Un ancla frágil: la pulseada entre el Banco Central, el dólar y la política

El fin del esquema de flotación dentro de bandas y la intervención cambiaria exponen la vulnerabilidad del peso en un contexto de tensiones fiscales, compromisos de deuda por casi 8.000 millones de dólares y un Congreso adverso. La sostenibilidad del rumbo económico depende tanto de reservas y financiamiento como de la construcción de acuerdos políticos.

Juan Barboza
Gerente de Research Mariva.Economista con experiencia laboral en políticas económicas y educación relacionadas con mercados emergentes, macroeconomía y mercados internacionales de capital. Especialidades: Análisis Macroeconómico.

El esquema de flotación dentro de bandas cambiarias muda a un régimen de tipo de cambio fijo, una vez que el Banco Central comienza a intervenir para defender la paridad del techo de la banda. Sin acceso al mercado de capitales, el gobierno y el Banco Central deben atender obligaciones financieras en moneda dura por casi 8000 millones de dólares entre noviembre y principio de febrero del año próximo. Siendo lo más importante, el pago a tenedores de bonos por 4300 millones de dólares a principios de enero. El resto, son pagos al FMI y pagos de bonos emitidos por el Banco Central, los BOPREALES.

La reducción de la prima de riesgo país y el regreso al mercado de capitales aún con una victoria oficial en octubre parece limitada por los desafíos políticos del gobierno en el Congreso que hoy amenazan el equilibrio fiscal y dificultarían avanzar con las reformas impositiva y laboral. El rechazo a los vetos presidenciales en Diputados señala que un entendimiento con parte de la oposición está aún estancado.

La necesidad que el Banco Central normalice la política monetaria, tasa de interés, encajes y que el Tesoro acumule reservas internacionales, sin descapitalizar al Banco Central, llevan a pensar que es un desafío importante mantener el valor del peso. El precio de los bonos soberanos, en dólares, refleja esa tensión.

Hoy no es complejo pensar que una sostenida intervención en el mercado cambiario pueda sostenerse sin disrupciones de no mediar cambios en el estatus cuo politico, sea antes o después de las elecciones legislativas. Una política de intervención no creíble, aparte de subir la tasa de interés, aumentaría la expectativa de depreciación y de inflación.

No parece un buen escenario desde el punto de vista de la política, con un ojo en las elecciones de octubre. Compras de divisas por parte del Tesoro podrían dar lugar a una depreciación real del peso- que mejoraría el saldo de la cuenta corriente- al desplazar la demanda del sector privado, y podría dar también más aire a la actividad económica. Pero probablemente ello requiera de un ambiente político más cooperativo para que las políticas económicas sean sustentables y se abra un espacio para la reducción del riesgo país. 

De lo contrario, los riesgos de desanclaje podrían escalar.

Alternativamente, el gobierno podría reimponer controles cambiarios a los individuos, pero eso implicaría la reaparición de una brecha entre el dólar oficial y el dólar financiero. Pensamos que no es la opción de preferencia del gobierno, más allá de que dudamos de su efectividad, porque la brecha podría dar lugar a controles cambiarios adicionales con el correr del tiempo. El gobierno y sus aliados deben enfrentar una decisión difícil.

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