No existe el "keynesianismo austríaco" sino una transición monetarista con destino austríaco

La refutación de Rubén de la Llana a un artículo de Sebastián Laza en el que llamó al programa del gobierno de Javier Milei como "keynesianismo austriaco".

Rubén de la Llana

Ha resultado una propuesta con título ingenioso llamar a las políticas del Gobierno "keynesianismo austríaco". La mezcla suena atractiva como en general son los oxímoron, pero en este caso no se sigue si repasamos los hechos y las ideas económicas generales.

Veamos, dónde puede estar la confusión y qué marcos teóricos ayudan a entender lo que realmente ocurre.

¿Qué hace hoy el equipo Milei?

Sintéticamente la política económica llevada adelante por el ministro Caputo, tiene tres anclas que sostienen la transición:

  • El ancla Fiscal. A través del superávit primario y financiero, conseguido en el 1er mes de gestión, lo que cual fue inédito, luego de décadas de déficit fiscales crónicos, como consecuencia de un recorte drástico de gastos y a la licuación de partidas indexadas.

  • Un ancla Monetaria. Logrando que la base se haya comprimidos más de 30 % y en la actualidad creciendo por debajo de la demanda de pesos.El resultado ha sido una reducción progresiva de la inflación mensual que ha tocado el nivel del 1,5 % en mayo, el menor en cinco años.

  • Un ancla Cambiaria. El dólar oficial se desliza al ritmo de 1 % por mes y el Presidente ha dicho que le "gustaría verlo" en torno a $1 000 antes de una flotación plena. Actualmente flota en la mitad de la banda cambiaria establecida.

En resumen, el Gobierno no está gastando más ni emitiendo más, sino que hace todo lo contrario.

Si recordamos, el keynesianismo clásico aconseja justamente expandir gasto y dinero para sostener la demanda, lo que marca la contradicción principal al argumento.

¿Por qué esto no es keynesiano?

John Maynard Keynes defendía el estímulo fiscal y monetario cuando una economía está en una etapa recesiva.

Su lógica es suavizar el ciclo: "si el sector privado se frena, que gaste el Estado y que emita el banco central". Hoy vemos exactamente lo contrarios; un recorte fiscal record, tasas de interés reales positivas y base monetaria congelada.

¿Y lo austríaco dónde queda?

La Escuela Austríaca -Menger, Mises, Hayek, Kirzner, Rothbard, Huerta de Soto, etc., sostienen que el mercado asigna recursos mejor que cualquier burocracia estatal, que la inflación surge de la creación monopólica sin respaldo de dinero y que el Banco Central debería desaparecer.

Milei ha defendido esta linea de pensamiento en multiples oportunidade, entre ellas con su publicación "Desenmascarando la mentira keynesiana. Keynes, Friedman y el triunfo austríaco", incluso aplicando en esta primera etapa algunas concesiones, que Mises llamada second-best, si el paso óptimo es políticamente inviable durante la transición.

  • Todavía hay un cepo parcial con un tipo de cambio administrado. 
  • Probablemente Menger diría que el precio del dinero sigue intervenido.

  • El BCRA vende futuros y paga letras a tasa alta. Imaginemos a Hayek señalando que ningún comité posee la información para calibrar la "tasa correcta".

  • El plan habla de cerrar el Banco Central, sí, pero mientras tanto lo usa a fondo. Rothbard habría protestado de inmediato, porque para él el monopolio emisor es antinatural y debe abolirse sin escalas.

  • Tampoco se avanzó (por ahora) hacia la banca con encaje 100 % que recomienda Huerta de Soto para cortar el ciclo crediticio.

Una primera conclusión es que la brújula apunta al liberalismo austríaco, pero el camino elegido contiene desvíos tácticos, que el Gobierno considera como segundas opciones transitorias, para poder ordenar el desaguisado monumental que dejo la anterior administración.

Milton entra en la cancha

Aquí aparece Milton Friedman, figura clave del monetarismo. Su frase más citada es"la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario" y el Presidente lo ha citado en reiteradas oportunidades.

De manera que el camino en curso llevado adelante por Javier Milei y Luis Caputo se alinean con ese diagnóstica, ya que estrangularon la oferta de pesos, la inflación cedió y tiende a ser eliminada, dentro del plazo pronosticado de 18 meses mínimos, para que desaparezca la resaca.

De todas maneras es probable que, Friedman no se hubiese conformado con el día a día, porque sostenía una política de metas de emisión, que se centra en el control de la oferta monetaria para lograr la estabilidad de precios.

Esta regla supone anunciar que la cantidad de dinero crecerá cada año a un ritmo fijo, similar al potencial del PBI, y no tocar más el tablero de control.. Es la manera más simple -decía- de anclar expectativas y quitar a los políticos del medio.

El punto ciego de la crítica

Los argumentos que trato de contrastar indican que, al persistir controles, el Gobierno abraza ideas keynesianas. Esa conjetura pasa por alto dos asuntos:

El instrumento cepo parcial se mantiene para que no estalle una corrida mientras se recomponen reservas y se limpia el balance del BCRA. La finalidad sigue siendo abrir el mercado cambiario, no eternizar el control.

Si nos centramos ahora en la secuencia, recordamos que en La Escuela Austríaca se evaluan soluciones second-best si el paso óptimo es políticamente inviable de entrada.

Mises lo dijo con todas las letras: "puede ser necesario un período de transición antes de llegar al ideal". Por tanto, conservar un BCRA activo mientras se quitan subsidios y se sanea el fisco no contradice la teoría, siempre que sea temporal. El contexto actual debe ser visto como una foto estática de un proceso todavía en marcha.

Puntos que sí merecen debate

De todas maneras resulta procedente indicar que existen dilemas y riesgos genuinos.

Esterilizar pesos con letras a tasas elevadas eleva el devengamiento de intereses y si la tasa baja más lento que la inflación, el escenario se va a complicar.

Asimismo, tenemos la apreciación cambiaria si el dólar que corre 1 % con inflación al 1,5 %, lo que puede dañar exportaciones, si se sostiene en el tiempo.

Sin embargo, la tasa de inflación tiende claramente a la baja por las razones antes apuntadas, lo cual traerá una caída del riesgo y consecuentemente una baja de los tipos de interés.

Siguiendo con nuestro análisis de escuelas de pensamiento económico, imaginamos que Friedman insistiría que sin un sendero público de la base monetaria, las expectativas dependen de la personalidad del ministro y del humor de la política.

Por su lado el Profesor Huerta de Soto advertiría que, aun con superávit, los bancos pueden expandir depósitos y reactivar el ciclo si no hay encaje pleno.

Para completar el esquema, resulta necesario indicar que sin las reformas estructurales que bajen el costo argentino, todo esfuerzo de ajuste puede naufragar. Para evitar la eterna discusión sobre una potencial devaluación para ajustar licuando costos; es imprescindible reducir la carga impositiva, profundizar la desregulación de los mercados, flexibilizar los mercados laborales, resolver el sistema previsional; todo lo cual debe tener como sustrato el seguir ajustando el Estado Nacional y hacer lo propio con las provincias y municipios.

La salida está por el lado de reducir la tremenda presión fiscal del país, de tal manera que se genere el doble efecto de liberar recursos para que los agentes económicos los canalicen hacia actividades productivas, al mismo tiempo que se pueda competir en mercados abiertos tanto locales como internacionales.

La clave es ir mejorando la ecuación económico-financiera de las empresas, sin recurrir el parche fácil de devaluar la moneda una vez más, que más temprano que tarde vuelve a presentar, en la siguiente etapa, las mismas distorsiones. Es lo que ha sucedido de manera sistemática en el país, una y otra vez desde hace un siglo.

Creo que discutir estos puntos fortalece el debate sin etiquetarlo de "keynesiano", cuando la senda trazada va en sentido totalmente opuesto.

Un nombre para el escenario actual

Si hace falta bautizar la estrategia, "transición monetarista con destino austríaco" describe mejor los hechos que "keynesianismo austríaco". Hoy parece primar el manual de Friedman, mediante la contracción del dinero y el déficit cero.

En un período más avanzado con la economía estabilizada, luego de esta cirugía mayor, se podrá encarar la meta austríaca para dejar a todos los mercados fijar precios libremente y evaluar el momento adecuando para avanzar hacia la banca libre o eventualmente una dolarización.

Palabras finales

Creo que mezclar etiquetas puede nublar el análisis. El plan de Milei/Caputo no es keynesiano porque no estimula la demanda; no es austríaco puro porque retiene controles transitorios; se acerca mucho al monetarismo, aunque sin la regla que Friedman consideraba fundamental.

Me parece mejor concluir que estamos ante una terapia de shock monetarista, que apunta a un desenlace austríaco que durante la transición aplica herramientas pragmáticas, evaluadas como las más adecuadas por el equipo económico.

Creo que estos intercambios pueden colaborar a esclarecer lo que el país está viviendo. A fin de cuentas, la economía nos afecta la vida diaria a todos los argentinos.

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