Sin glaciares no hay agua: otra mentira del ecologismo internacional

A veces utilizamos la exageración para dar más énfasis a lo que decimos, con el objeto de convencer o imponer una idea o una iniciativa. Escribe Eddy Lavandaio.

Eddy Lavandaio
Geólogo. Matrícula COPIG 2774A. Miembro de la Asociación Geológica de Mendoza.

A veces utilizamos la exageración para dar más énfasis a lo que decimos, con el objeto de convencer o imponer una idea o una iniciativa. Sin embargo la exageración tiene un límite y cuando se traspasa ese límite la exageración se transforma en embuste.

Es el caso de la consigna "sin glaciares no hay agua" que forma parte de un comunicado de varias organizaciones encabezadas por conocidas multinacionales ecologistas que llaman a sumarse para impedir una reforma a la Ley de glaciares.

La Argentina es el único país del mundo (Jakob y Wainstein, Mining Press, 2012) donde esas organizaciones consiguieron convencer a nuestros políticos para sancionar esa Ley, una Ley disfrazada de protección ambiental, pero con el doble propósito de decidir sobre recursos hídricos cuyos propietarios son las Provincias y, de paso, prohibir actividades que generen producción y empleo en la Cordillera y en otras montañas argentinas.

El agua de nuestros ríos de montaña proviene fundamentalmente del aporte de lluvias y nevadas. Una parte de esas precipitaciones se evapora y la otra parte es la que ingresa a cada cuenca. A la vez, el agua que ingresa puede escurrirse superficialmente por ríos y arroyos, o infiltrarse principalmente en sedimentos Cuaternarios (aluviales y coluviales) que se encuentran en el fondo y en las laderas de las "quebradas" o "valles fluviales", que llamamos "acuíferos" y que almacenan y entregan agua en forma lenta a los cursos, regulando de esa manera sus caudales.

Un glaciar no es una fábrica de agua. En forma sencilla, es "una masa de hielo formada por la compactación y recristalización de nieve, que sobrevive año tras año".

Con un comportamiento climático estable, los glaciares cordilleranos sufren una fusión parcial de su masa durante el verano perdiendo cierta cantidad de agua que se agrega a la hidrología del lugar, pero después especialmente en su parte más elevada, recuperan una cantidad equivalente al agua perdida mediante la incorporación de la nieve caída sobre ellos. De esa forma mantienen su volumen año tras año y el aporte anual a cada cuenca tiende a ser insignificante o nulo porque la misma cantidad de agua que le dan en verano se la quitan de las precipitaciones de invierno.

Sin embargo el comportamiento climático no es estable sino que estamos siendo afectados por un ciclo llamado "calentamiento global" que afecta ese equilibrio que señalamos para la pérdida y ganancia de volumen de cada glaciar. El aumento de temperatura hace que los glaciares pierdan más agua en verano de la que recuperan en invierno y, de esa manera, esas masas de hielo tienden a desaparecer. Este es el motivo por el que, actualmente se le atribuye a los glaciares un aporte positivo a sus respectivas cuencas, en un porcentaje menor con respecto al de las precipitaciones (Wetten C., 2010). .

De esta manera también se puede entender que, aunque desaparezcan los glaciares de montaña a causa del calentamiento global, las lluvias y las nevadas seguirán alimentando las respectivas cuencas y "no nos quedaremos sin agua" como pretenden hacernos creer.

El otro engaño, del que también fueron víctimas nuestros políticos, fue incluir una extensa superficie llamada "ambiente periglacial" como si fuera un "recurso hídrico".

Si tomamos como referencia el Mapa Hidrogeológico de Mendoza (Zambrano y Torres, 1996) casi todas las rocas de la Cordillera son clasificadas en dos unidades (B y VT en el original) que, en general no son acuíferas, salvo locales excepciones.

La mención de las excepciones locales es muy oportuna porque en este tipo de notas hacemos generalizaciones regionales y, como la Naturaleza es heterogénea, siempre habrá algún lugar donde se den condiciones diferentes. Aún así, con esa aclaración, las condiciones generales siguen siendo válidas.

Afortunadamente, el Instituto Nacional de Nivología y Glaciología, encargado por Ley de llevar adelante el respectivo inventario (artículo 5º, Ley 26.639) realizó el extenso y pormenorizado trabajo con la seriedad y honestidad científica que corresponde y solamente incluyó a los cuerpos o geoformas que realmente se consideran reservas hídricas de significación.

De ese modo, el informe científico puso las cosas en su lugar con respecto al engaño del "ambiente periglacial" incluido de manera incorrecta en la Ley vigente.

Fuentes consultadas por el autor

JAKOB M., WAINSTEIN P. (05/12/2012) "Ambiente Glacial y Periglacial en los Andes Secos: Significancia Hidrogeológica". Mining Press/Enernews, 05/12/12.

LAVANDAIO E. (2021) "Minería: Perón y después" Editorial DUNKEN.

WETTEN C. (2010) "Glaciares, Ríos, Acuíferos y Ciclo Hídrico de la Cordillera de San Juan, Argentina. Evaluación Hidrológica e Hidrogeológica Inicial". Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Universidad Nacional de San Juan.

ZAMBRANO J., TORRES E. (1996) "Mapa Hidrogeológico con referencias a las Cuencas de Aguas Subterráneas de Mendoza" . Incluido en ABRAHAM, E. M. y MARTINEZ F. M. (2000, Editores) "Inventario de recursos para la planificación y gestión de la región andina argentina. Subsistema Físico ambiental"- Junta de Andalucía y Gobiernos y Universidades de la Región Andina Argentina. Editorial: GTZ, IDR (Univ. Granada), IADIZA, SDSyPA.

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