Intenso diálogo dentro del Gobierno por la reforma constitucional mendocina

No hay acuerdo definitivo en torno a qué proponer para la reforma constitucional de Mendoza. Con los lineamientos gruesos marcados, falta consenso dentro del Gobierno y de su principal partido sobre cuestiones puntuales. Discuten ahora para no dividirse después.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

El envío de las bases para declarar la necesidad de la reforma constitucional mendocina está demorado. En realidad, va y viene. Llega a la Legislatura y antes de que tome estado parlamentario, le hacen observaciones, y vuelve a Casa de Gobierno para chequearlas con los equipos que han trabajado en el tema. No quieren ruido ni mostrar fisuras, de allí que exista un intenso diálogo permanente para que todo lo que haya que cambiar de parte del oficialismo o, al menos, del radicalismo dentro del frente Cambia Mendoza, se haga con la mayor cordialidad posible para poder, luego, conformar un bloque compacto ante el resto de las fuerzas con representación parlamentaria y la sociedad.

La discusión previa a la general fluye en lo que podrían considerarse dos ejes principales y confluyen numerosos puntos de vista.

1- Cumplir con la promesa electoral de eliminar una de las cámaras, generar una nueva Legislatura con representación mixta, vale decir, por habitantes y por todos los municipios y, además, eliminar las elecciones de medio término, entre otros planteos que buscan una necesaria actualización del texto que data de 1916.

2- Conseguir un efectivo ahorro del costo de la política. Aquí las voces chocan con lo anterior, atento a que los números dan cuenta de que la Casa de las Leyes insume, completa, con las dos cámaras actuales, tan solo el 0,79% del Presupuesto. Eliminándola por completo, inclusive, no ahorra siquiera el 1% del cálculo de gastos y recursos de un año, pero con consecuencias institucionales graves: "el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes".

En la discusión, hay una puja entre pragmáticos e ideológicos, pero también dentro de cada grupo hay divergencias.

Por ejemplo, uno de los sectores resucitó el fantasma de que otro está buscando eliminar las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias con el afán de "ahorrar". Desde luego, desde el cobismo, por ejemplo, se considera inamovible esto que levantan como un "logro en la democratización interna de los partidos", inclusive del propio, sobre el cual dan ejemplos con nombres y apellidos en torno a quiénes hoy no estarían gobernando si no hubieran existido las PASO, y dan cuenta de Marcelino Iglesias, de Juan Manuel Ojeda pero, incluso, ponen en la lista al propio Rodolfo Suarez.

El factor "ahorro" en el marco de la política, en tanto, es un punto de coincidencia, pero de divergencia a la hora de dónde y cómo hacerlo.

Aquí, se ha señalado que los gastos superfluos fueron eliminados a pleno en la actual Legislatura, en una política que inició Laura Montero como vicegobernadora y que continúa Mario Abed. Se señala que todo el Poder Legislativo sale diez veces menos que el Poder Judicial a quien miran como "bastante más hermético".

El juego de cumplir o no con la ciudadanía es un tema de discusión. Ya que quisieron cumplir una promesa electoral en diciembre, con la habilitación de la actividad minera, y todos los sectores terminaron dándole la razón a una movilización violenta que contradijo el precepto constitucional: un grupo deliberó y gobernó aun en contra de sus representantes, como si nada.

De allí que se plantee la necesidad de ahorrar, sin necesidad de apelar a decisiones dramáticas como eliminar una cámara o suspender un sistema de elección.

Nada está cerrado y aun dentro del oficialismo creen que tiene mucho que aportar el resto del arco político.

Lo sensorial de unas propuestas y lo efectivo de su incidencia pueden despertar nuevos enconos, en todas partes, dentro y fuera de la política, y la apuesta es por una salida consensuada y racional, que lleve a resultados que se puedan medir y no solamente satisfacer el "hambre de decisiones" que hay en la sociedad en torno a la política, a veces con mucha razón y otras, sin ninguna, por inercia.

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