Tarifas: sin subsidios, no hay paraíso

Un breve resumen por las errantes decisiones políticas recientes en materia energética y la necesidad de fondo, de comprender que tarde o temprano el costo de los subsidios, se pagan

Hernán Bitar

Cada vez que un gobierno toma la decisión de normalizar precios en las tarifas de los servicios públicos, hay una tendencia excesiva a criticar el aumento y no atender las causas, entre ellas los exagerados subsidios al consumo, la falta de inversión y el congelamiento de precios.

"Volvé Aranguren, te perdonamos" podría decir cualquiera que compare el "dolarización de las tarifas" que llevó adelante el exministro de Energía de Mauricio Macri, Juan José Aranguren en 2016, con las subas de hasta el 350% que aplicará la actual administración de Javier Milei, desde este mes de abril.

Sin embargo, no todo lo que luce parecido es igual. Primero y de una buena vez hay que comprender que el gas natural, el gas licuado de petróleo, el petróleo y la energía eléctrica son commodities que tienen un precio internacional variable, que puede fluctuar según stock, producción o conflictos diplomáticos con sus derivadas bélicas, como puede ser la invasión rusa a Ucrania, sólo por citar un ejemplo. Por ende, se debe comprender que, el precio local, siempre va a estar influido por variables externas.

Si tomamos el ejemplo del gas, en el mes de marzo de 2016, cuando Mauricio Macri ordenó la readecuación del precio de las tarifas a valores internacionales, el millón de BTU (unidad de medida), tenía un costo de $1,70 dólares. El millón de BTU, terminó en diciembre del mismo año en un valor de $3,58 dólares, según indexmundi el sitio especializado sobre precios y valores históricos de materias primas y commodities.

De hecho, en el caso del gas, durante el período 2015 - 2019, las subas promedio fueron de entre 1.300% y 1.500%. Y la categoría grandes usuarios, industria incluida, sufrió aumentos que rondaron el 1.900%.

Claro que antes de ese "tarifazo" o "dolarización de tarifas" como reza el manual del relato k, se obvió comentar el peso de los subsidios que aplicó la administración kirchnerista desde 2003 hasta 2015. 

Esos subsidios, que no se sienten en las boletas que llegan al hogar, pero se trasladan a gasto ineficiente del Estado, según datos de la Secretaría de Energía, significaron por año un gasto promedio para el Estado de alrededor de $178.000 mil millones de pesos.

Esa distorsión generó que los usuarios, también en promedio, pagamos en las facturas a finales del 2015, apenas el 15% del costo total de generación de energía.

Ese cálida sensación de "Estado presente", que supuestamente cuidaba el bolsillo de los consumidores y velaba por la "soberanía energética", no observó que, primero fomentó la demanda al consumo y no la producción del recurso vía congelamiento de tarifas. 

Segundo, desfinanció al propio Estado porque cuando el gas o la energía eléctrica empezaban a faltar con sucesivos cortes en el suministro, había que compensar la demanda vía importaciones. 

Estas decisiones redundaron en una pérdida doble para el Estado, porque además de asumir vía presupuesto los costos de los subsidios y no recuperarlos a través de la actualización de tarifas, debía pagar en dólares que no tenía, gas o energía eléctrica que tampoco pudo producir localmente.

En 2023, la Bolsa de Comercio de Rosario procesó datos oficiales del INDEC sobre el déficit energético de la Argentina: ¿El resultado? El país tiene un déficit crónico desde el año 2011 y si nos remontamos al promedio anual del período 2011-2022, el déficit comercial en materia energética, significa una pérdida de divisas de alrededor de US$ 4.350 millones anuales.

Y siempre según datos oficiales, durante el primer semestre de 2023 los productos importados que sumaron una mayor cantidad de dólares en el gasto fueron, el gasoil US$ 1.391 M, en segundo lugar, el gas natural licuado US$ 1.057 M, en tercer lugar, la energía eléctrica US$ 450 M, en cuarto lugar, el gas natural en estado gaseoso US$ 422 M, en quinto lugar, las gasolinas, excluyendo las de aviación US$ 323 M y en sexto lugar, el fuel oil US$ 216 M, quedando un remanente de US$ 526 M de otros productos energéticos importados.

Como si fuera poco, el "Estado presente" terminó por dilapidar recursos, porque no fomentó las inversiones a tiempo de un sector estratégico, como es el energético, para explotar recursos naturales propios en el apogeo de su precio internacional y teniendo Vaca Muerta, la segunda mayor reserva de gas del mundo y la cuarta de petróleo no convencional

Otro ejemplo más: la falta de infraestructura para trasladar el recurso no permitió aprovechar la invasión rusa a Ucrania en 2022 y la disparada del precio internacional del gas, que entre febrero y mayo de ese añO, subió desde los $4,76 dólares por millón de BTU a $8,14 dólares en sólo 3 meses.

Si tan sólo se hubieran respetado los plazos del proyecto original de construcción del "Gasoducto Néstor Kirchner", que se licitó en 2019 aún en la presidencia de Mauricio Macri, se suspendió en 2020 por decisión de Alberto Fernández por la pandemia y se retomó en 2022, gracias al impuesto a las grandes fortunas, Argentina podría haber aumentado sus exportaciones de gas y recaudar dólares que hoy no tiene.

Todos estos datos, nos muestran que la historia se repite dos veces: primero como tragedia (dolarización de tarifas 2016) y después como farsa (tarifazo Milei 2024). Sólo resta saber si los usuarios-consumidores, podremos solventar la realidad de los precios internacionales o una vez más, el relato del paraíso subsidiado que ofrecía el kirchnerismo, vuelve a imponerse.


Esta nota habla de:
¿Hay que prohibir el uso de celulares en las aulas?