Por qué el peso argentino sigue siendo fuerte

De acuerdo a los análisis, la apreciación se debe fundamentalmente a condiciones del mercado. ¿Pero, será sostenible en el tiempo?

Juan Pablo Rotger
Analista macroeconómico en Mariva Research Licenciado en Economía UBA, maestrando en UTDT, lleva cinco años trabajando en consultoría macroeconómica. Especializado en temas monetarios y financieros, con un enfoque multidisciplinario

No hay duda de que el peso se ha apreciado bastante desde que el presidente Javier Milei asumió el mando. La devaluación inicial prácticamente ha desaparecido. El tipo de cambio real multilateral es solo un 9,2% superior al del 12 de diciembre de 2023.

Esta apreciación fue una decisión de política económica. En su momento advertimos que solo sería sostenible si la inflación convergía rápidamente a la tasa de depreciación, como finalmente ocurrió. En la última parte del año, la mayor parte de la apreciación se produjo a través de la caída de las monedas de mercados emergentes. El caso más relevante fue el de Brasil, principal socio comercial de Argentina.

Algo de esto se ha revertido este año, pero el peso sigue fuerte. Cuando se mide al contado con liquidación, la caída del tipo de cambio real multilateral durante la administración Milei ha sido similar. El régimen del blend y la intervención del Banco Central de la República Argentina afectan también este precio. Aun así, podemos decir con cierta confianza que la apreciación del contado con liquidación responde sobre todo a condiciones de mercado. En particular, sentimiento de mercado sobre el estado de la economía y tasas de interés en territorio positivo. 

Podemos dividir a los críticos de un peso fuerte en dos bandos. Están los que lo consideran artificial y cuestionan su sostenibilidad en el tiempo y los que alegan que un peso débil es preferible para impulsar las exportaciones y el desarrollo del sector manufacturero.

Sobre lo segundo, vemos poco mérito. El Gobierno ha evaluado, correctamente en nuestra opinión, que el mejor camino para el desarrollo de Argentina es con un peso fuerte, lo que efectivamente significa salarios altos. En su opinión, la competitividad no debe ganarse mediante una devaluación, sino aumentando la productividad laboral por otros medios. Entre ellos figuran la reducción de impuestos, la simplificación de la normativa y una economía más abierta.

En cuanto a la sostenibilidad, estamos menos seguros. La cuenta corriente en base caja se encuentra en terreno negativo desde el pasado mes de junio. El superávit de la balanza comercial de enero de tan solo 142 millones de dólares es una señal de alarma en este sentido. A medida que la economía siga creciendo, las importaciones no harán, sino aumentar ejerciendo aún más presión. Las pérdidas por turismo también se aceleraron mucho y a finales de año.

También es cierto que hay motivos para optimismo. A diferencia de otras épocas de fuerte crecimiento económico, no prevemos que la balanza comercial energética se deteriore. Las exportaciones de Oil Gas deberían aumentar a pesar de la apreciación del tipo de cambio al igual que la minería. Por último, el impulso a la productividad y la apertura de la economía podrían contribuir a incrementar las exportaciones de otros sectores, como la industria y tecnología de la información.

El Gobierno confía, pues, en que el déficit de cuenta corriente no sea tan profundo como algunos temen. Un déficit por cuenta corriente no es el fin del mundo y puede incluso sostenerse durante varios años, pero solo si existe una forma de financiarlo. Desgraciadamente, los mercados internacionales de bonos siguen efectivamente cerrados para Argentina y el stock de reservas internacionales netas sigue siendo muy bajo.

La respuesta del gobierno ha sido canalizar el ahorro en dólares de los argentinos a través del régimen de blanqueo fiscal y ha tenido un gran éxito, pero incluso esto tiene un límite. La economía sigue siendo extremadamente vulnerable a un sudden stop de este flujo de divisas que podría desencadenarse por cualquier shock negativo de expectativas.

Esta administración ha demostrado tener un profundo miedo a flotar, que es la razón por la que el levantamiento total del cepo sigue retrasándose. 

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