Selfies con víctimas: ¿Por qué la humillación se ha convertido en un trofeo para los delincuentes en la era digital?
Eduardo Muñoz analiza en este artículo por qué victimarios se sacarían una foto con sus víctimas.
En la localidad bonaerense Vicente López, tres delincuentes, dos de ellos menores de edad, robaron a una jubilada de 92 años. La ataron a su cama, le robaron dinero, joyas y un celular, y antes de escapar, se tomaron una selfie con ella. La imagen, compartida en Instagram con la frase "La chispa es una", no solo evidencia el crimen, sino que también abrió un debate sobre las motivaciones detrás de este acto. Este fenómeno, conocido como selfies con víctimas, nos plantea una pregunta inquietante:
¿Por qué la humillación se ha convertido en un trofeo para los delincuentes en la era digital?
Motivaciones detrás de las selfies con víctimas: La búsqueda de notoriedad en la Era Digital
En la era digital, la visibilidad y el reconocimiento se han convertido en una obsesión. Para muchos delincuentes, especialmente los más jóvenes, compartir una selfie con su víctima es una forma de obtener notoriedad dentro de sus círculos. Esta necesidad patológica de validación, incluso a través de crímenes, se ha convertido en un comportamiento habitual.
La deshumanización de la víctima
La deshumanización de la víctima es un elemento central en este tipo de delitos. Al tomarse una selfie con una persona mayor atada e indefensa, los delincuentes no solo demuestran una falta total de empatía, sino que también cosifican a la víctima, reduciéndola a un objeto para su exhibición.
Esta deshumanización se agudiza aún más cuando la víctima es un adulto mayor, ya que a la crueldad del acto se suma el desprecio por la edad y la vulnerabilidad. En algunos casos, se puede observar una forma de "edadismo" o "viejismo", donde la víctima es despreciada y maltratada por el simple hecho de ser mayor, considerándola como un miembro "descartable" de la sociedad.
¿Por qué hablamos de "bullying por ser viejo"?
El término "bullying" se asocia comúnmente con el acoso entre niños y adolescentes, pero también puede manifestarse en otras etapas de la vida, incluyendo la vejez. El "bullying por ser viejo" se refiere al maltrato y la discriminación que sufren los adultos mayores debido a su edad.
Al exhibir la imagen de la víctima en redes sociales, los delincuentes buscan ridiculizarla y menospreciarla, perpetuando estereotipos negativos sobre la vejez y la discapacidad.
La Influencia de la cultura del exhibicionismo
Vivimos en una sociedad donde el exhibicionismo está normalizado, especialmente en las redes sociales. Este fenómeno influye directamente en la delincuencia en redes sociales, donde los delincuentes comparten imágenes de sus crímenes como una forma de "actuación" para su audiencia.
La presencia de frases y música desafiantes en las publicaciones no solo trivializa el delito, sino que fomenta la imitación de estos actos.
La falta de percepción del riesgo
La selfie con la víctima publicada en las redes sociales es un acto de imprudencia que demuestra una falta de percepción del riesgo.
Este comportamiento, evidente en los delincuentes involucrados en este caso, sugiere una subestimación de las consecuencias legales.
Para los jóvenes delincuentes, la gratificación inmediata en redes sociales parece más importante que las posibles repercusiones judiciales.
Impacto social y necesidad de prevención
El aumento de robos a jubilados en Buenos Aires, con una media alarmante de 70 casos diarios en 2024, no es un fenómeno aislado, sino una tendencia que refleja una creciente audacia y deshumanización por parte de los delincuentes.
Sin embargo, el impacto de estos crímenes va más allá del daño individual a las víctimas, ya que también socava la confianza social y genera un clima de temor entre los sectores más vulnerables de la población.
¿Qué nos dice este fenómeno sobre nuestra sociedad?
El hecho de que delincuentes se tomen selfies con sus víctimas revela una cultura que prioriza la notoriedad y la validación externa por encima de la ética y el respeto por la dignidad humana.
Este comportamiento no solo refleja la deshumanización de las víctimas, reducidas a objetos sin empatía, sino también la falta de percepción del riesgo, donde la violencia se normaliza y el miedo al castigo se diluye.