevé que el dólar oficial alcance $269 a fines de ese año, con una inflación del 60%. El valor del oficial se calcula que crecerá un 60%, por lo que hay que esperar que este tipo de cambio termine en $168 a diciembre de 2022, un 20% más que ahora. En cuanto a la inflación, el valor estimado es demasiado bajo. Con la inercia actual y los incentivos existentes, seguramente el indicador será bastante más cercano al que mismo gobierno calcula para 2022, de 95%, pero nunca menos del 85%, como dijimos antes.


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