Malhumorado, irritante, repugnante, deprimente

Otros análisis sobre el debate, fuera de los medios de gran circulación. Aquí, el de The London Review of Books, difunfido por SinPermiso.info.

Christian Lorentzen

En lo que se refiere a la pregunta de si Donald Trump es un genio siniestro o una basura incompetente (no se excluyen mutuamente), el debate de anoche deberá quedar consignado en la columna de la basura. Sus constantes interrupciones, su vanidad, autocompasión, y frecuentes incursiones en mentiras y sinsentidos son a estas alturas fatigosamente familiares. Por supuesto, Trump lleva siendo constantemente subestimado desde que entró en política y sus partidarios disfrutaron sin duda de la malhumorada forma en que dominaba los procedimientos. Pero su maltrato de Biden está años luz de las humillaciones a las que sometió a sus oponentes en los debates de las primarias republicanas de 2016. 

Un sondeo de CBS News concluyó que la mayoría de los espectadores tuvieron una reacción negativa ante lo sucedido y que la descripción más común fue la de ‘irritante'. Trump es un fenómeno creado por la televisión e inducido por las redes sociales; el camino hacia su desaparición estará empedrado de bajos índices de audiencia. Los progresistas siempre lo han encontrado repugnante. La cuestión es cuándo se cansarán de él los demás votantes.

Contra cualquier otro oponente, la actuación de Joe Biden habría resultado deprimente. Frente a la acometida de Trump, no se abochornó demasiado, no se mostró demasiado decrépito y quizás marcó unos cuantos tantos. Quiere conservar y ampliar el Obamacare, y no le quitará a nadie su seguro privado. Pretende combatir el cambio climático, pero no llegará a poner en práctica el Green New Deal. Cree que habría de procesarse a quienes perpetran violencias callejeras. Tuvo un hijo, Beau, que fue un héroe norteamericano, y tiene otro que ha tenido problemas con las drogas, pero no es tan corrupto como dice Trump que es. Tiene que ser frustrante para un político de los demócratas que se ha pasado su carrera siendo indulgente con la derecha verse acusado de sentirese en deuda con la ‘izquierda radical'. Cuando Trump afirmaba: ‘Tu partido quiere una medicina socialista y una atención sanitaria socialista', Biden respondía: ‘El Partido soy yo. Ahora mismo, yo soy el Partido Demócrata'.

Ese momento, al principio, puede que fuera el más significativo de la noche. Representaba una línea de ataque distinta de la que Trump siguió contra [Hilary] Clinton - la de que ella encarnaba a un "establishment" corrupto que había vendido a los trabajadores norteamericanos y empantanado al país en guerras inacabables - y Biden la refutó con facilidad, porque sencillamente no es verdad. El relato que fomenta a diario Fox News, y Trump en sus mítines, es que Biden es un caballo de Troya de una camarilla radical que ha desatado el caos en las calles de las ciudades de Norteamérica, violencia a la que los medios convencionales han dado cobertura como ‘protestas en su mayoría pacíficas'. ‘Te van a dominar, Joe', afirmó Trump anoche. ‘Lo sabes'. En realidad, Biden sabe que la facción de la izquierda de la coalición demócrata ha quedado amansada. La perspectiva de que se pase a Trump - ‘Has perdido a la izquierda', sugirió Trump un par de veces cuando Biden reafirmó su centrismo - es nula.

Trump mismo ha logrado apoderarse del Partido Republicano. Compró a los republicanos del Congreso con recortes de impuestos, nombramientos judiciales de derechas y desregulación. Tiene poco más que ofrecer si no es más de lo mismo, y así su táctica contra Biden se ha vuelto cada vez más desesperada. La pregunta: ‘¿Trump es racista?' - todavía esperable en la mayoría de los comentarios sobre el presidente - resulta irrelevante: su retórica últimamente sobre la inmigración y la violencia que se aproximan a las zonas residenciales se precipita en el neo-segregacionismo. Echa mano de teorías conspirativas y arroja dudas sobre la legitimidad de las inminentes elecciones. Es éste el comportamiento de alguien asustado.
Hay muchas razones para creer que los republicanos han dado por imposible a su presidente. Si se tomaban en serio su victoria, ¿cómo es que no se esforzaron en un segundo rescate para los millones de norteamericanos que se han quedado sin trabajo - y ahora se están quedando sin casa - debido a la pandemia? Trump parece pensar que describir estas elecciones como una competición entre los Proud Boys [organización supremacista blanca] (a los que no se condena) y Antifa (más una idea que una organización, según el FBI, tal como apuntó Biden) le otorga la oportunidad de un segundo mandato. ¿Quién pescará de los ríos y arroyos las urnas robadas? Manténganse a distancia y manténganse a la espera.


Feunte: The London Review of Books.

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