Goles son amores: llegó el tiempo de las definiciones
Ante el eminente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el Gobierno tiene varios desafíos por delante para seguir sosteniendo su plan económico: cancelar la deuda del Tesoro con el BCRA y los cambios en el regimen monetario.
El gobierno envió al Congreso de la Nación el DNU para cerrar un nuevo acuerdo con el FMI. Aún no se conocen los detalles de las políticas económicas acordadas, pero el presidente ya adelantó que el acuerdo contempla fondos adicionales para cancelar deuda del Tesoro con el Banco Central.
Esta medida, según el Gobierno, permitiría sanar el balance del Banco Central, recomponer reservas internacionales y así levantar los controles cambiarios antes de fin de año. El anuncio fue bien recibido en el mercado de bonos y reflejó parcialmente el pobre desempeño de estos desde comienzo de año, luego de una fuerte apreciación en 2024.
Así, el contenido del acuerdo podría ser un catalizador de los precios de los activos junto con un resultado en las elecciones legislativas de octubre que refuerce la percepción de un cambio de régimen. El debate en el Congreso no promete ser de vía rápida, pero no necesariamente, con un mal desenlace. La oposición muestra su desacuerdo en general con las políticas económicas, con notables ausencias en la inauguración del periodo legislativo.
Sin embargo, el Gobierno continúa gozando de popularidad según las encuestas de sentimiento; y su eventual desempeño electoral en octubre, hoy luce auspicioso. Además, el Gobierno fue enfático en que el acuerdo con el FMI no implicará ninguna modificación a la política cambiaria oficial que hoy consiste en una devaluación del 1% mensual.
Respecto al levantamiento de los controles cambiarios, no aseguró que este sea inmediato posterior al acuerdo y no queda claro qué restricciones podrían seguir vigentes. Con este marco, creemos que es probable que el objetivo esté en el incremento de las reservas internacionales. Eso podría implicar la eliminación de beneficios de los exportadores para liquidar 20% de sus ingresos en divisas en el mercado financiero y no en el oficial.
Así la brecha cambiaria podría ampliarse en el corto plazo aún con mayores reservas internacionales y manteniendo la disciplina fiscal y el control monetario. Esto, porque difícilmente el FMI acepte un mayor nivel de intervención oficial en el mercado financiero, para priorizar en su lugar el incremento de las reservas. El levantamiento de los controles cambiarios podría tomar todo el año y el ritmo y amplitud del mismo ser sensitivo al calendario electoral.
De hecho, las autoridades económicas han manifestado en varias oportunidades extrema cautela frente a una liberalización total en el mercado oficial para el pago de dividendos atrasados y deuda Intercompany, que creció forzosamente en los últimos años.
Pensamos que menores restricciones en ese frente podrían ser acompañadas por un eventual permiso de acceso de las inversiones directas al mercado financiero, lo que podría compensar la eliminación de la liquidación de exportaciones. Finalmente, queda por resolver qué cambios habría en el régimen monetario y cambiario con vistas a 2026, una vez que el nivel de reservas internacionales haya aumentado.
El Gobierno sigue avanzando con medidas que favorecen el uso de moneda extranjera en transacciones y flexibilizan el margen la realización de operaciones crediticias en moneda extranjera. Al mismo tiempo, el Banco Central mantiene la política de dejar constante la llamada base monetaria amplia, es decir, la suma de la base monetaria tradicional, las letras del Tesoro de liquidez para los bancos comerciales y los depósitos del gobierno en el Banco Central.
¿Competencia de monedas?, la prueba del pudín está en comerlo.